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Capítulo Treinta y siete

—¡No, basta! —reí mientras me movía para salir de las manos de Matías, pero era imposible. Quería convencerme que vaya a la casa de mis papás por la noche, ya que él tenía una cena con su papá y su estúpida novia.

—No hasta que me digas que sí —se negó volviendo a atacarme. Pero esta vez, había sido más rápida y agarré sus manos antes que llegue a su objetivo.

—¡No Matías! Ya te dije que no.

Suspiró frustrado y se sentó bien en la cama para mirarme.

—Deja de pensar, porque no vas a lograr nada —lo interrumpí. Me quise levantar pero él me lo impidió. No tardó en retenerme con su cuerpo, empujó más hacia mí para quedar encima, acostados en la cama. Lentamente, empezó a repartir húmedos besos en mi cara y labios.

—No me vas a convencer.

—¿Segura? —levantó una ceja. Volvió a su posición para descender sus besos a mi cuello, mientras una de sus manos atacó mis senos.

—Estas jugando sucio... —gemí. Él no contestó. Estaba en corpiño por lo que no le fue tan difícil desabrocharlo y meter mi pezón en su boca, mientras acariciaba el otro con su mano.

Al darse cuenta que estaba disfrutando de sus toques y labios, frenó de golpe para mirarme.

—No.

Él volvió a bajar pero esta vez, empezó a repartir besos en mi estómago. Mientras besaba mi panza, tanteó los botones del short y los desabrochó para bajarlos lentamente. Me proporcionó besos en la zona sin sacarme la tanga, volvió a subir. Me besó los labios de forma apasionada, mientras movía sus caderas generando que me excite más de la cuenta, por mi falta de ropa.

—¿Segura que todavía no?

—Te odio.

—Eso significa que... —dijo alargando sus palabras, acercándose.

—¡Que me lo hagas o te vas a arrepentir!

Con una sonrisa, no tardó más de cinco segundos en terminar y colocarse en una posición cómoda. Besó mis labios de una forma apasionada.

—¿Sabes que yo tampoco me aguanto las ganas y te lo hubiese hecho igual, no? —murmuró en mis labios.

—Callate.

Muchas veces me incomodaba que el hombre lleve el control, pero eso no pasaba con Matías. Me gustaba estar debajo de él, y que me lo haga de la forma que quisiera, a su ritmo. No paraba de moverse, siempre me demostraba la necesidad que tenía, lo hacía con tanta pasión que no podía evitar dejarme llevar.

—¡Sí, por favor, seguí!

—No podes ser tan perfecta... —gruñó moviéndose, incluso más rápido.

—Dale.. ya.. aaah —sentí mi cuerpo entrar en unos leves espasmos que confirmaban que no tardaría en llegar. No dudé en hacer fuerza para cambiar de posición, haciendo que quede arriba. Él no se quejó, hasta me agarró de las caderas para ayudarme.

Llegué a mi merecido orgasmo un poco antes que él, por lo que no dejé de moverme hasta que Matías obtenga en suyo. Agitados nos miramos con la misma pasión que siempre, estábamos traspirados y agitados, juntamos nuestras frentes para recuperar el aire.

—Prometo mandarte un mensaje cada vez que me desocupe —susurró. Solo asentí.

El camino hasta el estacionamiento había sido en silencio, teníamos nuestros respectivos autos y destinos, por lo que esa era la despedida. Suspiré y giré a mirarlo, se notaba incómodo. No pude evitar dirigir la mirada al piso, cada vez se me hacía más difícil compartirlo.

Condenada por la VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora