Parte/ 34

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Le sirvieron su comida en el gran comedor

-No por favor, quiero comer con ustedes, aquí me sentirá perdido en esta mesa tan grande.

-Hay padrecito, pero como que quiere comer con nosotras, usted es una persona muy importante.

-Jesús es más importante, y siempre compartió el pan con los más necesitados.

-Bueno padre, siendo así vengase pa la cocina

-Comieron agradablemente los cuatro, Lola, Lupe, la señora Amelia y el, para él no pasa desapercibido que la señora lo ve con mucha insistencia, cuando terminan de comer él se despide dándole las gracias a la señora Amelia, esta sin disimular su ansiedad le pregunta.

-Muchas gracias señora Amelia cocina usted como los verdaderos ángeles.

-Déjeme, lo encamino hasta la puerta

-La señora Amelia lo conduce hasta la puerta de los empleados

-Dispénseme padre que me lo hay traído por aquí, pero le quiero hacer una pregunta indiscreta que no quiero que las muchachas oigan.

-Dígame ¿qué quiere saber?

-Perdóneme si mi pregunta lo incomoda, pero es usted hijo del señor Sebastián

-Las sospechas de Mateo estaban confirmadas la señora que yace en la cama enferma es su abuela, él contesta

-No señora, yo llevo el mismo nombre de mi padre, Mateo Ruvalcaba, tuvo mucho cuidado en no decir su segundo apellido, Santander, no quería que el secreto de la familia tanto tiempo guardado se viera descubierto por una indiscreción, lo único que quiere en ese momento es salir de esa casa, tiene que hacer un plan para poder hablar con su tía, para conseguir el perdón para su madre, es lo único que le interesa en ese momento.

-Salió de la casa por la puerta trasera de la casa, si hubiera salido por la puerta principal se hubiera encontrado frente a frente con la hermana de su madre, su tía Elia, él se alejó en el pequeño auto hacia su casa.

-Elia entro a la casa como un bólido, le habían comunicado que su madre había recobrado el conocimiento y quería cerciorarse por ella misma.

-¿Es verdad que mi madre por fin despertó?

-Así es le contesta el doctor, que la está auscultando

-¿Y por qué sigue dormida?

-Bueno ella despertó muy alterada, y se le puso un sedante ligero para calmarla, va a dormir hasta mañana, recuerden ella esta desorientada, quizás confunda las fechas, y recuerde todo lo anterior a cuando quedo con en coma, tenemos que trabajar mucho en ubicarla en el tiempo actual, es por eso que le aconsejo que desde mañana venga un psicólogo para que ella la oriente, si gustan conozco a uno muy capaz, es una mujer.

-Me parece muy bien.

-Ahora mismo me pongo en contacto con ella.

Muy bien doctor

-Espero que no tenga inconveniente en venir

-Mateo llego a su casa, ahora en estos momentos admiraba más a su madre, por amor a él fue capaz de dejar la vida rodeada de lujo, a la que pertenecía, nada más por esa razón merecía que su hermana la perdonara, su madre merecía entrar en el reino de los cielos.

Remigio toco su puerta, cuando el abrió, le dijo

-Padrecito vinieron unos cristianos con su criaturita, boquiando, quieren a ver si se los bautiza, para que no quede en el limbo.

-Vamos Remigio.

-Después de bautizar al pequeño moribundo, Mateo quedó muy consternado, nunca cuestionaba a Dios por sus designios, pero siempre era doloroso ver extinguirse una vida, y se dijo para el mismo.

- Al menos este niño va directo al reino de los cielos, no va andar vagando en el limbo como mi madre.

Al día siguiente muy temprano llego la psicóloga que iba atender a la señora Edna.

-Hola soy Maritza de Camarena, la psicóloga que se va hacer cargo de la señora Edna

-Mucho gusto doctora, soy Silvia la enfermera de turno

-Mucho gusto ¿cómo paso la noche la señora?

-Aquí tengo el informe de mi compañera la enfermera Delia del turno de la noche

-Pásemelo por favor, aquí dice que durmió tranquila sin ningún contratiempo.

En esos momentos la señora Edna abrió los ojos, paseo su mirada por la habitación y preguntó ¿Ya llego mi hija Ema?

La doctora le hizo una señal a la enfermera para que saliera, cuando estuvo a solas con la señora le tomo las manos y le dijo.

-Señora, tiene que ser fuerte

Doña Edna con mucho trabajo le contesto a la doctora. 

-No, cállese, la última vez que me dijeron que fuera fuerte, fue para decirme que mi esposo había muerto, me quiere decir ¿quién rayos es usted?

-Soy la doctora Maritza de Camarena, y la voy a ayudar a recordar,

-Pero que quiere que recuerde, yo lo recuerdo todo, todo, me oye, recuerdo todo, y gruesas lagrimas rodaron por sus mejillas.

-Llore señora si eso la reconforta, pero es preciso que sepa la verdad

-¿Cuál verdad? Que mi esposo está muerto, eso ya lo sé, que he pasado más de tres años tirada en esta cama como un vegetal, qué mi hija Ema está muerta, ¿eso es lo que tengo que saber?

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora