Cap. 72

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_ Jared.

_ ¿Qué pasa Peque?

Me pregunta levantando los ojos de los papeles que estaba mirando. Estamos los dos sentados en el sillón de su habitación, ahora mismo estamos en Praga, llegamos ayer y mañana tendrán los chicos un concierto. Yo acabo de llegar de hacer un poco de turismo con Stieve mientras los demás chicos daban entrevistas, pero al llegar al hotel Jared me ha dicho que quería hablar conmigo sobre mis pinturas, así que hemos venido a su habitación porque tiene una especie de sala de estar.

_ No, nada, da igual -le digo negando nerviosa, no entiendo como después de tanto tiempo todavía me intimida - ¿Te gusta la obra?

_ Sí es impresionante, me encanta la energía que desprende, es como Shannon cuando toca la batería.

_ Gracias.

_ ¿Qué tal te ha ido esta mañana?

_ Bien, hemos ido a dar una vuelta por la ciudad Stieve y yo, dentro de nada es su aniversario de boda y me ha pedido que le ayudara a elegir el regalo.

_ Me alegra, esta bien que disfrutes de las ciudades por las que pasamos, es lo que no me gusta de las giras, nosotros casi no tenemos tiempo de pasear por los sitios.

_ Ya, nunca había estado en Praga, pero debo admitir que es de mis favoritas de las que llevamos, parece sacada de un cuento de hadas.

_ Bueno, esto ya está, como siempre todo está perfecto, eres toda una artista.

_ Gracias -le digo mientas me levanto del sillón-. Por cierto, he hablado con Emma, esta noche vamos a cenar juntos.

_ ¿Cómo? -me pregunta confundido-.

_ Ya me he cansado de que me des largas, me debes una cita, así que he reservado mesa para un restaurante.

_ ¿En serio?

_ Sí, te lo he dicho varias veces pero parece que se te olvida, así que he tenido que dar yo el paso, ya te dije que con la comida no se juega.

_ Yo...

_ Ponte guapo, y cuando digo guapo quiero decir que no vayas de Gucci. El restaurante es más bien caro, así que ponte camisa, ¡sin estampado de flores!

_ ¿Algo más? -me pregunta riéndose-.

_ Sí, recórtate un poco esa barba de vagabundo que llevas por favor, cada vez que comes se te llena de migas y me muero del asco -le escucho una carcajada todavía más fuerte-. No te rías, con lo que tiene que haber dentro de esa maraña que tienes por barba un pájaro podría sobrevivir por lo menos un mes.

_ ¿Vas en serio?

_ Sí, y coge dinero, como ya te he dicho me debes esta cita, así que pagas tú abuelete.

Voy rápido a mi habitación, tengo dos horas para llamar a Hanna, hablar un rato, ducharme y arreglarme, tengo que darme prisa ya que sé que mi amiga se enrolla como las persianas cuando hablamos, pero es porque hace mucho que no nos vemos.

Tras hablar un buen rato me voy a la ducha y me lavo el cuerpo y el pelo con los cosméticos que encuentro tienen el olor más agradable, según me dice Hanna siempre los hombres se suelen fijar en esas cosas. Al salir me seco el pelo de forma que me quede un rizo bonito y me recojo parte a un lado, pero nada muy elegante ni elaborado. Tras acabar me quedo un rato mirando lo que tengo puesto sobre la cama, un conjunto de lencería negra, unas medias que llegan a medio muslo, un vestido azul klein de gasa y unos zapatos de tacón. Me siento delante del espejo aún con la toalla y me quedo mirando el bote de crema que tengo delante, debo admitir que soy una de esas personas que nunca se pone crema corporal, más que nada porque me da demasiada pereza.

Do or die -COMPLETADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora