#14..

39 2 0
                                    

Muy bien. ¿Quieren que me ponga ruda? Sus deseos son órdenes.

Doy un paso atrás lo suficiente para patear la puerta un par de veces y derribarla.

En un abrir y cerrar de ojos la puerta esta en el piso con los goznes resquebrajados y la madera astillada. Esto se volverá un problema si pasa algún vecino.

John quiere hablar, pero le tapo la boca bruscamente.

—¿Tienes idea de la cagada que harás si abres la boca diciendo quién esta ahí? Ni que el intruso vaya a gritar desde la cocina si quieres un Sándwich... baboso. –exclamo enojada y le señalo que se quede justo es ese lugar y que se ponga atento.

Recorro el pasillo con cautela, me detengo justo frente a la puerta de la cocina y saco de nuevo mi arma, avanzo lo más sigilosa posible y abro de golpe para sorprender a quien sea que esté ahí.

¿Pero qué rayos? ¿No hay nadie? Hace un segundo se escuchaban ruidos, pero ahora todo está extrañamente silencioso, bajo el arma y escucho con atención.

Que gran error fue quedarme quieta. En una fracción de segundo alguien me da un sartenazo en la cabeza. Me despista al instante y me hace trastabillar.

No grité porque no me dio tiempo ni de respirar, tampoco emití ni un sonido, solo el de mi cuerpo azotando en el piso.

¿Cómo es que no lo vi venir? Antes de abrir la puerta sí, pero ¿Por qué después de abrirla no? Mis instintos no están bien enfocados.

Me retuerzo de dolor y me vuelvo a levantar y ¡sopas! otro sartenazo en la nuca, lo que me hace volver a caer como saco de papas.

Tengo la cara pegada al suelo y el sujeto se detiene frente a mi para asestarme otro golpe en la espalda.

Me siento mareada, el mundo da vueltas como loco, intento concentrarme bien para ver quién es mi atacante, quiero saber de quién son esos ridiculos zapatos de charol.

Después de tanto esforzarme, después de intentar juntar las tres imágenes de esa sombra bailarina sobre mi cabeza lo descubro.

¡Maldito ojos verdes! ¡El muy hijo de puta logró burlarme! ¡Logró postarme a sus pies como un pedazo de carne!

—Nunca debiste meterte en mi camino. Estaba cerca de matar a Kramer. –comenta como si estuvieramos hablando del clima– Pero ahora no sólo mataré a un traidor, sino también a una especie única en su tipo. Debo admitir que Gizel estará feliz de deshacerse de ti. –ríe como payaso maniático.

—¿Quién demonios es Gizel? –grito sofocada mientras reúno la suficiente fuerza de voluntad para intentar levantarme.

—La esposa de Kramer. –abro los ojos como platos, esa sí no me la esperaba– Que pena, tú sólo eres parte del juego. Aunque me habría gustado disfrutarte más.

Agarra su sartén y me planta otro golpe en la espalda, me da sobre la columna, si no fuera inmortal ya seria mole poblano.

Sigo en el suelo gruñendo y berreando sin poder levantarme, siento la cabeza como si tuviera campanas de hierro en el interior. Realmente necesito comer.

Tras varios sartenazos que me da, por fin el mango se desprende dándome la oportunidad de agarrar fuerzas y gritar con toda la ira que tengo.

—¡YA PARALE! –da un salto atrás del susto.

Sin más tiempo que perder me levanto con extrema dificultad, ya habiéndome mordido el interior de las mejillas varias veces y con la nariz sangrante por darle violentos besos al suelo. Me conforma saber que ese dolor no es nada a comparación de lo que podría hacerle a este chico. Hay tantas posibilidades.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora