Cap. 48

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Los chicos se han ido al gimnasio a ejercitarse y hacer pesas y todas esas cosas, me encanta estar en un hotel, aquí podré estirar las piernas al dormir. Ademas, adoro esta ciudad, pasear como New York es como estar constantemente en una película, cualquier lugar que miras se te hace conocido y te incita a pensar que cualquier aventura pueda suceder, ya sea romántica, divertida o de acción.

Me meto en una sala que hay vacía, con espejos y el suelo de madera, esta al lado de una zona de aparatos, las puertas son unas grandes cristaleras así que me pongo en una esquina para pasar un poco desapercibida. Me pongo los cascos que tengo adrede para hacer deporte y comienzo a calentar con mi música.

Estoy estirando con la cabeza mirando hacia el suelo y una de las piernas arriba, formando las piernas un ángulo mayor de 180º, no creía que todavía pudiera. Necesitaba estirarme por fin después de tanto tiempo como hemos estado durmiendo en una cama tan pequeña, los meses anteriores se me han hecho eternos y ya me parecía que se habían atrofiado mis pobres músculos. Abro los ojos y de golpe veo un grupo de personas tras las puertas de cristal, son todo hombres, con mirada de salidos desesperados. Entre ellos veo a Stevie, Jared, Tomo y Shannon, los cuatro mirándome con la cabeza inclinada, se van a descoyuntar de tanto girar el cuello. Me incorporo y me quedo mirándoles, a ver si se dan cuenta, todos los hombres salen escopetazos menos mis cuatro "amigos", que me siguen mirando con los brazos cruzados y una sonrisa socarrona, Shannon parece que me vaya a traspasar con la mirada.

Les sonrío y sigo a lo mío, por lo que tras una mirada asesina por mi parte el batería me guiña un ojo y se van a las máquinas del gimnasio. Después de estirar bien todos los músculos empiezo a bailar con la melodía de el cascanueces, empezando con la quinta posición y girando, echaba muchísimo de menos esto. Para acabar me pongo a bailar el área del cisne negro del lago de los cisnes, sin darme cuenta he estado más de dos horas bailando sin parar, pero es que hacía mucho que no bailaba y lo necesitaba, para mí es una manera de sentirme libre, por unos instantes mi cuerpo y mi mente pueden volar y dejar las directrices del mundo terrenal para fluir en libertad. Paro y me seco un poco el sudor mientras bebo agua, al girarme para salir veo a los dos hermanos Leto mirándome otra vez desde la cristalera, se ve que ya han acabado, me sonríen y se despiden.

Voy a la habitación y cuando llego al ascensor veo que se van a cerrar las puertas corro, la persona que está dentro me escucha y pone la mano para que no se cierren.

_ Muchas gracias.

Entro en el ascensor y me encuentro al mayor de los hermanos, que va con una camiseta de tirantes, una toalla entre los hombros y una sonrisa socarrona en la cara.

_ ¿Has hecho mucho ejercicio? -le pregunto cuando se cierran las puertas-.

_ Sí, pesas, abdominales y flexiones sobretodo, debo mantener mis abdominales y los músculos de mis maravillosos e increíblemente sexys brazos.

_ Eres un engreído -le digo mientras me río-.

_ Solo es que tengo autoestima, tú deberías de aprender un poco de eso, tendrías que ver lo guapa y especial que eres Peque. Por cierto, ¿desde cuándo bailas? -me pregunta con curiosidad-.

_ Desde los seis años, mi hermana y yo íbamos a clase de danza clásica, pero a mí se me daba mejor, ¿con eso te vale con lo de la autoestima?

_ Por ahora. ¿Aún bailas?

_ Sigo yendo a clases de ballet y todo eso, nada serio porque me lesioné en la rodilla y no puedo forzarla mucho.

_ Tienes mucha flexibilidad.

_ Aha.

_ Eso es muy bueno en la cama.

_ ¿Qué me quieres decir con eso?

Do or die -COMPLETADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora