70- Antes de que todos lleguen (con Layne Staley)

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Al llegar a la cabaña, no me atrevía a pensar que el fin de semana iba a estar arruinado, ni por un segundo, prefería mantenerme positiva. Layne en cambio intentaba llamar a sus amigos mediante el teléfono de línea que se encargó de hacer reconectar durante la semana para poder comunicarnos y no tener que llevar el armatoste de mi padre para poder llamar. Por suerte, yo si sabía hacer las cosas bien porque dado que, como temía, gracias a la tormenta que se había desatado, no podía comunicarse con nadie, yo lo había llevado con sus baterías cargadas aparte y todo.Tras un par de llamadas, Layne miró hacia el techo con resignación y lamento.

—¿Qué hay de tus amigos? —preguntó.
—Mis amigas dicen que será imposible llegar, al menos por ahora. No quieren conducir con esta lluvia por la carretera y mi chico dijo que está en las mismas. No creen venir al menos hoy —y aún era muy temprano para perder las esperanzas.

—Uno de mis amigos dijo que la tormenta está anunciada para todo el fin de semana —se lamentó y miraba las cajas de cervezas compradas. Se levantó y fue por unas botellas, me alcanzó una pero preferí no tomar, estaba a temperatura ambiente. La llevé a la nevera y fui a mi habitación por ropa seca mientras me quitaba el calzado.

Habíamos planeado en conjunto una fiesta con amigos. A pesar de no ser ni por cerca medios hermanos, nos llevábamos bien, pero de hecho, Layne era todo lo que buscaba en un chico. A su lado, mi novio pasaba a un segundo plano, o al último, porque mi hermanastro era genial en muchos aspectos.Cuando regresé a la sala, Layne miraba hacia la ventana todavía sentado en el sofá. La lluvia afuera era torrencial, pero era la mañana, seguro se detendría para la tarde y nuestros amigos llegarían.No teníamos nada para cocinar más que unas salchichas que habíamos comprado con recelo por si teníamos hambre y al parecer, ese momento era cuando pero tampoco era hora del almuerzo, así que fui a mi habitación y me quedé acostada tapada con el edredón con olor a guardado por lo que hacía tiempo no íbamos a la cabaña. Recordé que tenía que acondicionar las demás habitaciones por si alguien quería quedarse a dormir, que iba a ser lo más probable, pero era solo sacudir un poco algunos muebles y poner los edredones a los pies para que no desparramaran todo buscando algo con qué acobijarse.Tras acomodar todo, volví a mi habitación y me tiré sobre mi cama. El sonido de las gotas sobre el techo, invitaban a dormir y eso fue lo que ocurrió. Desperté dos horas después y fui a la cocina por algo para comer, mi hermanastro dormía sobre el sofá acurrucado de frío, fui por una frazada y lo volví a cubrirlo. Me quedé viéndolo dormir, no parecía el chico salvaje que todos decían que era, dormido inspiraba más ternura que peligro. Lo besé en la frente y él se removió en su lugar, se despertó y quedó viéndome.

—¿Qué hora es? —dijo frotándose los ojos.

—La una de la tarde...
—¿Por qué me mirabas dormir?
—No fue eso. Solo te tapé. Estabas muerto de frío. La próxima aunque sea te cubres con tu campera.
—Tengo los pies helados.
—Ni siquiera te cambiaste la ropa húmeda.
—Te pareces a Christine. No hagas ni digas las mismas cosas que ella —Christine es mi madrastra, cuidaba mucho de Layne, pero él detestaba que lo hiciera. Al menos yo si valoraba todo su amor de madre que su hijo no.

—Pero es la verdad. En vez de estar de fiesta, vas a estar en cama y con fiebre.
Me levanté y lo dejé quejarse solo del frío que tenía y volvió a quedarse dormido.Unas horas después, la lluvia había sesado como supusimos. Layne volvió a llamar a sus amigos y yo a la gente que había invitado para saber si alguien si dignaría a ir.Sus amigos dijeron que empacarían todo y llegarían tan pronto como pudiesen y mis amigos estaban viendo quienes los llevaban. Al menos algunos traían consigo sus bolsas de dormir y más alcohol y algo para comer.Estando en la cocina Layne me miraba serio mientras yo tomaba un poco de té.Se me acercó y le pregunté si no quería uno también pero negó con la cabeza.

—¿No le has dicho a nadie lo de la otra noche? —preguntó y abrazó mi cintura con uno de sus brazos. Negué mientras seguía bebiendo.— No puedo dejar de pensar en ello, ¿sabes? Y ahora que van a venir todos, deseaba que volviera a llover, pero, fui al patio y hay una luna gigante por el horizonte —sus palabras sonaban como enojo. Me besó en un hombro y solté un jadeo leve.

Dejé mi taza sobre la mesa, tomé su rostro y lo besé.
—Como no me recordaste más la situación, también he pensado en ello desde que ocurrió —le di un beso corto— Creo que... deberíamos recrearlo antes de que cualquiera de los chicos lleguen, ¿no te parece?

Sonrió y sus ojos se iluminaron. Tras un beso llevó su boca hacia mi cuello y lo sujeté con fuerza por su cabeza. Me subí a la mesa y tomando la taza se la di para que la dejara sobre la mesada. En un movimiento rápido se dio la vuelta, la dejó y volvió a mi. Acariciaba mis piernas y metía sus manos fuertes debajo de mi pantalón corto sin dejar de besarme el cuello hasta llegar a mis clavículas. Hizo que me recostara despacio sobre la mesa y fue subiéndome despacio la camiseta hasta llegar a mi senos sin brasier. Besaba mi abdomen mientras iba subiendo despacio, con sus manos tomó mis pechos y los juntó para besarlos en medio, luego lamió mis duros pezones y dejé escapar un gemido fuerte.

—Me encanta que gimas de esa manera —dijo dando besos cortos sobre mis senos— quiero más de esos —soltó antes de ir por mi short y bajarlo con una prisa muy bien contenida.
Separó mis piernas. Sus labios rebotaban despacio y corto sobre la cara interna de mis muslos desde mi rodilla hasta mi sexo y volvió hasta mi otra rodilla para subir de nuevo y quedarse sobre mi braga estirándola con sus labios, tratando de correrla para meter su lengua. Cuando por fin lo logró y sentí su lengua tibia, me retorcí y puse mis piernas sobre sus hombros intentando sujetarlo para que no se detuviera. Estaba siendo mucho mejor que la primera vez que estuvimos juntos, ahora estábamos completamente solos. Todos tardarían en llegar y en parte eso me tenía un tanto preocupada pero me hacía sentir al límite.Con sus dedos, jugaba en mi sexo, tocaba mi clítoris que me hacía perder la conciencia. Era increíble como lo lograba. Bajé de la mesa y me arrodillé sin que lo pidiera, tenía su verga en su mano, por lo que no fue necesario que tuviera que hacer mi parte con bajarle su ropa.Cuando comencé a chuparsela, soltó un gemido tan placentero que hizo que me mojara. Lo lamía, lo sacaba y volvía a llevármelo casi entero dentro de mi boca.

