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*Narra Irka*

Me paseo por la habitación media desnuda preparándome sobre lo que sucederá hoy. Las dudas me asaltan.

¿Qué mosco le pico a Lía? Ha hecho peores cagadas y solo con esta se siente avergonzada, puede que sea porque es la primera vez que se sobrepasan sin que ella lo consienta pero de algún forma, siempre logra superarlas. Aunque tal vez soy demasiado insensible para entenderlo.

Cuando cruzo frente al espejo me detengo, hace tanto que no veía mi reflejo desde este ángulo donde se notan las cicatrices de mis batallas, algunas profundas y marcadas, pero todas con una historia. Siempre hay una historia detrás de ellas.

Estas son marcas residuales de los experimentos de mi madre. Donde hicieron uso de jeringas, tubos, catéteres y parches, toda clase de utensilios tanto rudimentarios como modernos para crearme.

Soy el resultado de años de investigación e inversión que salieron mal; soy lo que jamás debió vivir pero que a pesar de todo, esta aquí; soy creación de una mujer perversa que buscaba exclusivamente todo el poder que pudiera poseer, tener al mundo en sus manos y ser capaz manipularlo con un chasquido; soy el único ser que puede unir a los mundos; soy en pocas palabras... un monstruo con fachada humana.

Cierro los ojos con fuerza y me obligó a ir al baño, a veces hay batallas que es mejor mantener en un baúl bajo llave, así que tomo una ducha bastante relajante con agua fría y cepillo mis dientes para entretener a mi mente en otra cosa.

Ese baúl de traumas es como la caja de Pandora, no sabes que encontrarás dentro, pero estas muy seguro de que será un caos.

Abro mi armario y reviso detenidamente su contenido, todo esta hecho un desastre, después de rebuscar entre las telas logro encontrar algo que no recuerdo que tenía.

Sostengo entre las manos un hermoso vestido sin mangas y corto negro, con un largo poco más arriba del muslo. Redulta ser un atuendo bastante elegante y a la vez casual, lo usaré... ¡No, espera! ¿para qué me arreglo tanto si el enemigo es quien vendrá por mi? No, mejor usaré jeans.

Tomó un pantalón del montón, una camisa blanca con estampado de rosas en tonos rojos con hojas verdes tejidas a mano, luego me maquillo con unas pocas sombras nude y gloss.

Me pongo un par de pulseras, las cuales hacen aparecer armas de mi cubo -que tengo colgado al cuello-, digamos que es la mochila de Dora la exploradora, pero versión pulsera. Sé que mi tío podría explicarlo mejor, de forma más pomposa, pero eso es todo lo que tengo.

Bajo a la cocina y estoy tomando agua cuando tocan la puerta. Mi respiración se acelera y las dudas vuelan a un millón por hora en mi mente.0

¿Será él? ¡Ay dios que nervios! ¿Me veo bien? Espera... ¿por qué me preocupo? ¡Bah! Lo que sea de cada quien.

Camino por el pasillo tratando de centrarme y contener la calma, doy un último respiro y abro, John se queda mirándome de arriba a abajo con la boca abierta.

—¿Tan mal me veo? –finjo estar avergonzada.

—¿Qué? No... te ves... te ves... wow. –responde sonriendo sorprendido.

—Nada de mentiras, puedo soportar la franqueza John. -comento agachando la cabeza para parecer avergonzada mientras me paso la mano por el pelo y lo sacudo, en un pobre intento de verme tierna.

Si Hades me viera ahora se pondría frenético. Me reprendería por rebajarme al nivel de los hombres y me diría que así no fue como me educó.

—No miento, de verdad te ves... hermosa. –sonríe y baja la mirada como cachorrito perdido.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora