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*Narra Irka*

—Gracias por todo. –dicen mis clientes subiendo a su coche y despidiéndose con la mano.

—¡Comida, comida! –grazno desesperada una vez que se van, corro como loca hasta las escaleras para subir a buscar algo de comer en la cocina.

Saco un bistec, y unas cuantas hojas de lechuga, las lavo y aso la carne; saco una cerveza y me siento a esperar que este lista.

Una vez que ya comí, lavo los trastes y me recuesto en el sillón a descansar, pero mi intento es vano.

>>Aún debes hablar con Brennan. Recuerda que solo tienes tres días<<

Hablaré con el tarde o temprano. El pueblo es demasiado pequeño como para no encontrarnos en algún momento.

Cierro los ojos un segundo y al siguiente mi teléfono comienza a sonar y a vibrar en mi bolsillo, así que lo tomo aún con los ojos cerrados y respondo.

*Llamada*

Habla Irka.

Necesito hablar contigo de algo muy importante. –dice agitado con el sonido de piedras crujiendo bajo sus acelerados pasos.

Cillian, ¿es algo de vida o muerte? –me pongo rápido de pie con el corazón acelerado.

No, pero es importante, alguien me a sugerido algo y necesito hablarlo contigo. –contesta serio.

Vaya, suenas... De acuerdo. –oh mierda, tal vez las chicas ya lo mencionaron.

—Estoy llegando. ¿Dónde estás? –se escucha de fondo el pasar de los autos y el canto de los pájaros.

Ya bajo.

*Fin de la llamada*


No sé cómo le voy a pedir que vaya conmigo a la gala. Será muy difícil. Cillian es muy fácil de tratar, pero de todas maneras me causa mucha ansiedad pensar en invitarlo a salir.


Bajo las escaleras y entro a la oficina, encontrándome con Cillian en mi escritorio con los brazos cruzados y la gorra calada hasta las cejas.

Tiene la cabeza ligeramente agachada, lo que me impide ver con claridad su expresión. Sólo veo un gesto perversamente oscuro y sexi reflejado en su sonrisa.

—Aquí me tienes. ¿Qué es lo que querías decirme? –me cruzó de brazos nerviosa y analizo la posición tan serena que tiene para intentar descifrar algo, pero no tengo éxito.

—Nunca pensé que llegaría a decirte esto, pero... –se levanta lentamente y lo interrumpo antes de que terminé.

No puedo soportarlo más, la presión me carcome. No quiero que me humille con una negativa.

—¡Oh! Si no quieres ir conmigo a la gala no hay ningún problema. –decirlo tan rápido no me ayudó a relajarme y tal parece que me equivoque al mencionarlo.

—¿Gala? ¿Cuál gala? ¿De qué estás hablando? –su cara muestra cierta curiosidad que me hace temblar aún más.


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