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Tomo todas las botellas con alcohol de su casa y vierto un poco en un vaso. Todos me están mirando como si fuera algún tipo de broma o algo así.

—Aquí le llamamos "Levanta muertos", solo se necesita hacer un coctel de todo el alcohol que se tenga a disposición y ¡Boom! adiós dolor de cabeza. –incorporó todo y se lo tiendo.

—¿Estás segura de que funcionará? –lo olfatea y lo analiza con desconfianza– Huele espantoso, prefiero las pastillas. –pone el vaso en la mesa y yo la miro asombrada.

—Esto es México, no sabes cuantas cosas extrañas se hacen aquí y créeme, este coctel no es ni esta cerca de una de ellas. –ladeo la cabeza con curiosidad al vislumbrar las dudas de su mirada– ¿Nunca has bebido alcohol?

—Claro que sí, pero como sé que... Que no moriré envenenada. –todos la miramos incrédulos.

—Jamás has tomado alcohol, eres muy apretada como para hacerlo. –espeta Annabel.

—Mira, para que estés segura de que no morirías al beberlo. –tomo las botellas y hago un coctel para mi– Yo beberé antes. Pero te advierto algo, esto se debe beber de un trago. –lo mezclo y ella niega con la cabeza– Derecho y pa' dentro.

—Si estoy ebria, ¿cómo se supone que se vayan las migrañas? Más bien aumentarían. –grazna con inseguridad y yo me encojo de hombros.

—Cada quién piensa lo que quiere, pero te diré algo. A veces debes engañar a tu cerebro. Confía en mi, no te mataré. –me mira como si estuviera loca y yo ruedo los ojos, olvide que el arte de la persuación no es algo que maneje bien– Tú no quieres que las migrañas se vayan, si lo quisieras ya rato no sentirías esas punzadas en la cabeza.

—Está bien. Me convenciste. Pero quiero que te tomes esa bebida a la par que yo. –asiento y ambas tomamos nuestros respectivos vasos– ¿De un trago?

—Hasta el fondo. –levanto el vaso y lo bebo todo, hasta la última gota.

Ella lo hace después de mi, cuando acaba tose un poco y gruñe arrugando la nariz. Hace un gran esfuerzo para no regresarlo.

—¡Dios! Es muy amargo. –se rasca la lengua y todos reímos.

—Ahora te diré el único efecto secundario que causa. –todos me miran alarmados– Tendrás un cansancio enorme e insaciable, querrás dormir mucho, al menos hasta que el alcohol desaparezca de tu cuerpo. De ahí en fuera, no hay nada peligroso. –colocó mi mano en su hombro y le aplico un hechizo sanador de lo más sencillo– Solo mantente hidratada.

El trago solo fue una cortina de humo, distracción que se sintió como un ligero cosquilleo que ella confundirá con los efectos del alcohol.

1 hora más tarde


—Cayó como tronco, y admito que es la primera vez que duerme tan relajada, su cuerpo se aflojó como gelatina. Tu levanta muertos funcionó. –exclama Cillian entrando a la cocina y sentándose en un banco con una sonrisa– Tuve que arrastrarla como peso muerto.

Annabel y yo estamos en el fregador lavando la vajilla, mientras tanto me doy cuenta de que me observa con una sonrisa agradecida.

La cena estuvo muy buena, aunque despegar la comida no fue cosa fácil. Annabel echó al recipiente un montón de líquidos de limpieza y también mucha fuerza de voluntad para tallar. Yo ofrecí una forma más sencilla y rápida, pero prefirió sufrir.

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