1- Seducción (con Joe Elliot)

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Sentía que su cabeza iba a estallarle, que su garganta iba a romperse. Lo tenía aprisionado con sus piernas mientras la sujetaba de su cintura pasando sus manos por su cadera para masajear sus glúteos, volver a su cadera, subir por su abdomen y apretar sus tetas con desenfreno para luego lamerlas, juguetear con sus pezones, y ella tirándolo del cabello, arañar su espalda, apretar su cabeza contra su cuerpo para que siga succionando sus pechos. Volvió a erguir su cuerpo, llevando su rostro hacia el techo. Karla arqueaba su espalda mientras los tendones de su cuello se le marcaban por el placer que le producía sentirlo dentro, Joe jadeaba con sus ojos cerrados y respiraba profundo sin dejar de apretar su delgado cuerpo.

Sus gritos de clímax se fundían mientras la mujer le pedía que no parara en ningún momento, que amaba que la volviera loca de tanto fornicársela como a ambos les encantaba, duro, fuerte, profundo, húmedos ambos, sintiendo el sudor el uno del otro.

Cayó sobre su pecho mojado de transpiración, con su cabello pegado a su rostro intentando recuperarse. Ella lo abrazaba despacio, incómoda por estar arriba de la mesa con sus piernas colgando. Estaba agitada, con su corazón acelerado temiendo de sufrir una taquicardia o algo por el estilo.

Joe terminaba de acomodarse la ropa frente al espejo mientras Karla se duchaba y pasaba la esponja relajándose. Al salir del baño, cubierta por la toalla, lo miró insinuándose nuevamente, él sonrió mientras terminaba de abrocharse el puño de su camisa.

-No vas a dejar de seducirme jamás, verdad, nena?- la tomó del mentón para besar sus labios rosas.

-Tendría que hacerlo?- sonrió burlona.

-Para nada... pero no es el momento de que quieras ponérmela tiesa nuevamente... tengo que irme a trabajar y llegaría tarde- ella se dio la vuelta y se sentó a la orilla de la cama fastidiada, tomó su ropa y comenzó a vestirse.

Bajaron al estacionamiento, subieron al auto y salieron del edificio. El trayecto era largo, y la joven solo se dedicó a mirar a través de la ventanilla hacia el horizonte.

Comenzaba a amanecer, la ciudad tomaba un color distinto al que tenía por las noches, los autos eran pocos en la carretera y los edificios se veían cada vez más cerca conforme a que la distancia se acortaba. El último día de la semana por fin había llegado.

No hablaron de nada hasta llegar al edificio. Al estacionar el auto, ambos se miraron. Él tomó su mano y la frotó despacio, ella sonrió y miró las manos de ambos, dio vuelta la suya y lo sujetó con delicadeza. Miró su reloj y se dio cuenta de que era realmente tarde.

-Diablos... tengo que irme. Hoy tengo una junta importante.

-Igual yo...- ella sonrió divertida.

-Cuando nos veremos?

-Muy pronto, eso te lo aseguro- le guiñó y sonrió de una forma tan pervertida que hizo que se le erizara la piel.

Dio un beso corto en sus labios, tomó su bolso con cierta dificultad del asiento trasero y salió del auto divertida, con una amplia sonrisa en su rostro y sus ojos brillantes como el más fino diamante.

Subió a su apartamento, tiró su bolso en el sofá del que cayeron esposas y un gel íntimo. Realmente había salido a pasarla bien,

Del armario de su habitación sacó su traje beige, el que a su vista mejor le quedaba. Sonrió y sacó una camisa blanca, luego, su mejor lencería. Esa negra con encaje con la que estaba segura de enloquecer a más de un hombre, pero no era eso justamente lo que tenía que enseñar, así que buscó su laptop y la metió en su maletín para no olvidársela.

Se puso de "punta en blanco" para esa ansiada muestra. Su maquillaje suave la hacía parecer realmente una ejecutiva seria y preparada, pero más que nada, una mujer aguerrida de armas tomar.

Las ligas que sostenían sus medias, se dejaban ver cada vez que se movía y todos los concurrentes en la sala de juntas le prestaban atención. Hablaba de forma encantadora, se movía sensualmente, todo gesto que hacía era provocativo sin que ese fuese su verdadero propósito. Su cabello acompañaba sus movimientos mientras su ojos iban y venían de su netbook a la pizarra.

Al terminar la junta, todos la aplaudieron. El proyecto fue aprobado gracias a su fabuloso poder de convencimiento.

En el ascensor, eran solo ellos dos. Puso el elevador en stop. Se mantuvieron en silencio hasta que la puso contra la pared besándola apasionadamente mientras subía sus piernas a su cintura. Comenzó a meter sus manos despacio por debajo de su falda, tocó su ropa interior y al sentir su ropa interior húmeda, su verga se endureció y hundió su lengua en su boca. Se separó de ella por un instante, comenzaba a faltarles el aire mientras la excitación se apoderaba de ambos.

-No voy a arrepentirme nunca de haberla contratado, señorita Karla.

-Gracias, señor...

-Amo cuando me dices "señor".

-Y yo amo que me hagas tuya, Joe.

-Prefiero que aquí, en la empresa, me digas "señor", siento que me das el poder y la bestia dentro de mi se libera.

-Como usted diga... señor- se relamió los labios y bajó el cierre de su pantalón para meter más cómodamente mi mano dentro de su bóxer y manipular su miembro endurecido para luego sentirlo entre su paladar y su lengua.

Dentro de Mi (Erotic Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora