2- Desempleada (con David Coverdale)

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Llegué a casa cabizbaja, esperando encontrarlo para que me consintiera pero solo hallé la casa vacía.

Me serví un vaso de whisky y me senté a esperar a que llegara. En algún momento me quedé dormida y cuando llegó decidió cargarme hasta la recámara. Dormía plácidamente a mi lado. El reloj marcaba las cuatro de la madrugada, estaba cansada después de un día horrible.

Dejé escapar unas lágrimas para quedarme dormida nuevamente al recordar que tendría que ir a mi trabajo a recoger mis cosas.

La alarma sonó y David continuaba dormido. Me levanté apesadumbrada, fui al baño a ducharme, lavarme los dientes, y luego, a la cocina a preparar el desayuno. Me quedé concentrada mirando un punto fijo sin darme cuenta de que mi esposo ya había bajado.

-Buen día, amor!- levantó la voz pasando su mano delante de mis ojos para despabilarme.

-Buen día.

-Que sucede?- se volteó a ver el reloj en la pared -Es tarde y no te veo correr por toda la casa porque no llegas a tiempo- miré hacia un costado con tristeza -que pasa, bonita?

-Me despidieron...- un nudo se formó en mi garganta y solo atiné a llorar para desatarlo. Me abrazó con fuerza, palabras mediantes, intentaba consolarme y darme ánimos.

-Llamaré a la oficina, me quedaré contigo.

-No, mi amor, no necesitas hacer eso. Estoy bien, estaré bien... es solo que... cuando esperaba mi ascenso, sucede todo lo contrario... por eso lloro, de rabia...

-Esta bien, pero me quedaré contigo de todas maneras- me abrazó por encima de mis hombros y besó mi frente

-No, es más, tengo que ir a buscar mis cosas, desocupar mi oficina... no quiero pensar en más nada, si tengo que terminarlo, solo lo haré...- me separé de él y levanté nuestras tazas para lavarlas. Me abrazó por detrás y respiraba en mi cuello.

-Hueles delicioso- sonreí.

-Si, mi amor. No irás a trabajar?

-Ya te dije que me quedaré contigo.

-No has llamado a tu oficina.

-Tienes razón.

Mientras él hablaba por teléfono, aproveché a ir a mi habitación a vestirme para ir por mis cosas.

Mientras abotonaba mi camisa, lo vi observándome en el umbral de la habitación con una mirada fogosa. Sonreí y busqué mis medias de seda. Se acercó a mi mientras las deslizaba con sumo cuidado. Puso una de sus manos en mi rodilla mientras la frotaba despacio. Lo miré pícara, entendía muy bien su intención pero quería ignorarla por completo. Mientras más rápido pisaba por última vez la empresa, mejor sería para mi concentrarme en buscar otro trabajo.

Al terminar de subírmela, su mano ya estaba en la cara interna de mi glúteo, acariciando con la yema de los dedos provocándome cosquillas pero también un calor especial.

Bajé la pierna y busqué mi otra media. No se apartaba de mi lado. Me puse de espalda y me sujetó con fuerza de la cadera pegándome contra él, haciéndome sentir su miembro erecto. Me di la vuelta.

-Mi amor, ahora...

-Ssshhhh...- con la punta de su lengua, recorrió lentamente la comisura de mis labios. Corrí mi rostro.

-De verdad...- me levantó sujetándome desde mi trasero y lo enrollé con mis piernas.

Me golpeaba con su pene sobre la ropa en mi feminidad con fuerza encendiéndome en cada golpe más y más soltando gemidos.

-Si, nena! Gime, así, me encanta oírte gemir!

Me tomó de nuevo y en andas y me puso contra la pared, se frotaba contra mi con tal velocidad que sentía que me quemaba. Se detuvo por un momento y solté sobre su enorme bulto, todo el flujo que retuve mientras fingía follarme, y mojé su pantalón.

Mordió mi hombro izquierdo con fuerza. Me puso sobre el suelo de nuevo y me arrodillé a desabrochar su pantalón, lo bajé hasta sus pies con su ropa interior y todo dejando delante de mis ojos, ese hermoso mástil brilloso, deseoso de estar dentro de mi. Comencé a manipularlo con ansiedad mientras su mirada se clavaba en la mía, y solo con eso entendía todo.

Metí la punta en mi boca, su líquido pre seminal me sabía mejor que nunca. Lo recorría con mi lengua, volvía a meterlo, despacio, centímetro a centímetro hasta tenerlo entero dentro, sacarlo y volver a meterlo, mojarlo entero con mi saliva, jugar con él. David me sujetó del cabello y guiaba mis movimientos.

-Jooooooder...- susurró -me la chupas tan bien... por algo eres mi nena...- jadeaba con su boca semi abierta con sus ojos cerrados. Amaba esa expresión en su rostro cuando lo felaba como si fuese una ninfómana -Basta, hermosa... quiero metértela.

Me ayudó a levantarme. Bajó mis bragas mojadas de un tirón y eso me excitó de sobre manera. Quedó abajo por unos segundos a teniéndome a la deriva de saber que seguiría luego de eso. Dio un profundo lenguetazo que me hizo segregar abundante flujo vaginal y me subí sobre su cintura nuevamente y él colocó su miembro entre mis pliegues penetrándome a fondo. Ambos gritamos, creo que él gritó más de dolor ya que clavé mis uñas en su espalda. Lo metía y sacaba a una velocidad a la que jamás lo había hecho. Sentía que iba a partirme en dos con cada embestida brutal que me daba.

-Estás tan caliente! Voy a correrme enseguida!

-Si lo haces... quiero que lo hagas en mi boca.

Al escucharme la fuerza de su cogida aumentó aún más. No sabía que lo había encendido tanto, pero me enloquecía, estaba a punto de dejarme inconsciente de tan fuerte que me lo hacía.

Me bajó nuevamente y caí de rodillas, aunque me dolió aún conservaba algo de conciencia y sentí la punta caliente de su verga pidiendo paso entre mis labios.

Abrí la boca y sentí su semen llenármela, acababa demasiado, y siempre terminaba por tragármela. Me puse de pie mientras recogía con mis dedos lo poco que había dejado escapar. Me abrazó exhausto, con sus latidos alterados y el sudor aún corriendo por su rostro, pecho y espalda. Fuimos a ducharnos juntos, sin segundas intenciones.
Tras una mañana que había iniciado para mi de mala manera, me acompañó a mi antigua oficina por mis cosas. A pesar de estar desempleada y de que tendría que estar triste, me sentía de alguna manera aliviada por los minutos de la mañana que David me hizo vivir.

Dentro de Mi (Erotic Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora