14- Regresar (con Sebastian Bach)

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Las lágrimas rodaban por mis mejillas, él solo me miraba en completo silencio.

-No me gusta verte llorar y lo sabes- me lo recordó de la manera más fría que pudo.

-Es lo único que puedo hacer... qué pretendes? que me ría?- sacudí mi cabeza lentamente negando en vano toda la situación. Tomé mi bolso y salí de esa cafetería.

Llovía. El clima perfecto que hacía juego con mis ánimos y la ruptura que comenzaba a atravesar.

Me sentía la mujer más horrible del mundo. Mi cabello se había frizado por la humedad, mi maquillaje se corría por mis lágrimas y el agua, y mi ropa estaba demasiado mojada.

Me dejó ir así, sin ni siquiera haberse ofrecido a llevarme hasta mi casa en su auto. Ni siquiera tenía porqué hacerlo, rompió nuestra relación sin darme explicaciones, pero cuando te dejan, no hay explicación que valga la pena, te rompen el corazón y no importa nada más que tu dolor.

No volví a verlo por meses, ni siquiera supe cuanto tiempo había pasado. Supe que ya estaba con otra siendo muy feliz en lo que yo seguía derrumbada. Después de cuatro años juntos, no era fácil superar todas las cosas que habíamos vivido, buenas y malas por igual.

Uno de tantos sábados, salí con unas compañeras de trabajo a un bar. Me vestí sin intención de provocar a nadie, no tenía humor para conocer a algún hombre, estaba cerrada a cualquier relación. Mi vestido rojo, mi cabello negro, que originalmente era castaño claro, pero porque ese maldito idiota me había dejado, decidí cambiar un poco en mi aspecto. Si, cuando te dejan, maltratas a tu cabello, es ley.

Mis medias de seda, tacones negros y mi maquillaje demasiado cuidado, llamaban la atención. Me hacían sobre salir sin necesidad alguna.

Comencé a beber descontroladamente, reía con las chicas por cualquier idiotez. Al momento en que intenté ponerme de pie, casi caigo y un muchacho muy apuesto, me sostuvo a tiempo. Sonrió y me preguntó si estaba bien, le agradecí su ayuda y me acompañó hasta el baño. No sabía porqué pero en cuanto salí, seguía parado esperándome. Me hablaba animadamente, era muy simpático aunque me di cuenta de mi deplorable estado, de que no quería a ningún hombre cerca y comencé a evadirlo un poco.

Salí del bar y me recosté contra una de las paredes, necesitaba aire fresco.

-Cherrie?- escuché a alguien hablarme. No podía ser él... él no por favor...

-Eh...- miré hacia todos lados buscando a su acompañante -qué haces aquí?

-Vine con Rachel... a...- se detuvo a observarme y seguía mareada -estás bien?

-Si. No tiene porqué importarte mi estado.

-De acuerdo. ¿Estás sola?

-Si! Muy sola!- no se refería a mi situación sentimental así que me relajé -si... vine sola...

-Es que... estás muy linda y no puedes andar así por la calle a estas horas.

-No te preocupes. No te echaré la culpa si me sucede algo. Es más, mira...- dije tomando un papel y un bolígrafo de mi cartera -aquí dejaré asentado que tú, Sebastian Philip Bierk Bach no me has obligado a hacer nada que yo no quiera- arqué una ceja mirándolo burlona -por si la policía encuentra mi cadáver y buscan inculparte, esto te librará de ir preso- volvía a guardar las cosas que había sacado. Él se reía irónico mientras sacudía su cabeza y arrugaba su nariz.

-Nunca cambiarás, eh, Cherrie?

-Vete al infierno.

-No. Tú estás allí y no me quieres cerca- lo miré con rabia.

Dentro de Mi (Erotic Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora