Capítulo Nueve
Hace dos días que Matías me acompañaba en la casa, después de la charla que habíamos compartido. Todo había mejorado a pesar que todavía no hablé con mi hermano y eso me estaba carcomiendo la cabeza. Nunca pensé que algo podía ser tan grave para que Valentín no aparezca en el departamento por más de dos semanas. Estas dudas se las había planteado a su mejor amigo, pero no había obtenido respuestas claras, según él, hacía mucho no hablaba con de nosotros, y eso me preocupaba.
Había dejado atrás la pelea con Ezequiel y Nahuel, el objetivo no era pelear, ni hacerme la celosa, por lo que en más de una oportunidad debía apretar mis labios y decir que estaba todo bien, para que el plan siga en marcha. Tenía claro qué era lo que buscaba y debía concentrarme en eso. En ese momento me encontraba sentada en el escritorio de mi habitación, escribiendo una redacción que tenía que entregar al otro día. En mi cama, Matías estaba recostado mirando el techo literalmente, escuchando la música que salía de la Notebook. Últimamente él vivía en el departamento, tenía la excusa que no quería dejarme sola porque Valentín lo mataría si me pasaba algo. Seguía con la idea que si mi hermano quería cuidarme, no iba a llamar a su amigo para que lo haga, pero no me molestaba su presencia, no me sentía sola.
—No me esperaba jamás una historia así, siento mil cosas por ti, siento mil cosas —cantó Matías, moviéndose en su cama. Lo miré mal, estaba tan concentrada en el trabajo que no escuchaba la música ni la lista de reproducción que por alguna extraña razón se había cambiado. Fruncí el ceño suspirando, estaba desordenando toda su cama.
—¡Matías quedate quieto! Vas a tender vos mi cama después...
—Deja de ser tan vieja y canta conmigo —dijo levantándose de la cama para dirigirse hacia mí. Suspiré frustrada por su intensidad— . Vos sos Thalía y yo Maluma —agarró mis manos que se encontraban en el teclado. Rodé mis ojos, tratando de soltarme.
—No gracias, tengo que terminar esto... Además, ojalá seas Maluma.
—Yo soy más lindo.
—Sí, como digas.
—¡Dale, canta!
—No, Matías dejame en paz.
—Dale... o te giro —advirtió agarrando la silla donde estaba sentada, era de esas típicas de escritorio que tenía ruedas y giraba— uno..
—¡Andate, Matías!
—Dos...
—¡Basta! —grité histérica.
—Tr..
Pero me da miedo enamorarme, de ti —canté, interrumpiendo—. Listo, no me la sé más, dejame terminar. Por favor.
—Te giro..
No podía creer que estaba haciendo eso, él me estaba presionando y a pesar que no me importaba girar en la silla, por algún motivo, me divertía estar con Matías y que me obligue a hacer locuras, él siempre fue muy espontáneo y el miedo a hacer el ridículo, nunca le habían afectado. Me levanté con la mirada expectante del chico.
—Desde esa noche te extraño en mi habitación, creo que puedo caer en una adicción... contigo.
—No me esperaba jamás una historia así, siento mil cosas por ti, siento mil cosas —cantó mientras agarraba mis manos y las tiraba hacia él, para empezar a bailar.
—Entiende que desde esa noche, solamente pienso en ti, desde esa noche, muero por tenerte aquí ¿Qué es lo que te pasa, no quieres amor?
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Condenada por la Venganza
Teen FictionMalena Cantera llega a Buenos Aires después de dos años fuera, ya se sentía lista para volver. Los recuerdos la invaden, cada calle, edificio y rincón tenían su historia, que formaban su pasado que la atormentaba día y noche desde su huida. El moti...