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Todos están dormidos y yo aún sigo limpiando la cena. Mi madre no me ha llevado a mi habitación, no sé qué le sucede, sólo me dijo que se iría a dormir, pero no me ordenó que me fuera al sótano.

Algo no cuadra, jamás me dejaría sola y menos fuera de mi habitación. ¿A caso es una prueba? ¿Qué pasará si me escapo? ¿Me estará esperando en los límites del bosque o simplemente no se dará cuenta? No sé y creo que no me interesa probar a la suerte.


S

e escuchan ruidos por todos lados y unos aullidos de dolor que no sé de dónde provienen.

Se escucha otro grito aún más fuerte que los anteriores y suelto un chillido del susto.

—Mierda. –coloco mi mano en el pecho. Mi pulso se me acelera.

Veo por la ventana como la nieve tapiza el suelo y el viento mueve las ramas de los pinos con suavidad en una especie de danza armónica.

Luego levantó la vista al cielo y veo las estrellas. Hoy está despejado, es una buena noche y ha sido un buen día. Mi madre no me regañó tanto como lo ha hecho otras veces y eso me ha gustado.

¿Será que las cosas están cambiando para bien? No estoy segura, es demasiado bueno para ser verdad.

Me acuesto sobre un tapete junto a la chimenea para dormir y se escucha otro grito, más agudo, como si el emisor estuviera cansado de tanto gritar.

Minutos después me quedo profundamente dormida y un alarido desgarrador me despierta de un brinco.

Mis sentidos están alerta, mi corazón esta acelerado otra vez y muero de miedo. No sé qué esta pasando. Pero mi cuerpo sin darme cuenta camina hacía el bosque a la casa de John.

Mierda que no sea él. No es él. No es él. Llego a su casa y tocó la puerta. Al no recibir respuesta me quedo parada frente a la entrada con las manos cruzadas pensando qué hacer.

Cuando estoy decidida a irme algo se estrella contra el piso y yo por instinto abro la puerta y corro al segundo piso en busca del pobre enfermo.

—¡John! ¿Dónde estás? –corro por el pasillo y abro la puerta de su habitación– ¿Qué pasó? –enciendo lo más rápido que puedo la luz, pero el foco se funde así que enciendo mi dedo a modo de vela y acercó la flama al cuerpo tendido en la cama.

Cuando logro iluminar su cara me doy cuenta de que está mucho peor de lo que imaginaba.

Esta sudado, sucio y tiene llagas en toda la cara. La infección se propagó por su cuerpo y su estado a empeorado por el polvo. Sus ojos están rojos de cansancio y de tanto llorar.

Él me dijo que las llagas le dolerían si se reventaban o se contaminaban con alguna otra sustancia y todo eso es justo lo que ha pasado.

Es una infección muy rara que se está propagando por todo el pueblo y los médicos no saben a qué se debe.

El afectado a veces se siente bien y en otras ocasiones no puede ni sostenerse a sí mismo, el menor esfuerzo los cansa y tienen problemas para comer. Sus defensas luchan contra la infección. Pero nunca imaginé que su cuerpo se debilitaría tan rápido.

Sólo conozco a una persona capaz de sacrificar al mundo entero por su retorcida ciencia, para cumplir sus malévolas fantasías... mi desquiciada madre.

Esto es obra de ella, por días ha intentado sacarme sangre para inyectarséla a alguien más, pero me he negado rotundamente y la he evitado a toda costa.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora