24; Pixie Bieber.

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¡Soy el hombre mas feliz de la Tierra! ¡Mi hija está a punto de nacer! Sólo ruego a Dios con todo mi corazón que todo salga bien, ya que sólo tiene seis meses.

Me levanto de la silla de la sala de espera, cuando veo al mismo doctor que me atendió hace unas horas, venir hacia mí.

–¡Joven Bieber! La niña está viva, pero... –pausa dejándome con la intriga–, tenemos algunos problemas, su respiración no está nada bien, por lo que tuvimos que llevarla a la encubadora, sus pulmones no se han desarrollado lo suficiente, así que... por lo mismo, su pulso es muy débil. Está grave. Si el corazón no empieza a latir como debe ser, puede que ella...

–¿Qué? ¿Ella se pondrá bien? Por favor dígame que sí... No entiendo... ¿Por qué pasó esto? El doctor que atendía a Melanie durante el embarazo dijo que todo estaba bien...

–Todo estaba muy bien, claro, pero debió haber algo que causó que naciera antes de tiempo... por eso, no está bien ahora –me dice serio. Asiento tragando saliva.

–¿Puedo verla?

–Sígame –asiente y me lleva a un pasillo. Al final de este, hay una habitación con una gran ventana de cristal, hay alrededor de siete bebés en encubadoras, todos con cables en sus cuerpecitos–. Es ella, la tercera –me señala por el cristal y logro ver a una pequeña bebé. Mi hija.

El doctor se va de ahí y a mí se me salen algunas lágrimas. Está tan pequeña, por lo que veo desde aquí, su piel es blanca, tiene los ojos cerrados y sus manos echas pequeños puños. Quisiera tenerla en mis brazos...

Una enfermera llega y se pone a mi lado viendo a los bebés a través del cristal.
–Necesito que ella se ponga bien. Yo quiero tenerla conmigo –le digo a la enfermera.

–Ya verá que sí, todo estará bien joven...

–Eso espero.

–Y.... ¿ya tienen un nombre para la pequeña? –sé que esta tratando de animarme.

–No. No habíamos pensado en eso, pero a mí siempre me gustó el nombre Pixie, es...lindo –me encojo de hombros.

–¡Sí que lo es!

–Aunque también podría ponerle Patricia, como mi madre... –suspiro recordándola, ella estaría feliz de saber que sería abuela–. ¿No puedo verla más de cerca? –me refiero a mi hija.

–No joven... No es permitido –hace una mueca y asiento resignado.

–Bien, y ¿Melanie ya sabe de esto? –la miro y ella asiente con la cabeza antes de responder.

–Sí, la señorita Muller se alteró mucho, tuvimos que ponerle un calmante –dice.

Quizá muy en el fondo Melanie sea buena persona y quizá muy en el fondo si quiera a su hija.

–Quiero verla –hablo y ella me guía hasta la habitación de Melanie.

Al momento de entrar a la habitación, Melanie me dirige su mirada, se ve molesta, se ve rara... no lo sé.

–No quiero hablar Justin, vete –me dice de una manera muy cortante, mirando ahora, hacia la pared de la habitación.

–Melanie... Sé que en el fondo de tu corazón de alguna manera quieres a nuestra hija, y estás triste porque ella está así. Pero quiero que sepas que yo estoy contigo, daría lo que fuera para que ella viviera y sé que tu también, todo estará bien, ella estará bien, lo prometo –mis ojos se cristalizan al decir eso, Melanie se talla los ojos y yo finalmente salgo de ahí.

Me encuentro al doctor una vez más, ya fuera de la habitación, me recomienda que descanse, ya que, por la pelea de hoy debo estar muy cansado, según él...

insoportable | jdbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora