Cap. 38

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Ya estoy en España, todavía no me lo puedo creer. Llego por fin a casa de mis padres, el vuelo ha sido largo, aunque después de haberme recorrido casi todos los EEUU en bus creo que ya ningún viaje se me va a hacer pesado nunca. Llamo a la puerta y abrazo contenta a la persona que me abre, es Lola, una de las asistentas del hogar de mis padres, lleva trabajando en mi casa desde que tengo uso de razón y para mí es como de mi familia.

_ ¡Mi niña por fin está en casa!

_ Yo también me alegro de verte Lolita.

Tras un rato nos separamos y se me queda mirando de arriba a abajo con una enorme sonrisa en la boca. Yo hago lo mismo, la mujer esta un poco más mayor desde la última vez que la vi, pero es normal, hace bastante que no vengo a España y Lola ya tiene unos años. Sigue igual de delgada que siempre, es su constitución, pero ya le han salido unas cuantas canas en las patillas de su larga melena oscura que se ve que ha decidido dejar de ocultarlas, me parece bien, le dan un aire bohemio pero elegante.

_ ¿Por qué cada vez que te veo estás más guapa?

_ Porque me miras con los ojos de una madre -le contesto riendo-, al fin al cabo tú me viste nacer como aquel que dice.

_ Hay mi niña, que bebé más bonito y dulce eras, ya desde pequeñita eras buena, nunca llorabas.

_ Eso no es lo que me dice mi madre.

_ Pero eso es porque ella es una sargento y una pija -me dice en voz baja mientras nos reímos-. ¿Cómo has venido?

_ Me han traído los padres de Carol, han venido al aeropuerto a recogerla y me han acercado.

Lola pone mala cara, supongo que le sabrá mal que nadie haya venido a recogerme cuando por lo que puedo escuchar todos están en casa, pero yo ya lo suponía, mi plan era coger el metro y ya está, aunque en él tarde casi dos horas y en coche poco más de diez minutos. Entro por fin a la casa y veo en el recibidor un árbol de navidad gigante justo al lado de las escaleras, es bastante más alto que yo y abriendo los brazos no lo puedo rodear del todo. No puedo evitar poner mala cara al ver que es natural, ¿tanto les costaba comprar uno artificial y así no tener que talar un pobre árbol? Aunque he de admitir que está precioso, todo decorado con luces blancas, bolas de cristal trasparentes y otras también de cristal trasparente pero con un ligero toque dorado. Me fijo en que el suelo de mármol blanco está tan brillante que hasta se reflejan las luces en él, supongo que habrán llamado al abrillantador para que esté perfecto para las fiestas, ya que como todos los años habrán organizado alguna aburrida fiesta tremendamente elitista y snob. Al otro lado está el taquillón con las llaves de todos y algunos marcos con sus fotos, hay unas cuantas de mis padres, otras dos con mis abuelos y abuelas, varias de mis sobrinos, la de la boda de mi hermana que está posando con mi cuñado, la de su graduación en la universidad, una familiar en la que está mi hermana también con mi cuñado y mis sobrinos, y una de estas horrorosas típicas de estudio en las que están mis padres, mi hermana y yo siendo pequeñas, supongo que tendría ahí unos siete años yo y nueve mi hermana.Es maravilloso, en quince fotos familiares solo aparezco en una, parece que sea la hija que perdieron o algo parecido porque la última foto mía que hay en esta casa es de cuando tenía unos siete años, igualito que Constance en su casa que estaba llena de fotos de sus hijos en todas sus edades, pero es que es lo normal, ¿no?

Me acerco la mano a los labios y me doy un beso para luego tocar la foto en la que está mi abuelo, no puedo evitar sonreír nostálgica, le echo mucho de menos.

Voy andando por la casa hasta que llego al salón y no me encuentro a nadie, suponía que estarían todos aquí. Miro bien la habitación, mi madre se ve que cambió los muebles hace poco, ahora todo tiene un aire mucho más moderno. El espacio es amplio, el salón es la estancia más enorme de la casa, a mí me parece que su tamaño es incluso de mal gusto, pero bueno, no es mi casa al fin y al cabo. Hay grandes sillones formando entre ellos una "u", todos ellos mirando hacia el enorme televisor de plasma que está pegado en la pared. En el centro de los sillones hay una mesa formada por varios cubículos geométricos de algún metal que no conozco y que se pueden separar y juntar según lo que quieras hacer con ellos. Debajo hay una alfombra morada que hace juego con la manta del mismo color perfectamente doblada y colocada en el sofá principal gris y con cada cojín de los mismos colores que hay en los sillones modulares. Me giro hacia la zona donde está la chimenea, la cual desgraciadamente también han cambiado para poner una moderna (me encantaba la anterior chimenea) y veo que han puesto aquí también otro árbol de navidad, mi madre siempre hace lo mismo, pone uno en el recibidor y otro aquí. Este es más simple, está todo cubierto de blanco (hasta las piñas que supongo que tendría el pobre árbol antes de ser talado), supongo que será nieve artificial o algo parecido, como único adorno ha puesto luces blancas, ya está, nada mas, me río al pensar lo diferente que es de mi árbol de navidad que es completamente colorido y está todo lleno con juguetes y adornos con formas de muñecos de nieve, renos, copos de nieve y todas esas cosas. Me giro mirando el frío espacio que me rodea, y no me refiero a frío por la temperatura, esta casa tiene calefacción central y siempre hace la temperatura perfecta, sino por lo falto de sentimiento que está, más que una casa parece la fotografía de una revista de un gabinete de arquitectos, de hecho me recuerda al piso donde viven durante la formación los personajes de los juegos del hambre en la primera película, me encanta esa saga, hace poco la vimos. Los chicos no querían ponerlas porque decían que era cine de adolescentes, pero nada más ver la primera no pararon hasta ver las cuatro, de hecho le he pillado a Tomo y a Shannon los libros escondidos bajo sus almohadas.

Do or die -COMPLETADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora