Dentro de Mi (Erotic Rock)

27- Amistad a prueba (Con Olli Herman)

¿Estaba mal acostarse con un amigo? ¿Con un amigo que tenía hace años? ¿Con alguien que sabía infinidades de cosas sobre mi vida, así como yo sobre las suyas, inclusive sobre la primera vez que tuvimos sexo con alguien? No lo sabría si no lo experimentaba por mi misma.
Mis amigas lo discutieron y dos de ellas que lo habían hecho, una terminó con su amistad porque su amigo resultó ser un caballero memorioso, con la lengua muy floja y en menos de una semana, tenía cierto número de acosadores que la habían hecho abandonar la universidad. Mientras que mi otra amiga, comenzó a confundir la amistad combinada con sexo con algo más fuerte y prefirió cortar por lo sano, así que no volvió a verlo.
No quería terminar como ellas, Olli Herman, era realmente importante en mi vida, aunque sería solo acostarnos, la idea de que los sentimientos se confundieran, no era algo que me mantuviese tranquila. Pero si lo charlaba con él, quizás estaría de acuerdo con mi propuesta de no vincularnos más allá de un simple revolcón y que nuestra amistad se conservara intacta.
Aún yo, Aina Egsthön, a mis ventiseis años, era una persona que sabía muy bien como terminaría todo si alguno de los dos confundía las cosas. Pero siendo personas adultas y en sus completos cabales, no nos pondríamos a tontear como adolescentes con hormonas al cien por ciento revolucionadas.

Jamás imaginé que tan solo un pequeño roce de sus dedos al desprenderme la camisa, haría que mi pulso se disparara.

Estábamos charlando animados en un bar, como lo que éramos, muy buenos amigos. No le había planteado el tema de acostarse con una amiga ni él me había preguntado a mi que me parecía la idea, así que, ponerle las cartas sobre la mesa luego de unas cuantas cervezas, fue fácil.

Desabrochó mi pantalón y fue bajándolo con delicadeza, lo dejó caer sobre mis pies y se aferró a mis muslos besándolos muy despacio, sosteniéndolos con fuerza, apretándolos en cada movimiento de su boca.

—Tú... ¿te acostarías conmigo? —su pregunta me hizo reír... de nervios.

Un gran silencio me llevó a mirarlo mientras extendía una de sus manos alcanzando las mías que sujetaban la botella casi llena de cerveza. Me ericé mientras un escalofrío recorría mi espalda y mis brazos.

—¿Por qué no? Solo sería una noche, nada más. Aparte, nosotros, amigos, nos conocemos desde hace mucho tiempo. Creo que jamás te he visto desnudo... ni tú a mi... —esbocé una ligera sonrisa y bebí un gran trago como tratando de darme valor por si me arrastraba en ese mismo momento a su apartamento que estaba a unas pocas calles de donde estábamos.

Al subir y colocar su frente contra la mía, se quitó la camiseta sin dejar de verme a los ojos. no había visto unos pectorales y un abdomen tan sensuales en mi vida. Mordí mi labio inferior mientras deseaba besar toda esa hermosa anatomía masculina «Por Dios, Olliver, hazme tuya ahora, ya» rogaba en mi mente. 

Caminamos hasta una esquina donde esperé un taxi. Solo reíamos sin razón alguna. Sus ojos me parecieron los más hermosos que había visto en mi vida. A pesar de los ruidos en la ciudad, creía escuchar los latidos de su corazón combinadas con su respiración. No dijimos nada del beso que accedimos a darnos luego de que le dijera que me iría a la cama con él, pero deseaba otro, más duradero para sentir su sabor con más intensidad y que la suavidad de sus labios me perdurara por lo menos hasta quedarme dormida.

Corrió ambos breteles de mi sujetador dejando mis pechos descubiertos. Me tomó del trasero haciendo que me sujetara a él con mis piernas alrededor de su cadera. Su erección golpeó duro contra mi sexo y eso me hizo excitarme. Caímos sobre la cama sin dejar de besarnos. Era increíble que eso sucediera, tan increíble como apasionante y aventurero.

—¿Nos veremos pronto? —su voz se escuchó delicada, con un dejo de sensualidad.

—Si —relamí mis labios—. Muy pronto.