Dentro de Mi (Erotic Rock)

94- Tuya para siempre (con Steve Harris)

Steve afinaba su bajo mientras sus compañeros conversaban. Sacó de su bolsillo un pañuelo rojo y recordó lo extraño que se había sentido por la mañana tras despertarse por lo que había soñado. Ese pañuelo se lo había dado ella días antes de desaparecer de su vida sin dejarle dicho a donde iba, por qué, ni siquiera una nota de despedida, dejándolo con miles de preguntas y pero sobre todo, mucha preocupación.

Uno de los muchachos lo llamó para preparse. El Cart & Horses estaba repleto de gente, era la tercera presentación con su banda, pero tocaban otras también y la gente se congregaba entusiasmada para escucharlas a todas. Las luces estaban bajas en el pequeño escenario, cuando el baterista dio algunos golpes leves en uno de los platillos, se escucharon algunos gritos masculinos. El público femenino era poco, pero Steven solo estaba allí para tocar. Todavía tenía el pañuelo en la mano cuando le echó una última mirada, lo besó a penas de manera disimulada y se lo acomodó en el bolsillo.

Tras terminar la primera canción, la gente los alentaba mientras el cantante interactuaba un poco con ellos entre lo que hacía la presentación de la banda y que pondrían a todos a rockear duro.

Steve veía a toda la gente, algunas chicas se habían colocado frente al escenario y se acomodaban la ropa de manera no tan disimulada porque lo miraban a él directo a los ojos. Él solo sonreía y miró hacia las mesas acomodadas a unos costados y en una de ellas creyó ver un rostro conocido pero no tuvo tiempo a divisarlo mejor por la mayor parte de oscuridad que reinaba en el lugar y porque su compañero anunció el siguiente tema a ejecutar.

En el descanso para la tercera canción, comenzó a temblar. A su mente vino su cara, su perfume, su cabello mojado en días de lluvia, como se veía con las camisetas que solía prestarle y que a su vista le quedaban mejor que a él, la suavidad de sus manos, su risa, su cara bañada en lágrimas cuando estaba desbordada por un algún problema que la aquejaba demasiado, su cuerpo cubierto por su ropa de secundaria, su voz y como lo miraba con sus ojos color marrón claro. Intentaba tocar rápido, quedaba fuera de tiempo, había perdido la concentración. Jeanne Rist estaba sentada en esa mesa pero no lucía como la recordaba, era una mujer completamente distinta, con un vestido que por lo que podía ver, parecía caro, cabello rubio arreglado en un recogido detrás de su cabeza, con mucho rouge rojo en sus labios, guantes negros en sus manos, lucía delicada, como una señora rica. En cuanto vio a un costado de ella, había un hombre, no se parecía en nada a su padre, pero si se dio cuenta que era mucho mayor que su preciada Jeanne.

Las cosas en menos de quince minutos habían cambiado rotundamente. Necesitaba terminar el recital rápido, nunca nada le había importado algo mucho más que dar un espectáculo con su banda, de todo modos, las cosas con el grupo no estaban muy bien, aunque por ser un tercer recital él debía dar lo mejor de si, pero ya no estaba concentrado.

Cuando el espectáculo tuvo su fin, dejó su bajo a un lado e ir por Jeanne. Una chica se le interpuso en su camino en el que pedía permiso a la gente a su paso.

- ¿Tú eres Arri? -el músico se quedó mirándo a la joven que le daba a la altura de su hombro. Con uno de sus antebrazos sujetaba una bandeja a su cuerpo y supuso que era una de las camareras. Asintió, hacía demasiado tiempo que no escuchaba que lo llamaran así, de hecho, no entendía como esa joven con la que no había tratado conocía su apodo- Te mandan esto -le dijo tomando una de sus manos y poniéndole un papel doblado.

Steve buscó con su mirada a Jeanne pero no estaba en la mesa donde la había visto, ni siquiera estaba el señor que la acompañaba. Otra gente ocupaba las sillas a la mesa.

-¿Quién te lo dio? -le preguntó a la joven.

-Una mujer.

-¿Viste donde está?