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—¡Arriba! ¡Levántense trío de perezosas! –grito mientras golpeo una sartén con una cuchara enérgicamente.

Todas se levantan de un brinco asustadas, me miran irritadas y se vuelven a acostar refunfuñando.

—Levántense, ya es muy tarde. –dejo la sartén y les doy nalgadas mientras ellas gruñen.

Supongo que están muy cansadas, pero eso no justifica el hecho de que tengan que levantarse tarde. Si no lo controlas no lo consumas.

—Preparé comida. –esa simple frase las oblia a levantarse y correr como almas que lleva el diablo hasta la cocina.

Camino tranquilamente hasta ellas y escucho el ruido que hacen al agarrar un plato y servirse la comida con extrema desesperación.

—¿No merezco un gracias? –canturreo riendo mientras se llenan la boca de pollo y verduras.

—Te amamos. –exclama todas al unísono.

Me tranquiliza saber que aún las tengo a ellas para sostenerme en el abismo de la oscuridad que me rodea, sin embargo, mi mente no me deja en paz, la imagen amenazante de mis enemigos me viene a la cabeza una y otra vez.

Decido que para liberar tensión es necesario entrenar, así que en el mismo lugar donde abrí el portal al pueblo, puedo abrir también una puerta que me da acceso a mi gimnasio personal.

Basicamente se trata de un portal multifunción que Hefesto me ha dado para probar. Este portal tiene suspendido en la nada una estructura similar un edificio boca abajo, es decir, unido a la tierra pero de cabeza al vacío. Es una cosa complicada, muy difícil de explicar, Hefesto sabría dar una explicación.

Este edificio se encuentra dividido en dos secciones. La primera sección consiste en una serie de habitaciones llamadas en su conjunto como •Inferno• recibe ese nombre ya que aquí se encuentran diferentes áreas equipadas de acuerdo a mis necesidades y capacidad física, entre ellos se encuentra una enfermería perfectamente equipada, preparada para la peor de las catástrofes y un pequeño cuarto de aislamiento para los peores momentos de mal humor que me dan de vez en cuando.

La segunda sección se llama •Giratiempo•. En esta se encuentra un pasillo muy largo y al final un pasillo, el cual me lleva a cualquier rincón del planeta que yo desee, pero que se encuentra vigilado.

El portal de Giratiempo se encuentra en los registros del Uso Debido de Artefactos de la base de datos del Olimpo, esta es la única forma que tienen de saber con exactitud donde estoy y eso no me gusta.

Mi padre, Hades el Dios del Inframundo, pidio a Hefesto que fabricara uno que pudirra usar de forma portatil, pero fue necesario que el idiota de Zeus pudiera monitorearme, así que este portal fue colocado aquí para ello, pero me aseguro de no usarlo para cosas importantes.

De igual forma, tengo contactos en todo el mundo, incluyendo los presidentes de las grandes ciudades y de pueblos escondidos, inexistentes para los humanos pero muy presentes para nosotros.

Estos son lugares que en nuestro mundo son el foco de los más grandes y reconocidos eventos a nivel inmortal, mientras que al ojo del hombre son simples zonas abandonadas y sin chiste.

Entro a Inferno y me pongo mis guantes para golpear el saco de boxeo, mi rutina es muy rigurosa y cansada, pero el dolor es símbolo de efectividad.

Golpeo el saco por media hora y a medida que avanza el tiempo mi agresividad con el saco se intensifica y con ello golpeo aún más fuerte.

Mientras golpeo pienso en lo estúpida que fui al confiar en John y en lo bajo que caí gracias a mis sentimientos, esos sentimientos que me hicieron parecer débil e indefensa, sentimientos dormidos del pasado que fueron avivados con su breve regreso. Sentimientos por el John que fue y no el que es.

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