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*Narra John*

—¡Irma! –grita una chica con excesivo entusiasmo.

Irka se mantiene inmóvil en su lugar mientras la desconocida se acerca rápido hacia nosotros. ¿Acaba de decirle Irma? Ja, esto sí que se pondrá bueno.

—¿Cómo estas Irma? –me rió bajito y ella me mira fríamente mientras la chica solo sonríe, su mirada transmite cierta... perversidad.

—Mi nombre es Irka, eso ya lo sabes. –dice secamente mientras la chica abre los ojos por su tono.

Upsi, un pequeño error. No te lo tomes tan a pecho. –agita sus largas pestañas y sonrie con inocencia– ¿Cuándo regresaste? ¿No estabas en Seattle? –agrega intentando sonar dulce, pero solo logra ser más sarcástica.

—No estaba en Seattle. –contesta rodando los ojos enfadada, pero la chica finge no escucharla dirigiendo su atención hacia mí.

—¿Quién es este sexy, sensual y sabroso sujeto de aquí? –chilla apuntándome con su esbelto dedo de esmalte rojo sangre mientras yo me pongo en guardia.

Irka esta tiesa y creo que no piensa presentarme, así que lo haré yo solo.

—Me llamo John Kramer. –extiendo la mano y ella me besa inesperadamente la mejilla y yo solo me quedo ahí... sin saber qué hacer.

Grese se pone aún más tensa al ver tal escena. Para disminuir la tensión decido sobreactuar igual que ella.

—Atrás demonio, tengo novia. ¡Aléjate criatura del infierno! –pongo mis manos en frente fingiendo que hay una gruesa barrera que nos separa con una cruz imaginaria.

Irka me mira con un brillo de confusión en sus ojos y yo muestro una sonrisa a medias.

—¿Ya acabaste tu drama, Morales? –cuestiona lo más amable posible– John y yo estamos muy cansados y nos gustaría ir a comer, así que si nos disculpas. –me toma del brazo en un intento de poner tanta distancia como sea posible.

—¿Por qué eres así, cariño? –dice haciendo cara de perrito regañado– Tu no tienes novia, de eso estoy segura.

—Claro que tengo novia y la amo mucho así que no te lances descaradamente a mi. –digo apretando el hombro de Irka para reafirmar mi punto.

—Ja. –chasquea la lengua con picardía– ¿Quién es tu novia? Necesito saber que tan dura es la competencia. –usa un tono tan seductor que me dan ganas de comérmela aquí mismo, activa mis más bajas pasiones.

—Soy yo. –contesta Irka con furia. Esa chica se dobla de la risa y nosotros nos quedamos ahí mismo observando como se retuerce de la risa– ¿Qué es tan gracioso, Morales?

—¿Tú eres su novia? –se limpia unas lagrimas imaginarias mientras trata de dejar de reir– Nena, quitarte a este bizcocho sería pan comido. –vuelve a reírse y se va contoneandose con triunfo.

Irka da media vuelta con suma indignación y se sube al Jeep, la sigo y me subo del lado del conductor.


—¿Quién era ella? –intento sonar desinteresado, pero no tengo éxito.

—Katya Morales. -contesta severamente, segundos después yo asiento, pero mi boca no se mantiene cerrada– Es un bicho sarnoso.

—¿Por qué contuviste las ganas de golpearla? –pongo en marcha el motor.

—No me estaba conteniendo. –contesta con un tono suave, pero evadiendo mi mirada.

—Tal vez sea un hombre, pero no significa que sea estúpido. Noté que apretabas los puños hasta el punto en que se tornaron blancos. –poso mi mano sobre su pierna mientras manejo de vuelta a su casa– Tal vez las demás personas no lo habrían notado, pero te conozco bien.

—Es una humana. –contesta más para sí, como si fuera un mantra o algo así, de todas formas no entiendo a qué se refiere– Los humanos son intocables. Dañar a un humano sin una buena justificación merece un castigo severo.

En cuanto aparco, Irka baja y camina furiosamente hacia la casa. Bajo las cosas y corro a buscarla.

Voy a la cocina y la encuentro sentada sobre la mesa con las manos cruzadas sobre su regazo.

—¿Estás bien? –me acerco con cautela como si fuese un perro y no supiera como va a reaccionar si me acerco demasiado.

Ella me mira por unos segundos y hace una seña para que me acerque.

Me planto frente a ella y sonríe de oreja a oreja, pero de un segundo a otro se vuelve a poner seria.

—¿Qué tanto piensas? –pongo una mano en su cintura y con la otra le quito un mechón de la frente.

—No es nada importante. –pega su frente a la mía y me besa con suavidad.

Cuando termina de besarme la miro e insisto tomando con firmeza sus caderas.

—Dime lo que estas pensando. –sostengo su mirada un segundo y ella la aparta.

—Es algo muy pervertido, que personas con mentes sanas como la tuya no deben escuchar. –suelta una carcajada y yo rió por lo bajo.

—Lo que sea no puede ser tan malo ¿O sí? –digo abriendo los ojos alarmado ¿o extasiado?

—Te imagine cogiéndome aquí mismo en este instante. –abro los ojos como platos y se me cae la mandíbula al suelo– Sé me ocurren un par de cosas sucias.

Ella ríe a carcajadas y se baja de la mesa con aire triunfante al ver que no logro articular ninguna palabra coherente más que graznidos.

—¿Lo dices en serio? –mi voz sale ronca, joder, lo que sea que tenga me esta atrayendo como un imán.

—Claro que no, idiota. Solo estaba ideando una receta para preparar el pollo. –vuelve a reír y mi ego se desinfla.

Rayos. Yo sí me imagine eso cuando lo dijo. Y por cierto no suena nada mal, enemiga enemiga, pero no esta nada fea. Tal vez hasta le puedo perder el asco unos minutos.

Su cuerpo, mi cuerpo, sus gemidos mezclados con el olor de su piel. El sexo en el aire, yo poseyendo a la persona más poderosa y oscura del mundo, todo ese potencial unido en un heredero...


Si Gizel supiera en lo que estoy metido me mataría, aunque no puedo negar que su hermana menor es muy sexy... no, no, no, yo debo concentrarme en eliminarla.

Veo su trasero mientras se mueve por la cocina pensando... Dios, en serio me la podría coger.


—¿Te parece si salimos esta noche? –interrumpe mis pensamientos, así que la miro sin expresión, creyendo que tal vez puede escuchar mis pensamietos– Mis amigas se enfurecerán si no les aviso que estoy aquí.

—Como sea, suena bien. –me doy la vuelta y voy por las maletas que esperan en el descansillo de las escaleras.

Esta es la noche. Debe ser. Ni un minuto más.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora