#18..

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—¿Qué estas haciendo? –ríe y yo lo beso en la mejilla.

—Dije que me dieras amor. –pongo mis brazos al rededor de su cuello para no caer.

—¡Baja de mi espalda! –sonríe como si fuera la situación más divertida del mundo, pero sus ojos no tienen esa intensidad.

—Oye, estoy cómoda acá arriba. ¿Para qué quieres que me baje? –río como si fuera verdad, cuando realmente me gusta el simple hecho de ponerlo incómodo.

—Porque no quiero que estés trepada en mi. –responde apretando mis muñecas, siendo más tosco que gracioso.

—Ok, gruñón. –suelto su cuello y me bajo de su espalda– Eres aburrido. –le doy la última mordida a mi sándwich y me sacudo las migajas de la ropa.

—¿Qué quieres hacer hoy? –sonríe cruzándose de brazos.

Amo sus tatuajes, sus brazos tan fuertes... ¡Es el enemigo, carajo! ¡Concentrada chica!

—¿Aún estas conmigo? –chasquea sus dedos frente a mi.

—¿Qué? –sonrío torpemente.

—Te pregunte ¿Qué haremos hoy? ¿No escuchaste? –da un paso hacia mi. Yo retrocedo uno.

—¿Qué quieres hacer tú? –sonrío y él da otro paso, por consiguiente retrocedo uno.

—¿Por qué retrocedes? ¿Me tienes miedo? –sonríe de una manera siniestra y da otro paso.

—¡Claro que no! –sonrío y retrocedo.

—Entonces ¿por qué lo haces? –su sonrisa se hace más amplia y amenazadora.

—Pues... –vamos Irka, invéntate algo creíble– No creo que esto sea real.

—¿Qué cosa no es real? –cuestiona sonriendo levemente, acechandome.

—Cuando te beso, siento tanto extasís que temo despertar. Temo que esto sea sólo una mentira. La lógica no es lo mío, pero es muy raro que aparezcas justo cuando las cosas se están yendo más a la mierda, y tampoco es muy natural que después de años tu digas que estás... que yo... no lo sé, eso. –presiono mis puños a los costados, no debo gritar. Tranquila, esto es parte del plan, deja que las mentiras fluyan.

—¿Te parece raro esto? ¿Crees que esto es una broma? ¿Mi amor por ti te parece una broma? –frunce el entrecejo con una mueca de tristeza.

—Jamás en mi vida he tenido una relación y temo dar un paso en falso. –tartamudeo, pero es la verdad. Temo equivocarme y no poder solucionarlo aunque no sea por las razones que le hago creer.

—Para que veas que esto sí es real, se me ha ocurrido algo muy loco. –suspiro y me paso las manos por el pelo con nerviosismo– Ponte algo elegante, saldremos a cenar. ¡Te quiero! –me besa ambas mejillas y se da la vuelta.

—¿A donde irás? –grazno desconcertada.

—Nos vemos, linda. –se despide con la mano y sale muy feliz de mi departamento.

Aún estoy parada en el mismo lugar donde John me ha dejado y no sé qué demonios hacer con mi vida.

Jamás he salido con un chico y menos con uno que ni me interesa, así que no tengo ni la menor idea de lo que usaré.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora