Estoy en un jardín sentada en un columpio, mientras alguien me esta empujando para darme impulso y yo río porque amo columpiarme.
Me encanta la libertad del aire golpeando mi cara, la sensación placentera de tener una buena infancia.
—Empuja más. –exclamo mientras la sombra que se encuentra detrás de mi se queda rígida observando a la nada– ¿Estás bien?
—Despierta –dice apenas en un susurro.
—¿Qué? –contesto confundida mientras el suelo se sacude debajo de mi como un terremoto.
—¡Despierta! –grita a todo pulmón mientras me toma por los hombros y me sacude con fuerza.
Me levanto de un brinco. Mi habitación esta a en penumbras, la luna refleja su brillo fantasmagórico a través de las cortinas translúcidas, respiro aliviada de que solo haya sido un sueño... un muy mal sueño.
Cuando me acomodo de lado para pasar otra noche en vela por el temor de volver a soñar, siento un movimiento detrás de mi que me pone en alerta total.
¿Qué esta pasando? ¿Mi cama esta viva? No, hay alguien. Me vigilan.
Alguien me toca el hombro y sin previo aviso le doy un golpe con el codo directo en la cara a quien quiera que me haya tocado.
Solo se escucha un crujido y un golpe seco, al parecer el sujeto se ha caído de la cama.
Con un ágil movimiento me pongo de pie y enciendo la luz. Al acercarme al borde de la cama veo el cuerpo de la persona con detenimiento, me llevo las manos a la cara y me empiezo a reír.
—¿Qué es tan gracioso? –gruñe John aún tirado en el piso retorciéndose de dolor.
—¿Cómo se te ocurre aparecer de la nada en mi cama y tocarme el hombro como el mismo diablo? –me arrodillo a su lado y lo obligo a sentarse– Déjame ver.
Observo el lugar donde le di el golpe y veo que le esta saliendo sangre de la nariz.
—Dioses del Olimpo. Tremendo moretón te va a salir por andarme asustando. –me río y él frunce el ceño.
—No quería asustarte, solo que no podía dormir. Lo siento. –dice levantándose y yo a la par que él también lo hago.
—Iré por hielo a la cocina, debemos aplicar frío para que no se hinche, siéntate en la cama y no hagas nada. –ordeno apuntándolo con mi dedo.
Un par de minutos después regreso al cuarto con una bolsa de hielo y un botiquín para limpiar su nariz.
—Voy a limpiar tu nariz, sostén la bolsa. –dejo la bolsa en su mano y me inclino para poder ver mejor.
Una vez que acabé de limpiarlo, John se acuesta en mi cama y se pone la bolsa en la zona afectada.
—Tienes buena mano para los golpes. –me acomodó a su lado para mirarlo comodamente.
—¿Que te puedo decir? Me metí en muchas peleas clandestinas en el Centro de Entretenimiento Undergrown. –alejó la gasa manchada de sangre de mi vista– El hecho de que vinieras a mi cama fue algo muy valiente y muy estúpido. ¿No se te ocurrio que yo siempre estoy alerta? –sonríe de lado.
—Quería saber cuándo te vas a México. –me mira algo avergonzado, como un niño siendo reprendido por una travesura.
—Mañana, eso ya lo sabes. ¿Por qué no esperaste a que amaneciera? –digo levantando una ceja.
—Pues... –se queda callado y yo tomo su mano y la aprieto para que se relaje– Quiero irme contigo. –algo anda mal, ¿a qué se debe ese cambio tan repentino?
—¿Qué? –abro los ojos como platos. Finjo que me toma por sorpresa– Yo creí que no te gustaba la idea, ofendiste mis sentimientos... y mi país. –me alejo un poco de él para afirmar que eso aún me molesta.
—Lo sé y lo siento, mi madre me prohibió muchas cosas. Jamás he ido, no conozco ningún lugar de por allá. –dice dejando la bolsa de hielo en la mesa de noche.
—¿Estás seguro de querer ir conmigo? –cambio mi hostilidad por confusión.
¿Si tanto odia mi país para que chingados quiere ir conmigo? Seguramente algo cambió en su plan.
—Quiero ir. Tal vez me conviene cambiar de aires. –se pasa la mano por el cabello y lo agita– Pero hay un problema.
—¿Qué problema? –finjo decepción, le hago ver que eso me hace sentir muy mal.
—No tengo pasaporte para irme al otro lado. No podré pasar sin los papeles. –su tono suena muy apagado como si no tuviera de otra más que quedarse. Aunque no parece decepcionado, sino más bien agradecido.
—Yo tampoco tengo pasaporte... –me mira con los ojos bien abiertos y yo me encojo de hombros– Pasó ilegalmente a través de los portales. ¿Te parece que van a creerme cuando diga que tengo 75 años? –sonrío con superioridad– Además, es cansado tener que crearme alguna identidad cada vez que mi edad se hace evidente.
—¿Y cómo pasaré yo? –dice con un brillo de esperanza en sus ojos.
—Irás conmigo, guarda todas tus cosas en una maleta. Sólo nos iremos tú y yo en el Jeep al bosque donde me encontraré con un amigo que cuida el lugar. Me debe un favor así que no preguntará nada. –acaricio su mejilla y él arruga la frente– ¿Qué?
—¿Qué favor le hiciste? –gruñe con un destello de celos en su mirada.
Yo río por un buen rato y él se mantiene serio, impasible y visiblemente molesto, cuando recobro la compostura, lo miro seria.
—Oh vaya, ¿la pregunta iba en serio? –asiente y yo me limito a mirarlo unos segundos– Acepté ir con él a la boda de su hermana, él es gay y sus papás no lo sabían, así que me hice pasar por su novia ese día. Me vistió con tantas cosas que apenas podía caminar. Hicimos un trato. Yo aceptaba ser su novia falsa en la boda a cambio de que él hiciera diez favores por mi. –lo miro esperando algún comentario pendejo como los que siempre hace.
—¿Tu le hiciste uno y él te debía diez? ¿Por qué? Suena injusto. –me encojo de hombros. ¿Es que acaso no ve la magnitud del favor que me pidió?
—A mi me parece un trato de lo más justo, él me hizo vestirme como una reina prostituta y un pastel de quinceañera. Además de que me besó cuando sus papás lo pidieron. –frunce las cejas tratando de imaginar tal escenario– Yo estaba tomando vodka y lo escupí todo en su cara porque eso no lo tenía contemplado en los planes. Obviamente se tragaron el cuento, pero me sentí amenazada de alguna forma que tú no podrías ni comprender o siquiera imaginar. –resoplo y miro al techo para tragarme los malos momentos.
Suelto una carcajada, ese simple recuerdo me trajo a la mente la facilidad con la que lo arruinó todo, pero que aún así, por arte de magia o por pura y mera suerte, lograba superar.
—Deberíamos dormir. Lamento haberte despertado. –me atrae hacia su casi flacucho y cálido cuerpo.
—Mañana me voy, así que debes arreglar todas tus cosas rápido. –lo abrazo y le planto un beso en sus deliciosos labios.
Apago la luz y me acurruco otra vez junto a él y su pecho calientito.
—¿Me escuchaste? –susurro en la penumbra.
Él asiente y ambos nos dedicamos a dormir, aunque yo no tuve la suerte de hacerlo la noche entera.
El Rey Dragón vive en alguna parte del territorio mexicano, así que si me lo topo debe cuidarse mucho.
Mi objetivo más importante no es hacer una alianza, sino quitar de a mis enemigos. Si él quiere mi cabeza, yo arrancaré la suya primero.
Meterse conmigo es una cosa, pero que usen a John, un personaje importante de mi pasado como carnada para engancharme es imperdonable.
Meterle ideas erróneas a alguien sobre mi es algo demasiado bajo que no permitiré bajo ningún motivo.
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MESTIZA
Science FictionSoy el resultado de años de investigación e inversión que salieron mal. Soy lo que jamás debió vivir pero que sin embargo esta aquí. Viva, latente y peligrosa. Fui creada a partir de un deseo egoísta, me convertí en el único ser que tiene en su pode...