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Capítulo Cuarenta y seis

—Prometo visitarlos en las vacaciones —sonrió Julia, despidiéndose de ambos con un abrazo. La estadía había sido increíble gracias a su hospitalidad y paciencia.

—Te espero cuando quieras, má —Matías la abrazó por última vez con fuerza. Sonreí ante el acto, lo entendía, tenía la posibilidad de tener a mamá a pocos minutos de dónde vivía. Debería ser duro todo esto para él.

—Es un placer haberte conocido Male, espero que empiecen a disfrutar de lo lindo que es estar en pareja —me dijo abrazándome. Con una gran emoción y cariño, se lo devolví.

—Muchas gracias Julia, sinceramente me saqué la lotería con vos...

—Sé que soy una buena suegra —palmeó mi espalda, riéndose.

—Gracias por recibirnos.

Un falso tosido se escuchó en el ambiente. Ricardo, el novio de Julia, estaba parado con una gran sonrisa. La mujer con una emoción intacta, se acercó a él para saludarlo y darle confianza para acercarse. Matías, a pesar que no le molestaba tanto como hace unos días atrás, sus celos dejaban verse, era algo que no podía evitar. Le debía mucho a mi suegra, por lo que sentía la responsabilidad de hacer que lo acepte. Con decisión, lo tomé del brazo para acercarlo.

—Espero que podamos vernos pronto y conocernos mejor... —nos sonrió dulcemente. Parecía un buen hombre.

—Nosotros también lo esperamos ¿No Mati?

—Sí —susurró con una leve sonrisa.

Le pegué un codazo en su estómago para que reaccione, había sido muy poco disimulada.

—Sí. Digo, espero que tengamos más tiempo para hablar si hay una próxima vez —terminó de hablar para después mirarme, me sentía un poco más satisfecha con su respuesta.

—La va a haber tranquilo —contuvo su mamá, ilusionada—. No voy a esperar mucho tiempo para volver a verte, hijito —lo abrazó, nuevamente.

—Eso espero...

—Una vez que solucionemos el tema del divorcio, prometo que voy a volver.

El asintió desanimado.

La despedida no duró mucho más porque tuvimos que hacer el Check in. Una vez que fuimos revisados, nos sentamos en unos asientos a esperar que finalmente el vuelo salga, Matías estaba sentado en una silla, mientras que me encontraba en la de al lado con mis piernas sobre él, y mi cabeza apoyada en su hombro. Era muy temprano y esa era una de las razones por la que tenía muchísimo sueño. El día anterior sus hermanas decidieron hacernos un último de sus tour para terminar de recorrer la cuidad, finalmente, y comprar algún que otro recuerdo. Porque como había dicho Luna, si no le llevábamos algo, no iba a dejarnos entrar al departamento.

—¿Estás cansada, amor? —preguntó en mi oído.

—Sí —suspiré. Pasó sus brazos por mi cuello, abrazándome.

—Ya vamos a llegar a casa —me animó, generándome caricias en mi hombro.

—No sé si quiero volver...

—Yo tampoco... Pero si estoy con vos, no me importa el lugar.

—Apa, te volviste medio romántico —me burlé.

—Tengo que ser un buen novio.

—Ya lo sos —me acerqué para besarlo finalmente. Habíamos tenido días sumamente intensos a causa de la oficialidad—. Incluso mucho antes de que lo seamos oficialmente.

Condenada por la VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora