CAPÍTULO 53:

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  (TN) hizo lo que le decía, pero entreabrió uno de los ojos para ver lo que él hacía.
—Levanta los brazos por encima de la cabeza.
—¿Los brazos?
—Levántalos por encima de la cabeza. Y cruza las muñecas.
Ella abrió los dos ojos.
—Creo que me olvidé de decirle a Trey algo sobre la nueva dieta de Sinjun.
—Todas las mujeres Styles han hecho este truco.
Resignada, (TN) levantó los brazos, cruzó las muñecas y cerró los ojos, diciéndose a sí misma que no podía ser peor que sostener un rollito con los labios.
«¡Zas!»
Apenas había percibido el chasquido del látigo cuando sintió que éste le rodeaba y le ataba las muñecas con fuerza.
Esta vez el grito le salió del alma. Dejó caer los brazos tan rápidamente que sintió que se le dislocaban los hombros. Se miró con incredulidad las muñecas atadas.
—¡Me has dado! Dijiste que no me tocarías, pero lo has hecho.
—Estate quieta, (TN), y deja de gritar de una vez. No te ha dolido.
—¿No me ha dolido?
—No.
Ella miró sus muñecas y se dio cuenta de que él tenía razón.
—¿Cómo lo has hecho?
—Destensé el látigo antes de chasquearlo. —Harry hizo un movimiento con la muñeca para que el látigo se aflojase, y la liberó. —Es un truco muy viejo, pero el público lo adora. Aunque, después de que te ate las muñecas, debes sonreír para que todos sepan que no te he hecho daño. Acabaré en la cárcel si no lo haces.
(TN) se examinó una muñeca y luego la otra. Se dio cuenta con asombro de que estaban intactas.
—¿Y si te olvidas de destensar el látigo antes de apresarme las muñecas?
—No lo haré.
—Podrías cometer un error, Harry. Es imposible que siempre te salga bien.
—Claro que sí. Llevo años haciéndolo y nunca he lastimado a nadie. —Comenzó a recoger los látigos y ella se maravilló de aquella perfecta arrogancia, pero al mismo tiempo se sintió inquieta.
—Esta mañana las cosas han salido algo mejor—dijo ella, —pero aún me parece imposible que pueda actuar contigo dentro de dos días. Jack me ha dicho que voy a interpretar a una gitanilla indomable, pero no creo que las gitanas indomables griten como lo hago yo.
—Ya pensaremos algo. —Para sorpresa de la joven, Harry le dio un besito en la punta de la nariz antes de girarse para marcharse, pero se detuvo en seco y se volvió de nuevo hacia ella. La miró un buen rato. Luego inclinó la cabeza y posó sus labios sobre los de (TN).
La joven le rodeó el cuello con los brazos cuando él se apretó contra ella. Aunque su mente le decía que el sexo debía ser sagrado, su cuerpo deseaba ardientemente las caricias de Harry, y (TN) supo que nunca tendría suficiente de él.
Cuando se separaron, Harry sostuvo la mirada de ella durante un largo y dulce instante.
—Sabes como un rayo de sol —susurró.
Ella sonrió.
—Te daré unos días más, cariño, porque sé que todo esto es nuevo para ti, pero nada más.
(TN) no tuvo que preguntarle a qué se refería.
—A lo mejor necesito más tiempo. Tenemos que conocernos mejor. Respetarnos el uno al otro.
—Cariño, en lo que concierne al sexo, te aseguro que siento mucho respeto por ti.
—Por favor, no hagas como si no supieras de lo que hablo.
—Me gusta el sexo. A ti te gusta el sexo. Nos gusta practicarlo juntos. Eso es todo.
—¡Eso no es todo! El sexo debería ser sagr...
—No lo digas, (TN). Si dices esa palabra otra vez, te juro que flirtearé con cada camarera que encuentre de aquí a Irlanda.
Ella entrecerró los ojos.
—Justo lo que intentaba demostrar. Y no creo que sagrado sea una palabrota. Vamos, Tater, tenemos mucho trabajo que hacer.
(TN) se fue con el elefante trotando tras ella. Si se le hubiera ocurrido volver la mirada, habría visto algo que la habría asombrado. Habría visto a su duro y malhumorado marido sonriendo como un adolescente enamorado.  

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora