(TN) cerró la puerta de golpe dejando fuera la flor quemada, y se llevó la mano al pecho.
Notando que el corazón le latía con fuerza bajo la mano, se recordó que estaba en un circo, un lugar de ilusiones.
Se tocó la pequeña marca roja en la suave curva del pecho y el pezón se tensó en respuesta. Mirando la cama sin hacer, se dejó caer en una de las sillas junto a la mesa de la cocina e intentó asimilar la ironía de todo aquello.
MÍ hija se reserva para el matrimonio.» Anne solía soltar esa declaración en las cenas para divertir a sus amigos mientras (TN) se tragaba la vergüenza y fingía reírse con ellos. (TN) sabía lo suficiente de psicología humana para darse cuenta de que su resistencia al sexo fuera del matrimonio era un acto de rebeldía. Cuando era niña, había observado el vaivén de la puerta del dormitorio de su madre y supo que nunca podría ser como ella. Deseaba con toda el alma ser considerada una mujer respetable. Incluso hubo un tiempo en que pensó que lo había conseguido.
Se llamaba Jacob Cullen, tenía 27 años y era ejecutivo en una editorial británica. Lo conoció en una fiesta en Escocia.
Era todo lo que admiraba en un hombre: caballeroso, inteligente y bien educado. No fue difícil enamorarse de él.
(TN) era una mujer hambrienta de afecto, y los besos de Jacob y sus expertas caricias la enardecían hasta casi hacerla perder el juicio. Incluso así, (TN) no pudo olvidar sus principios, profundamente arraigados, para acostarse con él.
Al principio, la negativa de la joven le irritó, pero poco a poco él comprendió lo importante que era aquello para ella y le propuso matrimonio. (TN) aceptó entusiasmada y vivió en una nube rosa durante los días que faltaban para la ceremonia. Anne fingió estar encantada, pero (TN) debería haber imaginado que a su madre le daba terror quedarse sola, hasta el punto de dejarse llevar por la desesperación. A Anne no le llevó demasiado tiempo tramar un cuidadoso y calculado plan para seducir a Jacob Cullen.
A favor de Jacob debía decir que logró resistirse casi un mes, pero Anne siempre conseguía lo que se proponía y al final lo conquistó.
—Lo hice por ti, (TN) —había dicho cuando una (TN) apesadumbrada descubrió la verdad. —Quería que abrieras los ojos y vieras lo hipócrita que es. Dios mío, habrías sido muy desgraciada si te hubieras casado con él.
Madre e hija discutieron amargamente y (TN) había llegado a recoger todas sus pertenencias para marcharse. El intento de suicidio de Anne puso fin a eso.
Se subió el tirante del vestido de novia y suspiró. Fue un sonido profundo y doloroso, el tipo de suspiro que salía desde lo más profundo del alma porque no tenía palabras para expresar sus sentimientos.
Para otras mujeres el sexo resultaba fácil. ¿Por qué no para ella? Se había prometido a sí misma que nunca tendría relaciones sexuales fuera del matrimonio y ahora estaba casada. Pero, irónicamente, su marido era más desconocido para ella que cualquiera de los hombres que había rechazado. El hecho de que fuera tan brutalmente atractivo no cambiaba las cosas.
Ni siquiera podía imaginar entregarse a alguien a quien no amara.
Volvió a mirar la cama. Se levantó y se acercó a ella. Algo que parecía una cuerda negra asomaba bajo unos vaqueros tirados de cualquier manera sobre las arrugadas sábanas azules. Se inclinó para tocar la tela de los vaqueros, desgastada por el uso,
y deslizó un dedo por la cremallera abierta. ¿Cómo sería ser amada por ese hombre? ¿Despertar cada mañana y ver la misma cara mirándola desde el otro lado de la almohada? ¿Tener una casa y niños? ¿Un trabajo? ¿Cómo sería ser una mujer normal?
Apartó los vaqueros a un lado y dio un paso atrás al ver lo que había debajo. No era una cuerda negra, sino un látigo. El corazón comenzó a latirle con fuerza.
«Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. De un modo u otro voy a ganar.»
Harry había insinuado que habría consecuencias si no le obedecía. Cuando ella le había preguntado cuáles serían, había contestado que lo descubriría ella misma esa noche. No habría insinuado que tenía intención de golpearla, ¿verdad?
Intentó normalizar la respiración. Puede que en el siglo XVIII los hombres pegaran a sus esposas, pero las cosas habían cambiado desde entonces. Llamaría a la policía si se atrevía a ponerle un solo dedo encima. No sería víctima de la violencia de ningún hombre por muy desesperadas que fueran las circunstancias.
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¿Odio o amor?
Fiksi Penggemar(TN) es una chica que toda su vida ha vivido rodeada de lujos, cuando es obligada a casarse con el misterioso Harry Styles por un plazo de 6 meses su vida da un vuelco de 180°. ¿Podrá soportar siquiera una semana viviendo de esa manera?