Parte/ 30

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Lunes, después de oficiar la misa de las seis de la mañana, Mateo regreso a su casa, desayuno, tomo su agenda y salió quería aprovechar el tiempo para empezar a buscar a los familiares de su madre, en la pequeña libreta traía los datos que su madre escribió en la carta que le había dejado.

Busco el nombre del lugar donde se encontraba la finca de su familia, para su sorpresa era el mismo lugar donde  vivía actualmente, no pudo más que sonreír, el creía que iba a ser más difícil la búsqueda, ahora sólo le quedaba buscar la finca, busco a Remigio, era el más indicado para que le diera los datos que necesitaba.

Cuando se disponía ir a buscarlo, lo vio que venía muy apurado.

-Padre Mateo, vinieron unas personas de los Saucitos, necesitan que vaya a darle los santos oleos a un moribundo, precisamente ahora que es su descanso se le ocurre a ese mortal morirse.

-Por favor Remigio ten más respeto por las personas, voy por mis cosas, para ir a donde se me requiere.

-Está bien padrecito, usted dispense.

-Mateo puso sus cosas en una pequeña maletita y se unió a las personas que esperaban por él.

-Vamos señores, el tiempo apremia

-Gracias padrecito, es mi padre que tiene sufriendo bastante tiempo, y parece que ya se le llegó la hora, súbase a la camioneta padre

Mateo subió a una desvencijada camioneta y partieron a los Saucitos  una ranchería algo alejada del lugar.

Después de caminar por dos horas por un camino de terracería por fin pararon

-Ya llegamos padre, aquí es

-Mateo bajo rápidamente, lo guiaron al cuarto donde se encontraba el enfermo, rodeado de sus seres queridos, las personas respetuosamente, salieron para dejar a solas a Mateo con el moribundo.

-Ave María Purísima

-Sin pecado concebido, contesto el hombre con mucha dificultad.

-Dime tus pecados.

-Acúseme padre que...

El señor confeso sus pecados, Mateo lo absolvió y paso a los familiares le dio los santos oleos al moribundo, que a los pocos minutos murió apaciblemente rodeado de sus seres queridos, que abrazados del cuerpo lloraban desconsoladamente. Mateo salió lentamente del cuarto para dejarlos externar su dolor.

-Padrecito, ha de dispensar, ya lo dejamos sólito, déjeme que me componga poquito pa regresarlo a la capilla, no se crea padre, aunque ya sabíamos que mi padre estaba en las últimas, no se hace uno el ánimo.

-Así es hijo, pero hay que acatar la voluntad de Dios, ten en cuenta que el ya no sufre, y que alcanzo a confesar sus pecado y a recibir la santa comunión.

-Pos si padrecito, pero ahorita eso no me consuela, PADRE, PADRE, POR QUE TE FUISTE, gritaba el hombre desconsolado.

-Mateo acariciaba su espalda el hombre lloraba en su hombro, poco a poco fueron saliendo los familiares, una mujer mayor cuando vio al hombre llorando le dijo.

-Ahora si estas llorando, siendo que por tu culpa él se murió más pronto

-Por favor madre no me diga eso,

-Sí, te digo y no me voy a cansar de echártelo en cara, por tu culpa se murió más pronto, al menos si le hubieras echo caso, pero nada, fuiste un mal hijo, desde chiquito puros dolores de cabeza nos diste, y ahora que ya eres un hombre hecho y derecho sigues en las mismas. Si usted supiera padre, todo lo que hemos pasado por culpa de este infeliz.

-Señora, creo que no es el momento, mire si gusta vamos a rezar un rosario en la memoria de su esposo y que su hijo se arrepienta de todo corazón de lo que pudo haber hecho.

-No padre, no pudo haber hecho, más bien de lo que hizo, pero tiene usted razón, mi marido ya está muerto, nadie lo va a revivir, no queda otra cosa más que rezar por su eterno descanso.

-volvieron a entrar al cuarto y rezaron el rosario guiado por Mateo, poco a poco se fueron calmando lo ánimos, y el hijo abrazo a su madre, sinceramente arrepentido de lo que había hecho en vida de su padre, cuando terminaron de rezar el hombre más calmado, invito al padre a regresar.

-Gracias Padrecito, cuando guste regresamos ya estoy más compuesto.

-Si ya te sientes mejor, ya nos podemos ir

-Que le vaya bien padrecito, gracias mañana nos vemos en la misa de cuerpo presente.

-Sí, gracias

-Cuando llegaron a la capilla Mateo le dijo al hombre.

-Ve a la notaria para que la señorita Mónica te diga el horario de la misa para mañana.

-Sí padrecito y gracias otra vez.

Mateo quedo muy conmocionado, por la muerte del hombre, pues volvió a revivir la muerte de su madre, ya no tuvo ganas de salir, minutos después le hablo polito para que fuera a comer.

-Padre que dice mi mamá, que ya se venga a comer

-Vamos, ya hace hambre.

-Comieron, alegremente como siempre, para Gudelia no pasó desapercibido la mirada de triste de Mateo y le preguntó

-¿Le pasó algo padre?

-¿Por qué lo preguntas?

-Es que tiene una mirada muy triste

-Hay Gude, deja en paz al padrecito, no seas metiche, le dijo su esposo.

La mancha del pecado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora