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—Faltan unos minutos para que te anuncien. ¿Cómo te sientes? –miro a Ser Louis mientras intento ordenar mis emociones, que en este punto son una maraña imposible de resolver.

—Me siento impaciente por terminar esta mierda. –acomodo la falda del vestido por milésima vez y él carraspea.

—Tengo una duda respecto a la última fase de ataque. –lo observo con impaciencia– Mencionaste un plan de emergencia. ¿A qué te refieres con eso? Nadie preguntó qué era y no entiendo por qué. –sonrío de lado y Ser Louis se encoge de hombros afirmando que no sabe qué significa eso.

—El Plan TOC básicamente es la solución final. El TOC significa Transformación de Oscuridad Completa. –se encoge de hombros sin entender– Si dentro de una o dos horas no hemos terminado el combate, todos van a evacuar a un radio de dos kilómetros la zona, porque se volverá un infierno, en el sentido literal. –frunce el entrecejo y yo pongo los ojos en blanco, al parecer debo explicar todo con peras y manzanas– Dioses. En dos horas todos los que queden van a hacer retirada inmediata para que yo pueda soltar una llamarada en un radio mínimo de un kilómetro y medio a los hombres de Gizel. –aliso la falta con más fuerza– El Plan TOC me costará toda la energía que tenga y eso incluye naturalmente mi vida, porque debo estar en el centro. –abre los ojos presa del pánico– Por eso no expliqué esa parte, porque todos a excepción de los hermanos Brennan, saben qué significa.

—Sabías que se iban a oponer, ¿no es así? –asiento y luego miro al frente. En ese momento escucho como mencionan mi nombre.

—Sabía que Cillian haría todo lo posible por impedirme venir si eso implicaba mi posible muerte. –le dirijo una sonrisa triste– Nadie está contento con la idea, pero saben que no hay más opción. Si no erradicamos a esa miserable escoria entonces nadie podrá pararla si obtiene mi poder. –vuelvo a mirar al frente y formo una gran y forzada sonrisa, justo a tiempo cuando las puertas se abren.

Estamos en la plaza principal de la Capital del Inframundo. Hay al menos unas 5000 personas entre dioses menores, ninfas y por supuesto, mis soldados y seguramente algunos elementos de Gizel disfrazados.

El falso Hades me espera en una gran tarima, sentado en una silla perfectamente adornada. Digo que es falso porque es Lía ocupando el lugar de mi padre. Decidí que ella debía encargarse de ese trabajo porque es igual de dramática que Hades.

Rodrick, Adam, Jonny y Charles están en el papel de los representantes de los otros planetas, al igual que mis amigas como sus parejas. Los reyes originales enviaron los trajes que iban a usar en la ceremonia para hacerlo más realista.

El oficial Meléndez observa desde abajo de la tarima con su arma al hombro, alerta a cualquier cosa, junto con dos de sus mejores hombres.

Luego están los traidores. Los cuatro ancianos en una mesa aparte, en la misma tarima. Están sonrientes y aplaudiendo mientras me acerco con mi sonrisa forzada y la espalda recta como si me hubiesen metido un palo de escoba en el culo.

Los ancianos me reciben de forma extremadamente ceremoniosa y eso me causa un ardor insoportable de ira.

Cuando llegó por fin a la tarima me piden que me coloque en la mitad de ésta con la posición más relajada de mi repertorio, frente a todos los espectadores para dar inicio al evento.

Cada anciano da un breve cuento sobre lo que nos trae aquí este día tan especial y que papel fungen dentro de esta mierda. Lo que sea que estén diciendo yo sé que es pura palabrería sin un atisbo de realidad.

Detrás de esas sonrisas falsas y esas miradas de resperto se esconde un profundo desedo de ver mi cabeza en una pica exhibida ante el mundo entero, pero yo exhibiré sus cabezas primero.

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