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—Gira a la izquierda y baja por ese camino. –señalo la casa con el índice.

—¿Esa es tu casa? –comenta sorprendido y yo lo miro con una mueca de disgusto.

—¿Qué? ¿Esperabas un enorme palacio? –resoplo con irritación.

—No, solo que es... pequeña. –ríe nervioso.

—No me gusta alardear de la riqueza que poseo, me agrada más pasar desapercibida. –me encojo de hombros indiferente a su expresión de "¿tienes riqueza?".

John aparca bajo un gran árbol y apaga el motor esperando a que algo lo ataque.

—Bienvenido a uno de los pueblos más simples y olvidados de todo el globo. –él suelta una carcajada por mi mediocre presentación.

—Hace mucho calor, pero se ve muy tranquilo. –dice mirándome con diversión, pero observando su alrededor como si fuera una pesadilla.

—Te acostumbrarás al clima. –aprieto su hombro y abro la puerta– Ven, vamos a dentro.

Ambos bajamos y John observa todo con sumo detalle y tranquilidad.

La casa es de dos plantas. La de abajo es la cochera, tiene una pequeña área donde guardo municiones, también algunas mesas y herramientas que necesito para el trabajo. En la planta alta esta mi casa. Tiene cuatro cuartos, la cocina, dos baños, la sala, el comedor, y una pequeña terraza.

Subimos las escaleras de cemento, que por cierto, están llenas de polvo y mierda de animales, una clara señal del abandono en que se encuentra.

Cuando llegamos arriba, abro la puerta de madera tallada con una figura de un dragón y los símbolos representativos de cada especie. Entro aspirando el olor del polvo, la hierbas y el encerrado ambiente.

La casa tiene muchas ventanas y eso hace que tenga una hermosa iluminación.

Al entrar se encuentra una de las habitaciones con montones de libros viejos con hechizos y maldiciones que conseguí durante la universidad apilados en columnas peligrosamente inclinadas, así como artefactos viejos y armas a medio hacer.

Cruzando el primer cuarto esta la sala, cuyos sillones están hechos con madera de primavera y un par de plantas algo tristes, también hay una televisión de pantalla plana sobre un mueble que también es de primavera. En esta misma hay un ventanal muy rústico que ya esta algo oxidado.

Del lado del ventanal esta la segunda habitación con una cama matrimonial y un librero con más polvo que libros, así como trofeos y cinturones que gane en las peleas clandestinas del Centro Hell Hunter. Hay un tocador con un espejo rectangular colocado de manera vertical, en el marco tiene pegadas algunas fotos donde aparecemos Hades y yo, sonrientes.

—Ve revisa la casa, se que te mueres de ganas de hacerlo. Explora todo lo que quieras. –le digo a John, motivandolo a caminar por todos lados– Si ves alguna munición no la toques, son tan viejas que podrían explitar con que simplemente les dé el aire.

Él avanza captando todo, revisando cada cuarto y abriendo cada puerta que se le atraviesa como si buscara algo.

El comedor esta junto a la sala, no hay pared que los divida completamente, pero si una barra en la cual tengo varias fotos con mis amigas en nuestros viajes y bajo este tengo guardadas mis botellas de alcohol, en alguna especie de bar desordenado.

La mesa del comedor tiene un color marrón brillante y esta acompañada de ocho sillas del mismo material, cada una tallada con historias de guerra de mi padre.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora