Capítulo Veintiséis
Volver nuevamente a la facultad después de un mes de vacaciones, no era algo grato. Tenía que adaptarme a nuevos horarios, profesores y compañeros, algo que no era mi tarea favorita. Fijé la vista en el celular, solo faltaban diez minutos para que termine la cursada y no podía estar más ansiosa. La primer semana de clases siempre resultaba ser aburrida, en donde se explicaba que se haría hasta fin de año, añadiendo las tediosas presentaciones. El ayudante de cátedra de la materia no paraba de mirarme, no me ponía nerviosa la idea que un hombre me mire, pero me resultaba molesto, cuando no tenía la más mínima intención. Había muchos hombres en mi vida como para agregar otro.
Gracias a que la profesora hacía un intento por conocernos, pasó lista, evitando que tenga que firmar el presente, era un alivio porque cruzarme con el hombre, no era un gran plan. Mientras caminaba fuera del aula mi celular vibró, seguí caminando mientras lo veía, no me arrepentí de agarrarlo, una sonrisa se formó en mi boca.
Matias: Me aburro :(
Estoy en la biblioteca ¿Venís?
No le contesté el mensaje, y no solamente porque estaba por ser atendida en la fotocopiadora, sino también porque me gustaba la intriga. Saludé a los chicos que atendían, ya que eran del centro de estudiantes y habíamos coincidido en algunas materias juntos, para después pedir toda las fotocopias del cuatrimestre, me gustaba la organización y tener todo antes que los profesores lo pidan, porque en esos momentos eran donde este lugar era un caos. Bajé a la planta baja cargada de las fotocopias y me dirigí a la biblioteca rogando que Matías todavía se encuentre ahí.
Entré y no lo ví, por lo que supuse que estaba en la sala de lectura silenciosa, esa aula obviamente siempre estaba en silencio y nunca había nadie, mucho menos a las 9 de la mañana. Cuando entré lo ví de espaldas, por lo que me acerqué lentamente sin hacer el mayor ruido y lo abracé del cuello mordiéndole el cachete.
Sentí su sonrisa, antes que se de vuelta para besarme.
—Está para que no sea yo, eh —dije separándome para sentarme en su regaso.
—Se siente tu perfume tonta, además sabía que eras vos —se justificó dándome un beso en la mejilla.
—¿Por qué?
—Porque lo sé —rodó sus ojos— ¿Desayunaste?
—No.
—Bueno vamos —golpeó levemente mis caderas para que me levante. Agarró mi mano fuera de la biblioteca, pero lo solté, provocando que me mire mal.
—Nos llega a ver Valentín y nos mata. Además tenés novia...
—Sí bueno, pero tu hermano no sale hasta las 10.
—Mejor prevenir que lamentar —me encogí de hombros antes de comenzar a caminar.
Por el horario no había mucha gente en el bufete, así que nos separamos, yo cargue el termo para tomar mate y él compró las facturas, que habían llegado hacía pocos minutos. Nos sentamos en una de las mesas un poco alejadas para desayunar tranquilamente, teníamos tiempo antes que mi hermano salga de cursar.
—Hola bombones —Lucas, apareció sentándose en la silla que sobraba. Nos miró sonriente antes de agarrar una factura y llevársela a la boca—. Que raro ustedes dos juntos.
—El hambre lo puede todo...
—Sí, el sexo también —nos miró a levantando las cejas continúamente. Miré a Matías quien se encogió de hombros negando.
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Condenada por la Venganza
Teen FictionMalena Cantera llega a Buenos Aires después de dos años fuera, ya se sentía lista para volver. Los recuerdos la invaden, cada calle, edificio y rincón tenían su historia, que formaban su pasado que la atormentaba día y noche desde su huida. El moti...