Cap. 29

1K 89 74
                                    


Jared:

Nos ponemos los dos a desayunar en una pequeña mesa que tiene a un lado, la cual se ve que después se convierte en mesa de trabajo ya que está llena de manchas de pintura. Aunque la verdad es que quedan bien, es de esas cosas que solo consiguen hacer los artistas de verdad, si luego tú lo intentas hacer en tu casa acabas teniendo que tirar la mesa a la basura porque ha quedado un desastre.

_ Joder, qué bueno está esto, ¿qué es? -le pregunto con los ojos cerrados para notar más el sabor-.

_ ¿Cómo que qué es? Son tortitas veganas, lo mismo que desayunas la mitad de los días.

_ Pues las mías no saben así, me tienes que decir tu secreto.

_ Sacarlas de la sartén antes de que estén calcinadas.

Pongo mala cara y Mia se echa a reír, pero un ataque de tos la interrumpe. Me pongo a su lado y le doy palmaditas en la espalda hasta que se le pasa, acto seguido le paso un vaso de agua para que beba, le irá bien. Se le pasa del todo y empiezo a comer la fruta que ha cortado, kiwi y uva, mientras, Mia bebe todo el zumo que le he preparado yo, creo que me he vuelto loco, pero debe tomar vitaminas para que se le vaya ese gigantesco trancazo que tiene.

_ Vamos Jared, se nos está haciendo tarde.

Coge sus trastos mientras mira su reloj de pulsera, ¿pero qué narices le pasa?

_ ¿Dónde te crees que vas?

_ Al trabajo, como todos los días.

_ Estás enferma, el médico te mandó reposo.

_ Ya estoy mucho mejor, no tengo fiebre ni nada.

_ A la cama ahora mismo -me mira con mala cara, no me digas que ahora vamos a discutir...-. O vas por tu propio pie o te llevo a la cama yo mismo.

Se gira y continua cogiendo su bolso, yo sencillamente me encojo de hombros.

_ Tú te lo has buscado Peque.

Me agacho y la cojo sobre mi hombro como si fuera un saco de patatas, ella patalea y me chilla. Cojo sus llaves y cierro la puerta de nuevo, acto seguido me las guardo en un bolsillo de mi pantalón.

No puedo evitar mirar a mi derecha, tengo justo al lado de mi cara su precioso culo, me dan ganas de darle un mordisco, Leto, contente. Noto que Mia me intenta quitar las llaves metiendo la mano en el bolsillo y doy un salto que hace que ella pegue un bote sobre mi hombro.

_ Vuélvelo a intentar y me las meteré en un sitio donde no querrás meter la mano, aunque yo disfrutaré mucho mientras las buscas.

Se da cuenta de a donde me refiero y saca los dedos del bolsillo. Sigue enfadada pataleando, aunque ya no chilla porque se ve que le cuesta respirar y le duele la garganta, ahora directamente me pega pequeñas manotadas en la espalda. Creo que ha parado con las piernas porque le empezaba a doler la rodilla, es normal, ayer cuando se quitó la venda la tenía del tamaño de mi cabeza.

Me giro y voy hasta su cuarto, la tiro sobre la cama y empieza a pelear. Me pongo a cuatro patas y le sujeto las muñecas a cada lado de su cara, ella se enfada y continua pataleando con las piernas.

_ Ya esta bien Mia, tienes que descansar -me agacho y le doy un beso en la frente-, duérmete.

Ambos nos quedamos callados, mirándonos, estamos muy cerca el uno del otro, y encima en su cama. Recuerdo cuando nos acostamos, esa electricidad que me recorría toda la columna vertebral cada vez que me tocaba, la piel tan blanca e inmaculada, tan suave; sus labios tan delicados, sus pechos perfectos, ni muy grandes ni muy pequeños, simplemente perfectos. Recuerdo su forma de besar, tan dulce pero apasionada al mismo tiempo.

Do or die -COMPLETADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora