38; ¿Quieren guerra? ¡Tendrán guerra!

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Volteo mi cara hacia atrás para ver quién me ha llamado.

Es David.

Una onda de alivio entra en mi cuerpo. Por un momento creí que sería Dean. Agradezco a Dios por no hacerme sufrir tanto.

David se acerca a nuestra mesa, en la cafetería y me sonríe. –¿Cómo estás? –pregunta relajado y después toma una silla de mi lado y se sienta.

¿Y a este quién lo invitó?

–Eh... Bien, gracias –digo extrañada por su reacción y por lo que hace.

–Me alegro mucho. ¡Oh! ¡Bieber! –se dirige a Justin y le extiende su mano cordialmente la cual, Justin acepta, de igual forma, extrañado.

–David –dice Justin seriamente y acomodándose en su silla.

–¿Qué hacen aquí? Oh, esperen... ¿Ustedes no se odiaban? –se ríe–. Si bueno, es típico, "del odio al amor sólo hay un paso" –dice y me recuerda la vez que nos conocimos, me dijo lo mismo.

–¿Qué pretendes Maslow? –Justin lo mira desafiante cruzando los brazos en su pecho.

–Tal vez... Que me prestes a esta linda y hermosa niña –dice señalándome con la cabeza–. Podemos llegar a un trato, te doy algunos dólares y me la prestas por unos ratos.

¿Qué le pasa a este imbécil?

Justin se pone rojo de la rabia. Se levanta de su asiento y lo señala.

–Yo no voy a hacer ningún puto trato contigo. ¿Me entiendes? ¡A ella no la tocas nunca!

–¡Oh mira! Ya la estoy tocando –dice David pasando su brazo por mis hombros y besándome la frente. Yo intento separarme.

¡Este no es el David que yo conozco!

–¡Suéltala! ¡La dejas y te vas o te hago que la sueltes y te saco de aquí! –amenaza Justin furioso.

David se ríe irónicamente. Yo me levanto soltándome de los agarres de él y me pongo al lado de Justin.

–Largo de aquí, Maslow –advierte.

Sé que Justin se está controlando para no provocar un escándalo. Pero por si él fuera, David ya tuviera el labio roto.

–¡Seguridad! –levanto mi mano para llamar al guardia de la cafetería, el hombre se acerca–. Este hombre nos molesta a mi novio y a mí.

–¡Wow! ¡Ya son novios! –David se ríe irónicamente mientras aplaude.

–Señor, tendrá que salir de aquí, no permitiremos que le falte el respeto a nuestros clientes –dice el guardia de seguridad.

–De acuerdo –dice alzando sus manos–. Ya me largo de aquí.

David se aleja caminando hacia la puerta de la cafetería, agradecemos al guardia y éste asiente llendose también.

–¿Te lastimó nena? –me pregunta Justin acariciando mi mejilla.

–No. Estoy bien, gracias –sonrío–. Gracias por defenderme, y gracias por controlarte.

–¡Oh Dios! ¡Quería arrancarle la cabeza! –dice entre dientes y yo río–. Me controlé por tí.

–Gracias Biebs –lo miro fijamente y sonríe ampliamente.

–Amo que me veas de esa manera —dice sin dejar de sonreír—. Pero en fin, ¿terminaste tu café? ¿Te quieres ir? Haremos lo que tu quieras.

insoportable | jdbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora