12

1.5K 111 2
                                    

Capítulo Doce

—¡Más te vale que te levantes y saques a este pelotudo antes de que lo cague a trompadas! —un grito hizo que vuelva a la realidad. A mí realidad. No sabía que hora era, pero a juzgar por la luz que entraba de la ventana, no pasaba de la media mañana— ¡Dale Malena! No te lo vuelvo a repetir...

Sentí como las frazadas salían de mi cuerpo, abrí los ojos y miré la situación. Matías se encontraba sobresaltado mirándome con deprecio, mientras que Ezequiel que se encontraba a mi lado, desnudo. Frotándose los ojos, confundido.

—¡Sos una desubicada nena!

—Banca flaco, andate -habló Ezequiel. La había cagado feo.

—No banco nada, te cambias y te vas antes de que te saque a patadas... Agradecé que me estoy conteniendo porque hay una nena en la casa, porque sino ya estarías muerto.

—¡Para Matías! ¿Qué te pasa? —me levanté enojada para enfrentarlo.

—¡Que sos una desubicada eso me pasa. Sacalo de acá!

—No sos nadie y esta no es tu casa, andate...

—Más te vale que lo saques de acá, porque te juro que lo mato.

—¡¿Qué te pensás que sos flaco?! —preguntó Ezequiel después de ponerse el boxer— ¿Es tu hermano Malena?

—No —negué si sacar la mirada de Matías.

—¡Entonces andate que acá no tenés nada que hacer! Vení linda, volvamos a la cama —me agarró del brazo para volver a la cama, pero no me moví.

—Va a ser mejor que te vayas Eze, yo te llamo...

—¿Le vas a hacer caso a este pelotudo?

—Está mi hermana y antes que se levante...

—¡Andate antes que te rompa la cabeza! —volvió a intervenir Matías.

-Cortala Matías, yo me arreglo.

—No, no se te puede dejar a cargo nada ¡Cagas todo! —negó, estaba ofendido. En su mirada se reflejaba que se estaba conteniendo, además que una pizca de desilusión invadía su rostro.— Voy a despertar a Milagros y más te vale que cuando vuelva, él ya no esté.

—¿O qué? —levanté una ceja— No te tengo miedo y no me mandas.

—No, pero a Valentín le va a interesar mucho saber sobre esto.

—¡No podes ser tan hijo de puta! Y para tu información, la puerta de Milagros está cerrada con llaves.

—Si supieras que hay una llave de repuesto, tal vez podrías cuidar a una nena.

Después de casi echar a Ezequiel, me encerré en la pieza. Cuando salí de la ducha, con paciencia y tranquilidad me cambié, agarré de la mesa de noche la caja de cigarrillos y prendí uno, necesitaba relajarme para pensar las cosas con claridad. Si Valentín se enteraba, iba a estar en serios problemas, tenía que hablar con Matías, el orgullo no me serviría de nada. Suspiré y me levanté de la cama, antes de salir, apagué el cigarro.

Milagros estaba desayunando y Matías le sonreía mientras le hacía una tostada, ella le comentaba algo acerca del dibujo animado que estaban mirando. Cuando sintieron un ruido, ambos se dieron vuelta, ella al verme volteó su vista al televisor nuevamente, mientras que Matías se me quedó mirando con deprecio. Le hice un ademán para las piezas, él suspiró negando mientras miraba a Milagros.

—Ya vengo Mili —le dijo levantándose.

Caminé nuevamente sintiendo como Matías me pisaba los talones. Lo dejé pasar y cerré la puerta con llaves al estar adentro. Cuando volteé a verlo, él estaba sentado en la cama de brazos cruzados, me senté a su lado. Suspiré y lo miré, él no lo hacía.

Condenada por la VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora