—¿Estás lista? —susurró intrigante en su oído.
Apenas asintió temblorosa y con la boca abierta como esperando el momento en que tuviese que soltar un gemido.
La tomó de sus muñecas y con las esposas preparadas, se las unió por la espalda. Se quejó por el dolor que le implicaba, pero si realmente lo quería, tendría que soportar lo que fuese. Sintió como le colocaba auriculares en los oídos para que no lo escuchara por unos minutos.
Tomó la fusta y acarició sus nalgas con ella hasta darle un golpe, ni demasiado suave ni demasiado fuerte, no quería que quedase marcada, y menos ese trasero que tanto amaba.
Luego tomó la espuela y la hizo correr de manera lenta por su columna. Janisse soltó un jadeo casi inaudible, pero al sentir la fusta golpear contra su piel nuevamente, el grito fue mayúsculo. Quería sentirlo dentro, estaba más que urgida. Tomó su larga trenza y la enredó en su mano izquierda mientras que con su otra mano, acariciaba su vagina con su pene envuelto en látex.
Sus gemidos lo volvían loco, sentía no poder seguir controlándose, no por más minutos.
Recordaba las palabras de su amigo «—Hazla desearte, pero ten cuidado con los golpes, no seas tan duro. Se trata de que ambos gocen, no de matarla—» Soltó una ligera risa y dio pequeños besos en sus omóplatos haciéndola estremecerse.
Tomó un cubo de hielo, se arrodilló ante ella y se lo puso justo en su clítoris. Sus gemidos de placer eran la mejor canción que podía escuchar. Janisse tenía auriculares puestos con los que escuchaba a su banda favorita mientras su dueño la sometía a su gusto.
Movía su cabeza a todos los lados que le fuesen posible mientras su cuerpo se tensaba por el placer que comenzaba a provocarle aquella experiencia. Era una tortura sexual deliciosa, que aún después de más de media hora, le extrañaba que no estuviese dentro de ella. Ya le había dícho que estaba lista, ¿qué estaba esperando para penetrarla a fondo? No lo sabía y no saberlo la desesperaba.
Tomó otro cubo de hielo y lo deslizó por su columna desde su nuca. Llevó su otra mano hacia uno de sus pechos y comenzó a pellizcarle el pezón, lento, con sumo cuidado, subiendo el nivel de dolor, hasta escuchar su súplica de que se detuviera.
Jadeaba de pánico, estaba a punto de pegar alaridos del miedo que tenía de que fuese a volverse loco, no entendía porqué había dicho que si a esa forma de excitación, pero recordaba las palabras exactas «no te haré daño, solo quiero jugar un momento contigo» pero el juego estaba tornándose algo extremo para su gusto.
Sintió su aliento en sus nalgas, su labio inferior siendo arrastrado por esa zona y luego, su lengua. Dio un respingo al sentirlo demasiado cerca de su ano. Su piel se erizó de repente y no se fue esa sensación hasta que sintió una nalgada con demasiada fuerza.
Se inclinó sobre ella, corrió los auriculares, tomó de su cabello trenzado nuevamente tirando con él de suavidad.
—Te cogeré tanto que gritarás hasta quedarte disfónica, preciosa...
Janisse tembló. La tomó de su cintura haciéndola arrodillarse con su cabeza apoyada en la cama. Cuando sintió un líquido espeso sobre su vagina se creyó aliviada. Steve introducía sus dedos, no uno, ni dos, casi su mano completa estaba dentro de ella. La sacaba despacio mientras Janisse gemía y volvía a meterla mientras se masturbaba preparándose para la diversión.
La penetró con fuerza, se movía como una bestia. La joven que tenía los ojos vendados, intentaba mirarlo sin éxito alguno y gritaba tanto que quizás alguien podía llegar a llamar a la policía. Steve le amordazó la boca mientras entraba y salía de ella con una violencia cuidadosa, podría llegar a quebrarla o a desgarrarla y no estaba en los planes lastimarla de alguna de esas maneras.
Dio unas palmadas en su trasero y mientras continuaba con sus embestidas ya un poco menos bruscas, comenzó a acariciarle su zona anal. Janisse estaba aterrada. Si por su coño casi la parte al medio, ¿qué le haría por la retaguardia? lo pensaba a manera de chiste, pero no era el momento justo para ponerse bromista.
Salió de ella y la acomodó con sumo cuidado, buscó más gel y lo colocó en los dedos, untó la zona con delicadeza, esa en donde sabía que conseguiría más placer.
Se acercó al oído de la chica y susurró:
—Prometí no hacerte daño... y no lo haré.
Tomó su miembro erguido y comenzó a entrar muy despacio. Janisse casi no se quejaba por ello. Él pasaba sus manos por su espalda, su cintura hasta sus pechos, como todo un caballero, mientras se adentraba más y más hasta llenarla por completo con su dura verga.
Comenzó a moverse y Janisse lo disfrutaba. Le desató la mordaza, quería oírla.
—No pares...—dijo susurrando— fóllame como no lo has hecho antes.
Esas palabras era las que quería oir desde que la conoció, una jovencita inexperta a la que amó iniciar sexualmente, ahora, sometida a su idea de cambio de rutina experimentando el desconocido mundo del sadomasoquismo.
Era algo asombroso, sentirlo dentro de ella de una manera que pensó, era una tortura, la estaba haciendo perder la razón.
Gemía, pronunciaba su nombre, jadeaba, dejaba escapar un grito, le pedía más, que la maltratara un poco.
—Si me sueltas, te haré temblar, Mister Steve Clark.
Sonrió sarcástico, no la soltaría, no al menos por los siguientes minutos.
Antes del clímax, Steve se deshizo del condón y volvió a llenarla analmente, comenzó a correrse dentro de ella mientras los espasmos del orgasmo lo hacían sacudirse casi con brutalidad.
Cayó tumbado a su lado, jadeando intentando recuperar el aliento. Janisse se quejó porque no le había sacado las esposas de las muñecas y comenzaban a dolerle los brazos.
Besó sus hombros y luego de cumplirle el deseo de dejarle las manos libres, le dio una palmada en el trasero para volver a acostarse, por fin pudo tenderse boca arriba corriendo la venda de sus ojos, intentando asimilar que lo que había sucedido hacía pocos minutos, había sido realidad.
—Si mi padre se entera que le follas a su nena, te echaría del trabajo y no conseguirías otro ni siquiera de barrendero en ninguna otra ciudad o pueblucho inglés.
—No creas que no tengo miedo de eso... —la abrazó— por eso deberíamos decirle la verdad.
—¿Y que controle cada salida nuestra? estás loco. ¿Acaso olvidas quien soy? —el sonrió negando con la cabeza.
—¿La hija del primer ministro de Inglaterra? —exhaló.
—La misma... y tú, eres su mano derecha. Nos mataría a ambos.
Janisse lo miró, le sonrió, dio un beso corto en sus labios, tomó la venda que había tenido puesta cubriéndole los ojos.
—Ahora, vas a saber que tan perversa es la hija del primer ministro —sonrió de una manera diabólica pero él no pudo verla.
—¿Ni siquiera vas a darme tiempo a recuperarme?
—Estás loco. Quiero todo de ti... ahora mismo -y tomándolo despacio de cada una de sus muñecas, lo esposó a la cama.
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Dentro de Mi (Erotic Rock)
Fanfic⚠Alto contenido sexual explicito⚠ Fanfics con diversos rockeros de los 80's, sobre todo. Espero sean de tu agrado "Dentro de mi" es una serie de relatos cortos que te harán acelerar la respiración, el pulso y desear ser la protagonistas de una o...