Capítulo Treinta y cinco
Paré en seco confundida cuando ví que la puerta de la cocina estaba abierta. En ella, se encontraba a Matías, sosteniendo su peso en sus manos que estaban apoyadas en el marco de la ventana. Se veía muy pensativo, hacía días que estaba de ese modo, pero cada vez que le preguntaba evadía el tema o contestaba que no le pasaba nada.
No dudé en acercarme a paso lento hasta donde estaba. Una sonrisa se formó en mi rostro, era inevitable hacerlo cuando estaba cerca de él. Cuando estuve lo suficientemente cerca, lo abracé por detrás, poniendo mis manos en su abdomen desnudo, ya que por el calor de la primavera, solo se encontraba con un pantalón de buzo gris. Apoyando mi mentón en su hombro, sentí como suspiró, algo le estaba ocurriendo.
Me sorprendí cuando Matías se dio vuelta para mirarme, me devolvió la sonrisa que nunca se había ido y agarró mis mejillas para acariciarlas, me gustaban sus caricias. Se acercó, acortando el espacio entre ambos y me besó lentamente.
—¿Qué pasa? —murmuré en sus labios.
—Nada —negó sonriendo, separándose un poco para mirarme a los ojos. Lentamente acarició mi mejilla, los cerré disfrutando el toque.
—¿Hasta cuando me vas a seguir mintiendo?
—No te estoy mintiendo, no pasa nada.
Era imposible poder sacarle hasta el mínimo detalle. Resignada, dí unos pasos hacia atrás para separarme completamente, pero él volvió a agarrar sus brazos para tirarme a su cuerpo. Llevó las manos hacia atrás obligándome a abrazarlo. Besó mi frente y después apoyó su mentón en mi cabeza. El silencio estaba siendo abrumador, Matías había estado así todo este tiempo.
—¿Qué te parece si salimos?
—Mati...
—¿Hace cuanto no salís? Pisas la calle para ir a hacer los mandados nada más, por favor... —me dijo haciendo un puchero que me pareció gracioso. Pero al instante, me dí cuenta que estaba diciendo la verdad, hacía mucho no salía a divertirme.
—No sé, yo...
—Vamos a donde vos quieras —me sonrió insistiendo. Matías era muy insistente, no iba a permitir que diga que no.
Si lo pensaba un poco mejor, era muy evidente que iba a ceder. Era verdad que hacía mucho no salía, pero el temor de cruzarme con alguien que no quería ver, me invadía. Benjamín estaba suelto, y estaba loco, me había buscado una vez ¿Por qué no podían ser dos? Claramente iba a estar con Matías y eso me garantizaba que no le iba a pasar nada, confiaba en él.
—Le prometí hace bastante a Mili que la iba a llevar a Ruedas libres.
—Sí, podría ser... —asintió pensativo, al parecer no le había gustado la idea. Sabía que él no sabía patinar, claramente esa era la causa de su reacción—. Vamos mañana, pero hoy... —Lo miré confundida haciendo que él ría.— Quiero que hagamos algo los dos.
—¿Algo cómo qué?
—No sé, como ir al cine... estuve viendo la cartelera y salió una nueva película de terror. Sé que sos fanática.
—Pero y si...
—También no se me escapó pensar que podríamos ir a Capital. Así no te cruzas a nadie.
Mi sonrisa se ensanchó cuando terminó de hablar, él estaba esperando que conteste, pero simplemente estaba fascinada.
—¿No me estás jodiendo? —pregunté perpleja, haciendo que él ría y se acerque.
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Condenada por la Venganza
Teen FictionMalena Cantera llega a Buenos Aires después de dos años fuera, ya se sentía lista para volver. Los recuerdos la invaden, cada calle, edificio y rincón tenían su historia, que formaban su pasado que la atormentaba día y noche desde su huida. El moti...