#35..

18 1 0
                                    

Despierto casi a medio día y me pongo en acción aún cuando mi cuerpo exige dormir más.

No me permito dormir demasiado por una simple razón, cuando uno duerme hay pesadillas y yo quiero evitarlas.

Me lavo los dientes y le hecho un ojo a mis amigas, quedamos en que iríamos juntas al Orfanato, pero después de varios intentos me doy cuenta de que será imposible despertarlas, así que desisto.

Abro mi portal personal protegido que esta situado en un mueble de mi sala. Resulta casi imposible tener un portal personal, pero mi padre me lo permitió para que yo pudiera moverme con seguridad.

Cuando cruzo estoy en un pueblo diferente, más alejado y aislado de la civilización donde se acentan familias tradicionales temerosas de los humanos.

Este lugar se encuentra bordeado de árboles frondosos protegidos por hechizos antiguos que repelen a los humanos, sembrandoles un gran terror cuando se acercan demasiado para después obligarlos a huir despavoridos.

Camino por las calles de piedra del pueblo bautizado como Favkar-Ka. Es grande y moderno, pero jamás a perdido el toque de sencillez y naturalidad de su origen.

El tiempo que tardaría recorriendo el pueblo de extremo a extremo serían unos diez minutos a paso lento. Actualmente no hay ni siquiera 150 habitantes, pero ya es un pueblo casi independiente y sustentable.

Llego al orfanato al final de la calle principal y toco la puerta. A esta hora los niños deben estar en el descanso de sus clases, jugando y saltando por ahí.

Llevo puesta una sudadera gris y unos jeans negros rasgados porque me hace sentir comoda verme desaliñada.

Por muy curioso que parezca, este pueblo es mucho más fresco que el mundo que hay fuera de las barreras por lo que tienen una temperatura bastante fría la mayor parte del año.

—¿Sí? –una chica joven y bajita asoma la cabeza por la puerta entreabierta del Orfanato, debe ser una novicia porque no recuerdo haberla visto.

—Buenos días, soy... –comienzo y antes de terminar me interrumpe de manera brusca.

—No es hora de visitas, vuelva después. –abro la boca para protestar, pero en cuanto doy un suspiro ella me cierra la puerta en la cara con una brusquedad innecesaria.

Miro a todos lados boquiabierta y vuelvo a tocar con insistencia. Esta chica me va a oír.

En cuanto vuelve a abrir la puerta, la empujo a un lado y entro al lugar hecha una furia.

—Yo puedo venir cuando se me de la gana. ¡Yo soy una benefactora importante, por lo tanto estos niños también están bajo mi custodia! –gruño intentando no levantar mucho la voz.

Mi intento falló, la encargada, la señora Rakel, aparece con paso acelerado y las manos unidas al frente como haciendo una plegaria, al verme se le forma una sonrisa borrando el gesto de enojo que posee por la naturaleza de su piel madura.

—¡Comandante! ¡Que sorpresa! Es un placer tenerla aquí. ¿Su cita no fue ayer? –dice sonriendo de oreja a oreja, tiene un don único, su voz dulce como la miel evita que pienses que te está regañando, pero si observas sus ojos sabes que estás en problemas.

—Lo siento. Tenía algunos asuntos que arreglar y se me fue el tiempo. –siento las mejillas calientes al instante y me disculpo con una media sonrisa.

—Veo que ya conoció a mi nueva asistente. Su nombre es Priscila. –la chica me mira con los ojos como platos y las mejillas excesivamente rosadas.

—Priscila ella es Irka Grese, la Comandante de Sangre del Inframundo, quizá la conozcas como Heda. –Priscila me mira y hace un gesto de estar muy avergonzada– La señorita Grese dona mensualmente una suma muy generosa que mantiene con vida este lugar, cosa por la cual siempre estaré agradecida.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora