Segunda Oportunidad. (Golden FreddyxFreddy)

Segunda oportunidad: capitulo 31.

Golden solo miraba con recelo al castaño el cual garabateaba en un cuaderno, en esos momentos esperaban a Chica la cual dijo que tenía que mostrarles algo. Desde que regreso sintió emociones raras, emociones que lo confundían.

– ¿A quien quiero engañar? –soltó un suspiro pesado.

– ¿Golden, estas bien? –cuestiono Freddy mirándolo, el asintió dándole una sonrisa para tranquilizarlo.

– Todo bien, solo estoy cansado –vaya mentira que acababa de soltar, nada estaba bien. Eran sentimientos parecidos a los que sintió cuando juro estar enamorado de la rubia, pero esta vez era peor porque no tenía un solo rival... tenía dos.

– La culpa es mía por estar de chismoso –se lamentó, era mejor si nunca lo hubiese sabido.

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– Vamos, quiero volver a jugar con el rarito –pidió Fred.

– Estaría bien, pero no sé si Bonnie tenga tiempo –reflexiono el chico, estaban terminando un ensayo, después de eso no tendrían nada que hacer, habían pasado dos semanas desde los problemas con Golden y todo volvía a su armonía.

– Vamos Freddy.

– Agh, no empieces –se quejó en un susurro.

– Apenas iba a hablar –contesto Bonnie, el castaño lo vio indiferente, acostumbrado a sus apariciones misteriosas.

– Oye, si no tienes nada que hacer ¿Quieres ir a jugar otra vez? –pregunto aparentemente tranquilo.

– Claro –respondió con calma, ambos asintieron y se alejaron bajo la mirada atenta de Golden, cuando quedaron fuera de la vista de todos se miraron y comenzaron a correr alocadamente a la salida de la escuela.

Como acostumbraban a hacer dos veces por semana desde lo sucedido con Bon alias "el maestro", iban a jugar o comer, lo que sea para tratar de pasar el tiempo, en ese tiempo igual Bonnie animaba a Fred, sin saber realmente que era el, para avanzar con Joy.

– Vamos Freddy –por unos minutos Fred pensó demandarlo por copyright–. Si no empiezas ya nunca lo harás y te arrepentirás toda tu existencia –le recordó, el chico sintió como una enorme roca le aplastaba sin piedad.

– Lo sé... ¡Pero no es tan fácil!

– Antes te veía coquetearle a otras chicas ¿Qué tiene de diferente? –pregunto comiendo unas patatas.

– Bueno... tal vez el hecho de que no sentía nada por ellas –reflexiono y se dio cuenta de algo–. Que hijo de... era.

– Si, definitivamente –respondió mientras comía, alzo su vista y diviso algo interesante–. Mira Freddy, mira –apunto a una rubia la cual estaba sentada en una banca mirando al cielo.

– Oh mier... –murmuro ruborizándose.

– Entonces te dejo Freddy –se despidió no sin antes empujarlo hacia la dirección de la chica.

– ¡E... espera! –lo volteo a ver pero ya no estaba–. ¡Puto ninja!