—Si, Jess... Dios... si... lo haces increíble —escucharlo pronunciar mi nombre en medio del placer que le provocaba, me hacía sentir fuera de mi. Quería hacerlo acabar en mi boca, pero quizás quedara eso para después.
Cuando me puse de pie, me hizo ponerme boca abajo sobre la mesa. Sentí su mano tocarme y sus dedos entrar en mi coño humedecido. Soltaba gemido tras gemido. Llevó sus dedos a mi boca. Lo escuché hacer ruido con el envoltorio del preservativo y en cuanto estuvo listo, se adentró en mi tan profundo como pudo. Ambos soltamos un alarido intenso. Una oleada de lujuria se apoderaba de ambos. Se sentía tan bien que estuviera penetrándome tan duro. Apostaba a todo a que estaba siendo mejor que la primera vez que estuvimos juntos.Lo hacía despacio, pero con una intensidad deliciosa. Pasaba sus manos por mis hombros y mi espalda. Se agachaba a besar mi cintura y me sujetaba con fuerza. Yo solo me limitaba a aferrarme a la mesa y a gemir mientras expresaba lo genial que sentía que me cogiera sobre un mueble.Cuando se hartó de tenerme de espaldas hacia él, hizo que me sentara y volvió a adentrarse en mi con una embestida dura pero sus movimientos se tornaron rápidos. No quería que todo se terminara de inmediato y los chicos tardarían un poco más en llegar. Teníamos tiempo suficiente.Cuando llevaba su cara al techo de la cocina, aprovechaba para besar su cuello. Sus jadeos era música en mis oídos y sus arremetidas eran mejores. Besaba su oreja y por detrás de ella, sus hombros y su pecho. Intentaba arañarlo con mis cortas uñas mientras sentía como los micro orgasmos llegaban uno tras otro y le pedía que me cogiera más, que no se detuviera.

—Ah, si... me encanta como me lo pides —susurró como si alguien fuera a escucharnos.Volví a recostarme sobre la mesa, dándole una mejor vista de mi cuerpo y tomó de mis senos para metermela más y más rápido.

Bajé y fuimos al sofá en cuanto lo noté agotado. Me subí encima de él haciendo que volviera a llenarme por completo. Estaba tan duro que sabía que en cualquier momento acabaría pero no quería eso. No tan rápido, a penas si habíamos comenzado.Con sus manos en mi cintura, y acariciándome hasta el cuello, mientras sentía que con su mirada lasciva me encendía más de lo que ya estaba, me movía lo mejor que podía. Llevaba mi cadera hacia adelante y atrás como si fuese una experta, o al menos eso decía él, gemía, y dejaba escapar una palabra sucia en cuando llevaba mi boca a su oído, él gemía y me ordenaba que no me detuviera.Lo obligué a echar su cabeza hacia atrás y comencé a cabalgarlo como no lo había hecho antes con nadie. Layne gemía, soltaba un grito ahogado, gozaba junto conmigo.

—Acabaré, preciosa, Jess...
—Hazlo —susurré.
—Dejame hacerlo en tu boca —pidió.
Mientras yo tenía mi mano intentado autollevarme al clímax, él se quitaba el condón y de tan solo lamer a penas su endurecido falo, largó un chorro de semen que dio en el fondo de mi boca. Su expresión de llevar su vista hacia el techo entre jadeos intensos mientras tragaba lo que vaciaba de él, me hicieron llegar a un orgamos perfecto que hizo temblar mi cuerpo.Tras vestirnos un poco, nos quedamos sentados bebiendo cerveza mientras esperábamos que las luces de los vehículos dieran en las ventanas. Cuando miré el reloj, había pasado más de cuarenta minutos entre los que nos habíamos revolcado y nos hubiesen dado chance de repetir. Nos mirábamos y reíamos.

—Estuvo tan bueno que ahora me dan ganas de cancelar la fiesta.

—De haberlo sabido antes, solo veníamos nosotros dos.

—Quizas... el próximo fin de semana, si nuestros padres no sospechan nada o nos dicen que nos dejemos de tanta fiesta —insinué mientras con mis pies acaricié su bulto sobre el pantalón.

Él se dirigió a recostarse sobre mi para besarme pero las esperadas luces de los autos iluminaron el interior de casa. Ambos maldijimos.

***

Hola!!

Si pueden ir a leer la nota de autora, se los agradecería. La borraré pero me gustaría que tengan en cuenta todo lo que puse.
Por alguna extraña razón, no puedo subir imágenes gif para ilustrar la one shot como hice con la mayoría pero bueno.

Gracias por leer.

Saludos!!

Dentro de Mi (Erotic Rock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora