Capítulo Veintinueve
Gracias a Matías, la semana no se había hecho extremadamente pesada. Él me había ayudado a avanzar sin detenerme mucho tiempo en pensar el porqué de las cosas, a pesar que las preguntas seguían rodando por mi cabeza. El que Benjamín esté libre y haya conseguido la libertad condicional por su conducta, hacía que mi estómago no deje de revolverse en ciertas ocasiones
Me miré por última vez en el espejo antes de sonreír, estaba vestida de una forma casual y adecuada para tener una cena en la casa de mi novio. Santiago me había invitado para hacer la relación más formal y tener una presentación oficial, a pesar que solamente seríamos su hermana y mamá como él había dicho por teléfono. Nunca me dejó sola en la semana, habíamos compartido mucho tiempo juntos como novios antes que Matías llegue al departamento. Cuando la hora llegaba, no dudaba en dejarlo de lado para estar con él. Estaba matando dos pájaros de un tiro, ya que en ningún momento dejé de avanzar con el plan de venganza, a pesar que desde el martes no veía a Ezequiel, nos habíamos mantenido en contacto todo el tiempo por lo que ya excedía del sexo y dar otro paso con él, me hacía estar cada vez más cerca de Agustina.
Por un lado me sentía nerviosa por cenar y conocer formalmente a lo que parecía ser mi suegra, a pesar que ya nos conocíamos muy bien. No sabían que la novia de su amado hijito era nada más ni nada menos que la ahora enemiga de su hija mayor, el ser juzgada era una gran posibilidad.
Agarré mi cartera previamente preparada y salí de la pieza para finalmente irme, cuando pasé por la sala, no pude evitar reír de la imágen. Luna y Matías prácticamente estaban encima del televisor jugando a la PlayStation, mi hermano estaba trabajando por lo que ellos hacían tiempo a que él llegara, ya que iban a ir a cenar a una pizzería nueva y después ir a un bar. Escuché a mi amiga insultarlo, él rió en respuesta, últimamente estaban siendo así de viciosos, al ritmo de no notarme, incluso cuando estaba usando tacos.
—¿A dónde vas? —preguntó Lu sin desviar la mirada de la pantalla.
—Con mi novio —contesté agarrando las llaves de llavero colgado en la pared.
—Le dije a Paula para ir —comentó Matías.
—No lo hagas a propósito, idiota —reí acercándome donde ambos se encontraban. Era bastante obvio que lo hacía únicamente porque no iba a estar, además que lo conocía y sabía de sus intensiones con Paula.
—Bastante que me la tengo que bancar yo a esa pelotuda. Vos lo haces como venganza que Male no está pero la que después está ahí soy yo. Vení cuando puedas por favor —suspiró frustrada mientras dejaba que le besara su mejilla en forma de despedida.
—Sí, voy a tratar. Nos vemos.
—Chau —me dijo mirándome, esto me sorprendió pero entendí rápidamente las intensiones de Luna. Asentí comprobando que había entendido, desvíe mi mirada a un Matías concentrado, no dudé en saltar encima de él para quedar en su regazo, pasé mis brazos alrededor de su cuello y lo acerqué, a pesar que no me miró en ningún momento.
—Chau —le dí un beso en la mejilla.
—¡Me vas a hacer perder tarada, salí! —se quejó.
—No, hasta que me des un beso.
—¡Malena!
—No...
—Dale —gruñó.
—No, dame un beso —negué. Finalmente, Matías me miró frustrado antes de juntar sus labios en un leve pico.
—Listo, andate.
—¡No, uno bien! —volví a quejarme zamarreándolo entre mis brazos.
—¡Malena basta, anda con tu novio! —gritó. Sonreí ante su declaración.
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Condenada por la Venganza
Teen FictionMalena Cantera llega a Buenos Aires después de dos años fuera, ya se sentía lista para volver. Los recuerdos la invaden, cada calle, edificio y rincón tenían su historia, que formaban su pasado que la atormentaba día y noche desde su huida. El moti...