49

1.2K 85 1
                                    

Capítulo cuarenta y nueve

La sonrisa de orgullo que reflejaba Luna en su rostro, hacía sonreír a todos los presentes. Había valido la pena, la fiesta estaba saliendo a la perfección. Por obvias razones, se encontraba no sólo la familia de mi amiga sino la mía también, haciendo que todos mis seres queridos compartan el momento tan esperado e importante para los cuatro.

Miraba fijamente, con una sonrisa, como Milagros, de ya siete años y Juan Cruz, bailaban al ritmo de la música. Como toda entusiasta que era, llevaba a su sobrino para todos lados haciendo que se caiga en varias oportunidades. Él solo se reía y se volvía a levantar para agarrar nuevamente los brazos de su tía, algo que hacía que me envuelva en baba.

—¿Cómo crecen, no? —hablaron a mi lado, haciendo que me sobresalte. No tardé en sonreír cuando me percaté que la madre de Luna se había sentado.

—Parece mentira —asentí llevando mi espalda hacia atrás, para poder mirarla mejor.

—¿Cómo estás, Male?

—Muy bien —le sonreí, sincera. Era la primera vez en bastante tiempo que no mentía cuando decía esa frase— ¿Ustedes?

—Felices... Dejame decirte que te ves muy bien —tocó mi hombro en forma cariñosa.

—Me siento así.

—Me alegro, te lo mereces.

—Muchas gracias...

—Apuesto a que Matías está colaborando mucho con eso —me dijo en un tonó juguetón, haciendo que ría de su inoportunidad.

—Demasiado.

—Parece un buen chico —sonrió mirándola, asentí orgullosa.

—Lo es.

—Mi nieto cumpliendo un año —suspiró sonriendo, mirando hacia el piso, melancólica— . Parece ayer cuando nació, ahora hasta corre.

—Está hermoso.

—Mili parece feliz con él, está enorme.

—Lo ama, está enamorada... —le dije. Mi hermana estaba en una etapa en donde no dejaba que nadie que no sea ella lo toque en su presencia. Lo acaparaba haciendo generar grandes peleas por querer cargarlo. Era el único bebé de la familia y nadie quería dejarlo solo—. En realidad, nos tiene a todos así.

—Y sí... ¿No quiere otro?

—¿Otro qué? —le pregunté confundida, frunciendo el ceño.

—Otro sobrinito... —su comentario hizo que ría. Estaba segura que mamá tenía algo que ver con eso. Me encogí de hombros restándole importancia.

—No creo que Luna quiera pasar por eso después de un año...

—Hablaba de vos igual —dijo directa, haciendo que la mire con cara sorprendida—. Bueno, tampoco para que me mires así.

—No, es que sinceramente no lo pienso.

—¿Y Mati no quiere?

—No lo hablamos... —le comenté recordando. Nunca habíamos hablado de formar una familia, ni siquiera sabía si Matías quería una.

—Ah claro ¿Primero quieren casarse? —suspiré un poco cansada al escuchar su pregunta.

—Estamos a unos meses de cumplir dos años, no es algo que pensamos todavía... El casamiento casi que ni se usa ya.

—Apuesto lo que quieran que estás convenciendo a mi hija que nos dé otro nieto —y como no, Ana interrumpió. Ahora estaba acorralada por dos mujeres deseosas de bebés. Mamá se sentó del otro lado, haciendo que quede en el medio.

Condenada por la VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora