52; Tengo poder sobre ti.

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Justin me jala del brazo hasta llevarme a la entrada del bar. Está furioso y no lo culpo, no debí dejar que Dean hiciera aquello.

Al estar afuera, un aire fresco me hace estremecer, Justin llama a un taxi y en lo que llega da vueltas de aquí para allá. No ha dicho nada después de ese "¿por qué estabas besando a mi chica?".

–Justin, déjame explicarte cómo pasó todo...

–No, no digas nada.

–Amor... –no estoy acostumbrada a decir esto–, él sólo quería...

–No digas nada, he dicho –mete las manos a sus bolsillos y sigue dando vueltas.

–Yo te quiero a ti y lo sabes bien –lo miro, permanece en silencio y después me siento en un banco de espera–. Dean sólo quería comprobar si aún me quiere y por eso me besó.

–¡Ya basta! No lo menciones más –su respiración está agitada y cada vez da los pasos mas rápidos.

Su actitud me molesta, ¡debería entenderme al menos!

No explotes, no explotes, lo vas a empeorar....

–¿¡Te puedes calmar por favor?! –exploté.

–¡No! ¿¡Sabes por qué?! ¡Tuve la esperanza de que esta noche sería especial! ¡Diferente a otras! ¡Pero llega ese estúpido y me caga todos los malditos planes! ¡No puedo calmarme! ¡Y por encima de todo al parecer a ti también te gustó que te besara! –se para enfrente de mi y grita todo eso mientras mueve sus brazos.

Me pongo de pie y voy pensando en el discurso que voy a gritar ahora mismo, no me voy a dejar, eso ni de broma. –¿¡Qué estás diciendo?! ¡Ni siquiera me esperaba eso! –bueno...la verdad sí–, ¡y ya te expliqué todo! ¡Si no quieres creerme es tu maldito problema! Vete a la mierda.

Camino lejos de él, tratando de alejarlo de mis pensamientos y de mí. No me importa a dónde ir, no me importa perderme, no me importa morir de frío e incluso no me importa que él se regrese solo a Londres.

Una lágrima rueda por mi mejilla pero la limpio al instante. No debo llorar, no debo. Se supone que yo fui la culpable, ¡pero al menos debe entender! ¡Yo le estoy diciendo la verdad!

Alguien me jala del brazo y me encuentro con él de nuevo, al girarme. Nos miramos fijamente, aún puedo notar que está molesto, pero más que eso, se ve decepcionado, ¿decepcionado de mí? Ay no. Que horrible es esto.

Déjate de eso y pídele perdón.

Me dice mi conciencia, ¡ay!... No puedo dejar mi orgullo y dignidad así como así.

¡No seas orgullosa, y dile que lo sientes!

–Lo siento.

Siento como si un pedazo de mí, que es mi orgullo cae al suelo y otro, que es mi dignidad, también lo hace.

–Regresaremos hoy mismo a Londres –es lo único que dice. Se saca la chaqueta y me la pone por encima de los hombros.

–¿Ya no estás molesto? –pregunto cuando vemos llegar al taxi.

No responde. Subimos y durante todo el trayecto al hotel, no habla. Me siento humillada.

Te dije conciencia, a él no le importaron mis disculpas, jamás volveré a pedir perdón en mi vida.

Si le importaron, muy en el fondo, sólo que es tan orgulloso como tú.

Uh, vaya.

Me pregunto cómo serán las cosas después, ¿terminaremos? ¿Me perdonará? ¿Le rogaré? ¡No! ¡Ni bromeando le ruego, por favor! Que se joda, yo ya le dije que lo sentía.

insoportable | jdbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora