#10..

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La ultima persona que me besó fue hace como 10 años y terminó 7 metros bajo tierra en pedacitos. Desde entonces nadie tiene la valentía de hacerlo. Hasta yo estoy sorprendida, ¿cómo puede besarme si le doy tanto asco?

Lo gracioso y confuso esta en que le seguí el beso. Puede que me haya gustado un poco, pero una cosita de nada porque debo recordar que ¡es el maldito enemigo!

Es comprensible que yo me deje llevar por ese tipo de momentos instintivos, jamás he tenido la oportunidad de disfrutar algo así. El recuerdo de quién tengo enfrente de mi me hace bajar la guardia, aunque muy en el fondo sé que no son la misma persona.

Un segundo después vamos ambos en silencio, cada quien por su lado pero mi curiosidad no la puedo mantener quieta. No había conocido a nadie que intentará meterse tanto en el papel.

-¿Por qué? -digo tranquila siendo que por dentro soy un manojo de nervios.

-¿Por qué qué? -me mira con tranquilidad e inocencia, pero sus ojos no lo siguen.

-El beso... ¿Por qué? -miro hacia la ventana para evitar sus ojos, esa pregunta surge con autenticidad de mi ser.

Siendo sincera con nadie y digo en serio, con nadie me he puesto de esta forma. Supongo que es porque apenas he conocido el significado del afecto y de todas aquellas reacciones afectuosas de los seres. Pero que me besara aún después de la repulsión que siente nada más verme es... confuso y alarmante.

-Supongo que tus labios me pedían que los besara. -encogiéndose de hombros me mira de reojo con una sonrisa pícara.

Parece que se acaba de sacar del culo la respuesta más pendeja que jamás he oído en toda mi perra vida. Ni un poco de ingenio le metió, no sé cuantas neuronas murieron con esa idea tan miserable.

Aprieto la mandíbula y recuerdo que debo seguirle la corriente así que me cubro la cara con las manos.

-¿No dirás nada? -cuestiona riendo, es más, siento que se burla de mi.

-¿Qué podría decir? -grazno avergonzada de mis propias emociones.

-No lo sé. -gira a la izquierda con elegancia, ya saben, una mano en el volante y la otra sobre su rodilla como si fuera una situación de lo más natural- Que no te gustó, que no lo vuelva a hacer, dame una cachetada, una patada en la entrepierna... algo. -su risa es tan linda y melódica.

¡No, no no! ¡Concéntrate! Mira debajo de su máscara. Piensa que John es una cebolla y tiene muchas capas y cada capa es más repugnante que la anterior.

¿Realmente puedo patearte las bolas? Me tientas, me tientas, pero no, debo seguirte el juego. Estamos jugando al gato y al ratón... definitivamente me siento como el ratón, este es un campo desconocido.

-Me gustó. -digo en un tono apenas audible, pero sé que él lo escuchó perfectamente, su sonrisa de oreja a oreja me lo confirma.

-Eres linda cuando te sonrojas. -informa mientras aparca en el estacionamiento y posa su mano en mi hombro.

-¿De verdad? Eso debe ser un buen cumplido para el resto de las mujeres, pero para mi son sólo palabras vacías. -sentencio levantando poco a poco la cara con una sonrisa torcida, esos ojos me vuelven loca, quiero sacarlos y meterlos en un frasco con formaldehído para conservarlos- No me termina de gustar.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora