40- Solo un poco (con John Taylor)

3.5K 52 12
                                    

¿Qué tan complicado puede ser pasar química?
Demasiado si no se estudia, no se presta atención y la única intención de tomar la clase es para poder crear elementos explosivos que no causen más que un susto o lo suficientemente malo para incendiar todo el colegio.
John ni siquiera lo pensaba demasiado. La profesora de química lo traía loco y no tomaba esa asignatura para volar el país, porque con su capacidad intelectual, podía darle ese gusto a muchos poco de acuerdo con las políticas de Estado.
El último mes, le pisaba los talones, podía hacer malabares si quisiera, eso no lo ayudaría a aprobar repentinamente. Tenía que pasar la materia o por esa sola, repetiría todo el curso otra vez y sus padres lo mandarían a la escuela del ejército, «Y eso no es lo que quieres para ti, John» se burlaban sus amigos recordándole las palabras de sus padres.
Esperaba a la última clase para hablar con ella, pero tomaba sus cosas y la representante del salón se quedaba conversando con la profesora. La detestaba por acaparadora, ¿qué quería? si ya había aprobado las materias, ¿no querría también cargarla en sus brazos y llevarla hasta su auto? La consideraba una pesada y engreída de lo peor.
Hasta que cuando menos se lo esperó, ambos se quedaron solos una tarde.

—Disculpe, profesora —dijo algo tímido, tanteando sus ánimos—. Quería hablar con usted hace días por mi nota.

—Taylor, ¿no le parece que es un poco tarde para eso?. Ya casi terminan las clases. Va a tener que venir en el verano si quiere aprobar —se fastidió por no dejarlo hablar sobre la propuesta que le tenía, pero no lo manifestó.

—Es que... mis padres ya han hecho reservaciones para las vacaciones y... usted sabe, no puedo decirles que no iré —mintió.

—Pues busque las mejores palabras para ponerlos al tanto y ruegue que no se enojen —tomó sus cosas y a paso firme se dirigió hacia la puerta.

John la interceptó de nuevo.

—Es que, no quiero reprobar. No quiero que mis padres me envíen a esa escuela militar. No sé si puede comprender eso —dijo casi implorando piedad.

—Pues, merecido se lo tiene.

Sus miradas estaban encontradas. «Por fin» pensó él mientras sus ojos estaban anclados en los verdes claros de ella. Era tan hermosa como perversa. ¿Qué profesora tan sensual permitiría que un alumno tan deseado y renegado como él se fuera a un instituto riguroso donde solo habría hombres y no estaría ella para ser contemplada durante una hora y media?
Chelsea Kabskow era una hermosa mujer, recibida hacía un año atrás, con un magnetismo sexual impresionante que conocía tener pero no disfrutaba del mismo como lo harían otras mujeres. Traía enloquecido a la mayoría del colegio, pero nada le daba más curiosidad que ese muchacho insolente que era John Taylor a los ojos de toda la preparatoria.

—Podríamos arreglar mi puntaje de alguna manera... Chelsea —se atrevió a tutearla.

Ella solo mantenía su mirada en él, en su divertido rostro de niño salvaje que se imaginaba, tramaba algo mucho más ardiente.

—No se me ocurre ninguna manera —se impuso o al menos lo intentó, porque él se iba acercando muy despacio hacia su cuerpo y ella parecía clavada al suelo—. No hay posibilidad de mérito alguno —dijo en voz muy baja, casi susurrándole porque podía sentir el dulce y varonil perfume que él destilaba y comenzaba a hacer estragos en ella.

—A mi si... pero... —echó una mirada rápida hacia la puerta—. No creo que sea la adecuada. No quiero faltarle al respeto. Prefiero que me de algún trabajo en especial para hacer. —Sugirió.

Sus piernas le temblaban y buscaba realmente en su mente algo para que él pudiese recuperar su nota, pero no se le ocurría nada.
Su sonrisa la tenía atontada, sus músculos se tensaban y... sentía que era lo que llamaba tanto la atención de él. Estaba siendo invasivo con su espacio personal. Lo tenía mucho más cerca de lo que alguna vez se le ocurrió tenerlo.
Mordió su labio inferior por impulso y excitación. Fue justo en ese momento en que su alumno se los acarició por inercia propia, por lo sensual que se veía cometiendo ese gesto.
Ninguno se percató de nada cuando sus labios se juntaron. Chelsea simplemente se dejó llevar en cuanto la tomó del mentón para sentir el sabor de sus besos. Temblaba bajo su tacto, bajo su húmeda boca, sus piernas estaban a nada de flaquear y los nervios se apoderaron de ella.
Corrió su rostro.

Dentro de Mi (Erotic Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora