#25..

16 1 0
                                    

*Actualidad*

—John... Lo siento, arruiné tu vida. –exclamo en un hilo de voz mientras me cubro la cara con las manos.

¿Cómo le pude hacer esto? Soy la peor persona del mundo. Solo pensé en mi. Por mucho que odie que él me esté utilizando para conseguir algo de mi, acepto que fui egoísta al usar mi sangre sin saber qué iba a pasar.

En aquel tiempo yo era solo una niña solitaria que quería que viviera, que sintiera y descubriera cosas que tal vez yo jamás podría disfrutar.

—Oye. –toca mi hombro y levanto la cara para poder verlo– No arruinaste mi vida. Creías que era lo mejor, y no importa lo que haya pasado aquella noche, salvaste mi vida. –dice en tono calmado acogiéndome con su brazo.

—Tu madre bloqueó esa parte de tu vida, hizo que algún brujo saboteara tus recuerdos y sembrara otros. –se encoge de hombros sin saber a qué me prefiero y yo continúo– Es más que obvio que no ubicaron el recuerdo en la época correcta, manipularon tu mente. Tu madre ocultó que tienes tienes 76 años. –tomo su mano intentando transmitirle seguridad.

—¿Qué? Si tengo 76 años ¿por qué me veo tan joven? –levanta una ceja y yo me encojo de hombros.

—Puede que te hayas transformado en algo y tu edad se haya quedado atascada permanentemente. –nos miramos, pero él no sabe que decir ni siquiera comprende que significa eso– Mi transformación finalizó cuando tenía 25 años. –suspiro con pesar– Creo que mi dictamen no fue muy acertado, parece que la adaptación de la sangre tardó en presentarse.

—Entonces ¿Mi edad se atascó en los 28? –abre la boca sorprendido incapaz de articular palabra alguna.

Se pasa las manos por el pelo intentando saber si esto es un mal sueño.

—No tengo ninguna habilidad especial como tú. ¡No me parezco en nada a ti!
–me señala como si decir habilidad fuera una deformidad evidente.

—Es posible esconder esa habilidad como tú la llamas. Conozco a una persona que se avergüenza de lo que es, así que toma medicamento para que la manifestación de sus genes mutantes se adormezcan, la cuestión es que cuanto mayor sea el tiempo de uso de la dosis, más resistencia existe y más cantidad se necesita. –se pone serio, sopesando mis palabras y luego me mira como quien oculta un gran secreto– ¿Qué?

—Yo tomo medicamento, mi madre me obligaba a tomarlo. –se encoge de hombros– Supongo que aumenté la dosis porque me daban ataques de ansiedad.

—¿Ataques de ansiedad? –asiente– ¿No querrás decir síndrome de abstinencia?

—¿Cómo que abstinencia? No te estoy hablando de drogas. –gruñe con los ojos llameantes de ira.

—¿Tienes esas pastillas aquí? –le miro como si hubiera descubierto algo demasiado importante.

Asiente convencido y se levanta, minutos después regresa con una caja del tamaño de un alajero.

—Esto es lo que tomo. –abre la caja y yo abro los ojos como platos– La Orden me abastece cuando se terminan.

—¿No te quema la garganta cuando las tomas? –remuevo los frascos.

—No. ¿Por qué? –su cara muestra confusión, huelo las botellas que contienen las pastillas, arrugo la nariz y las dejo en su lugar.

—Son pastillas fabricadas con flores silvestres tóxicas y otros componentes nocivos para los mestizos. –le entrego la caja y él la observa como si esta fuera una criatura extraña– Si yo la tomo solo siento un cosquilleo como si tomara un caballito de tequila de un trago y con suerte solo me salen ronchas. ¿No tiene ningún síntoma secundario? –lo miro fijo, analizando cada detalle de su piel, al menos la que esta al descubierto.

MESTIZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora