Parte/4

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Después de la misa que fue muy emotiva, el cortejo salió rumbo al panteón llevando el féretro en hombros, el señor cura, dijo unas emotivas palabras, referente a las virtudes de doña Ema, le dio la última bendición al ataúd, y la enterraron, las personas se empezaron a dispersar quedando solo Mateo, llorando sobre la tumba de su madre, cerró los ojos, y vio al hombre que había visto cuando beso la frente de su madre.

-No se te olvide Mateo tú, y sólo tú puedes salvar a tu madre, de que no se quede en el limbo por toda la eternidad

-Una mano en su hombro lo volvió a la realidad

- Mateo, ya es hora de que tu madre descanse en paz, vámonos de aquí

 Era el señor cura que pacientemente había esperado por Mateo para regresar al pueblo.

-¿Padre, es posible que mi madre este en el limbo?

-No hijo eso no es posible, tu sabes lo que dicen las enseñanzas, sólo los niños que no son bautizados y los no nacidos van allí.

Mateo ya no insistió,  regresaron en silencio a la casa.

-Bueno hijo descansa han sido unos días muy pesados

-Gracias padre, mañana voy a la iglesia

-Si hijo mañana empezamos el novenario de tu mamá, después del rosario.

En cuanto entró en su casa lo estaba esperando su abuela.

-Qué bueno que ya estás de vuelta hijo, quieres que me quede contigo está noche

-No abuelita, no hay necesidad usted tiene mucho que hacer en su casa, vallase y mañana nos vemos para rezar el novenario,

-Ándale pues hijo, entonces nos vemos mañana, a las ocho de la noche ¿verdad?

-Si abuelita a esa hora.

Cuando su abuela sale, le preguntó Montserrat

-¿Se le ofrece algo niño Mateo?

-Nada Monse, vete a descansar han sido dos días muy agitados, aparte de todas las noches que estuvimos en vela cuidando a mi madre

-Que Dios la tenga en el cielo, exclamo Montserrat, santiguándose.

Cuando la mujer se fue, él se dio un largo baño y se dispuso a descansar, pronto se quedó profundamente dormido, no despertó hasta el siguiente día.

Primer día de novenario

Desde las siete de la noche empezó a llegar la gente para rezar el novenario, mientras esperaban platicaban entre ellos.

-Buenas tardes, ya listas para rezar el rosario, dijo doña pachita a Agripina y Severiana

-Sí, pues, pos no podíamos faltar.

-¿Oigan y como les fue con el muertito? Nicanor chico

-Pos como nos fue, nos dio trabajo, pero hicimos todo lo posible para disimularle el tasajón que le dieron en el cachete. Y con eso de que se lo llevaron, a San Francisquito,  ya ve que de allá son ellos, tuvimos que ponerle doble ungüento pa que les aguantara el cuerpo, sin apestar, lo velaron ayer y hoy también, pos dicen que estaban esperando a Cándido su hermano, que andaba por el otro lado (USA), pero pos con dinero, llego en un avioncito chiquito.

-Ah de ser de esos que se llaman helicóteros, (helicópteros), pos vaya usted a saber cómo se llamen, pero en uno de esos llego; mañana temprano va a ser el entierro.

-¿Y ustedes van a ir?

-Dios nos libre, ya se figurará que gente es, la que está acompañando al cuerpo, dice el chino, que el mejor se vino, que de plano le dio miedo estar allí, dice que la mayoría que llegaban a velar el cuerpo, traen chicos pistolones fajados en la cintura, que ni siquiera disimulan, que puro mal encachados, dice que él se le quedo viendo a uno y que pa pronto le dijo agarrándose la Pistola

-¿Qué tanto me mira amigo? Traigo monos en la cara o que

-No, no señor, dispense, pero yo no lo veía a usted

-Ah no, entonces dice usted, que ya no veo bien, o que, si clarito vi, que no me despegaba la vista.

-Que de no ser porque intervino don Nicanor, sabe Dios qué hubiera pasado

-Ándele que ya llego el señor cura, él va a guiar el rosario

-Rezaron el rosario, las personas se despedían de Mateo, con un

-Mañana por aquí nos vemos, si Dios quiere

-Vayan con Dios, les contestaba Mateo

Agripina y Severiana siempre tenían una historia que contar.

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora