Parte / 18

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Y así fue como salí de la casa de neonatos, como se llama el lugar, donde nació mi hijo.

Por Sandra me entere, que al día siguiente cuando mi madre, mi hermana y la persona encargada de llevarse a mi hijo, descubrieron que yo había desaparecido junto con mi hijo, mi madre no quiso levantar ninguna demanda por miedo al escándalo, hasta la fecha nunca supe que inventaron para justificar mi desaparición.

Eso fue la última vez que vi a mi hermana y a mi madre, para mi familia fue como si hubiera muerto junto con mi hijo, ellos así lo eligieron, puesto que para ellos hubiera sido muy fácil localizarme, contaban con el suficiente dinero como para pagar a un investigador, pero para ellos era más fácil, borrar de tajo la mancha del pecado.

Cuando llegue a la casa de Sandra, supe que su hermano y ella vivían solos, ellos son de nacionalidad mexicanos, habían ido a trabajar contratados, desde México, se fueron cuando estaba en apogeo la guerra, y Estados Unidos necesitaba mucha mano de obra, pero en ese tiempo, los soldados que había sobrevivido a la guerra clamaban por sus puestos de trabajo, al hermano de Sandra estaba por expirar su contrato de trabajo,  ya no se lo iban a renovar, por ese motivo,  iban a regresar a México, después de todo ya habían ahorrado el dinero suficiente para poner su negocio.

Faltaban tres meses, en ese tiempo, él y yo hicimos una bonita amistad, él me propuso matrimonio, para que mi hijo tuviera un padre que velara por él, y yo acepte para que mi hijo no fuera un bastardo, y así fue como llegamos a este pueblo, a estas alturas de la lectura ya te diste cuenta que ese niño eras tú, y tus salvadores fueron Mateo y tu tía Sandra, con el tiempo llegue a querer a Mateo aunque mi único amor verdadero fue tu padre biológico, al que ame con toda mi alma, y tú te encargaste de que nunca me olvidara de él, pues cada que te veía era como si lo estuviera viendo a él.

Yo le di las joyas a tu padre, para que las vendiera, e invirtiera el dinero en el negocio, pero él se negó, me dijo, que ese era el único lazo, con mi pasado, y quizás tu futuro, esas joyas te pertenecen tu dispón de ellas e invierte el dinero en lo que tu elijas.

Espero que me perdones, por haberte ocultado tus orígenes, espero que mi hermana por fin me haya perdonado, aunque el señor cura absolvió mis pecados, no estoy segura si eso será suficiente para ir al encuentro del señor.

Adiós hijo, Que Dios te bendiga.

Ema Santander Bonet.

Mateo, quedo deshecho, con la lectura de la carta de su madre, resulta que el venia de una familia de abolengo, con títulos mobiliarios, y el hombre que siempre había creído que era su padre, resulto que no lo era, sintió una gran admiración por los dos, su madre había renunciado a su vida de riquezas para vivir una vida modesta en un pueblo perdido en la nada, todo por conservar a su hijo, que más muestra de amor, quería, ella lo había sacrificado todo por él, y que decir de su padre, el hombre que le había enseñado sus primeros pasos, sus juegos, le explicaba la vida, y cuando el escogió la vida del sacerdocio, fue el primero que lo alentó, sin oponerse, como algunos padres de sus compañeros, él pudo haber tenido hijos propios, pero lo acogió como a su propio hijo, gruesas lagrimas salían de sus ojos, y sólo atinó a decir.

Gracias, Dios Mío por haberme dado a esos padres tan maravillosos.

Ahora todo tenía sentido, la alucinación que tuvo, cuando beso a su madre en la frente.

-Mi madre no puede entrar al reino de los cielos, eso quiere decir que su hermana no la ha perdonado, tengo que ir a buscarla y conseguir el perdón para mi madre espero que no esté muerta también, tengo que hablar con el señor cura, si el la absolvió de sus pecados, él me va a aconsejar que hacer.

Lo primero que voy hacer es decirle a Tobías que baje, todo esto para donarlo, hay tanta gente necesitada en este pueblo que es un pecado que todo esto esté guardado, pudiéndole servir a otras personas.

-Cuando bajo del tapanco, ya casi era de noche, se había ido el tiempo sin darse cuenta.

-¿Monse ya llego Tobías?

-Sí, niño Matías, mire aquí llega

-Tobías

_Dígame padrecito, ¿en qué le puedo servir?

-Mira hay muchas cosas en el tapanco, quiero que las bajes, para regalarla a personas que hagan uso de ellas, tu Monse ve lo que te sirva para los niños, y lo demás lo vamos a regalar, tú conoces a las personas que mi mamá ayudaba, hazme una lista con los nombres y el domicilio, yo mismo les voy a llevar las cosas, haces lo mismo con la ropa y zapatos de mi mamá.

-Está bien niño Mateo, ¿le puedo dar un vestido a mi hermana Adelina, ya ve que ella es del mismo cuerpo que la señora Emita?

-Claro que si, Monse, yo lo que quiero es que se los pongan, tu más que nadie conoce a la gente del pueblo y sus necesidades.

-Entonces niño Mateo, yo le hago eso, y ahora venga vamos a cenar que ya es hora.

-Si Monse gracias.

Después de cenar, se retiró a su habitación rezo sus oraciones, y durmió, plácidamente.

Al día siguiente, escucho misa como todos los días, espero a que el señor cura se desocupara y fue hablar con él.

-Padre necesito su concejo.

-Lo que me vas a decir, es en secreto de confesión, o es simplemente una consulta.

-Sólo es una consulta

-Dime hijo, soy todo oídos.

Mateo le contó lo de su alucinación que tuvo cuando beso a su madre muerta, acabo de leer una carta que mi madre me dejo, donde me explica su pasado, pero ella me dijo que usted la absolvió de su pecado, lo cual quiere decir que usted sabe a lo que me refiero, pero mi madre no está descansando en paz.

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora