14; ¡Gané!

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Decido salir un rato, espero no congelarme allá afuera, pero bien. Guardo mi móvil en el bolsillo de mi abrigo negro y salgo con las llaves en mi mano. Al abrir la puerta, Justin también está saliendo de su departamento. Me mira sin ninguna expresión y no dice nada.

Mientras cierro la puerta con llave, decidí preguntarle; –¿cómo esta Erin?, ¿Jaxon y Jazzy están bien?

No responde, miro lo que hace y también está cerrando su puerta, seguro saldrá porque lleva una mochila en su brazo.
Me río irónicamente porque ya se hizo el orgulloso y ya no me va a dirigir la palabra.

Pues, ¿sabes qué, Bieber? Me vale un cacahuate.

Me dirijo al ascensor y él se detiene a mi lado esperando que se abran las puertas. Ambos entramos sin decir palabra.

Los minutos en el ascensor se me hacen los más largos e incómodos de mi vida. Trato de distraerme con mi celular, mientras que Justin se queda como estatua. ¡Vaya, pero que orgullo!

Veo que tengo dos mensajes, uno de Luca y otro de David. ¿Desde cuándo David tiene mi número?

Justo cuando decido abrir el mensaje de Luca, me llega otro, emitiendo el sonido de fábrica de mi celular. Miro de quién es el mensaje y aparece "número desconocido".
Abro el mensaje y ahora sé quién escribe ese mensaje; Dean.

"Hola Zoe, soy Dean"

¿No se le pudo ocurrir otra cosa? Bueno, quizá sólo quiere hablar un rato. Le respondo lo más rápido posible y también le respondo a Luca, a David le respondería más tarde.

Las puertas del ascensor se abren y yo trato de salir cuando Justin también lo hace. Se detiene y me hace una seña de que yo pase primero. Lo hago y ya en la recepción, Justin saluda a Josephine y sale del edificio antes que yo.

Termino de responder el mensaje de Luca y después me voy a dar la vuelta por ahí.

Camino por toda la cera de la calle, hasta llegar a la esquina, la doblo y ahí me estampo sin querer con alguien.

–Lo lamento –digo sobandome la frente en donde me dí el golpe.

–No, yo lo lamento –dice el chico que después me doy cuenta de quién se trata–. ¡Auch! –Dean se soba la barbilla en donde le pegué con mi cabeza.

–Hola Dean, ¿estás bien? –me fijo en su barbilla y está sangrando. ¡No puedo tener la cabeza más dura! Literal.

–Sí, estoy bien Zoe, sólo un poco de sangre –mira su mano que tiene gotitas de sangre.

–No sabes cuanto lo siento, no me fijé –digo. Él asiente y saca un pañuelo para limpiarse la sangre–. Déjame ayudarte –tomo el pañuelo y limpio la poca sangre que sale de su barbilla.

–Gracias –dice una vez le regreso el pañuelo. Me da una media sonrisa y guarda el pañuelo.

–No tienes que agradecer, mi cabeza está muy dura –digo avergonzada y por primera vez él se ríe–. Ya te dejé más golpes de los que tenías.

–No importa, ¿tú estás bien? Golpearse con una barbilla no es muy frecuente –dice y se acerca a mí para revisarme el golpe–. Supongo que tendrás morado ahí para más tarde, lo siento.

–No te preocupes, no duele –miento, sólo me duele un poco.

–¿Quieres ir a caminar? ¿Tomar un café? ¿O algo? –me pregunta. Accedo, ya que no tengo nada más que hacer.










justin's pov.

–¡Vamos de nuevo! –dice el entrenador–. Uno –doy un golpe al saco–. Dos –doy otro golpe–. Tres –doy un último golpe–. ¡Justin! No estás concentrado, vuelve a intentarlo, olvídate de todo, de cualquier chica y concéntrate.

¡Joder! No puedo hacerlo y en dos horas tengo que boxear con uno de los mejores boxeadores de la ciudad.

¿Qué me estas haciendo Zoe Dashkov? ¡No dejo de pensar en tí!

Hago lo mejor que se me ocurre. Pensar que el saco es el tipo que golpeé en la feria, el mismo que salía del departamento de Zoe. Sí, eso.
Golpeo el saco con todas mis fuerzas, también utilizando las técnicas que me enseñaron, debo hacerlo.

–Vas mejorando –dice Alex, mi entrenador–. Ahora ve y practica con Ryan.

Asiento, camino hasta Ryan que está practicando con su saco de box y él me mira.
–¿Sabes por qué golpeo el saco tan fuerte? –pregunta y sigue hablando para responderse–. Porque estoy imaginando que eres tú.

–Muy gracioso –detengo su saco y le hago una seña para que practiquemos. Entonces empezamos a boxear.

–Te odio Bieber. No tengo idea de por qué te eligieron a tí para boxear con Allen –dice tratando de golpearme pero lo esquivo–. Yo soy el mejor en esto.

–Lo que tu digas Butler –digo y logro estampar mi puño (con guante, claro) en su cara. Ryan cae al suelo y se queja. Que niña.

–¡Bieber! –dice Alex detrás de mí–. ¡Te dije que practicaras no que lo dejaras inconsciente!

–No seas exagerado, Alex. Además él me provocó.

–Ajá claro. Trato de enseñarte técnicas y tú me tiras –dice el muy mentiroso de Ryan, levantándose–. Yo no lo provoqué, Alex.

–Parecen niños de cinco años, ¡a practicar ahora! –Alex nos exije y vuelve a irse con los demás que están entrenando.










Ya va el último round, ya no puedo más. Siento que en cualquier momento quedaré desmayado en el ring. Al parecer vamos empatados. Y eso no me gusta, quiere decir que en este último round se define todo. Claramente, yo estoy más golpeado que él. Me sangra la nariz incontrolablemente y él sólo tiene varios golpes en la cara. ¡No puedo perder!

Alex me masajea la espalda y trata de limpiarme la sangre de la nariz, pero el timbre indica que ya debe iniciar el último round.

¡Debes hacerlo por Zoe!

Es lo único que mi conciencia me dice ahora.

El tiempo avanza y no logro apuntar, ni él, ni yo. Me duele todo. Este tipo golpea duro. Alex me grita diciéndome que ya casi se termina el tiempo. Me desconcentro por un segundo, Allen me golpea y caigo. Pero antes de que el réferi termine de contar, me levanto, le doy un golpe al estilo jab. Y entonces, mi rival cae.

El réferi me alza la mano dando a entender que yo he ganado. Escucho aplausos y gritos de parte de las personas que nos ven. ¡Gané!

insoportable | jdbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora