CAPÍTULO 56:

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  —¡Yyyyy ahora, entrará en la pista central del circo de los Hermanos Lloyd, (TN), la hermosa esposa de Harry Styles! Ahora, damas y caballeros,entra en la pista con su marido, algo muy difícil para ella. El látigo aterroriza a esta dulce joven. Por eso os rogamos que estéis lo más quietos posible para que ella pueda enfrentarse a sus miedos. Os recuerdo que si está aquí es sólo por una cosa —el baile del látigo de Harry alcanzósu clímax, —el amor que siente por su feroz marido.
La música siguió y, sin previo aviso, Harry agitó el látigo formando un arco sobre su cabeza. El aliento abandonó el cuerpo de (TN) en un grito estrangulado y dejó caer el rollito que acababa de sacar del bolsillo especial que Caroline le había cosido al vestido sólo unas horas antes.
El público contuvo el aliento y ella se percató de que la increíble historia de Jack había funcionado. En lugar de reírse por la reacción de (TN), habían simpatizado con la desvalida joven.
Para su sorpresa, Harry se acercó a ella, recogió el rollito del suelo y se lo ofreció como si fuera una rosa, luego inclinó la cabeza y le rozó los labios con los suyos.
El gesto fue tan romántico que (TN) oyó suspirar a una mujer en la primera fila. Ella misma también habría suspirado si no hubiera sabido que él sólo jugaba con las emociones del público. A (TN) le temblaron los dedos cuando sostuvo el rollito de papel tan alejado de su cuerpo como pudo.
Logró mantener la compostura cuando él se alejó, pero cuando llegó el momento de ponérselo en la boca, comenzaron a temblarle las rodillas de nuevo. Deslizó ligeramente el rollito entre los labios, cerró los ojos y se puso de perfil.
Sonó el chasquido del látigo y el extremo del rollito cayó al suelo. (TN) cerró los puños a los costados. Si había pensado que tener audiencia haría que aquello resultara más fácil, estaba equivocada.
Harry chasqueó el látigo dos veces más hasta que sólo quedó el cabo entre los labios de su esposa. (TN) tenía la boca tan seca que no podía tragar.
La voz de Jack surgió entonces, susurrante y dramática.
—Damas y caballeros, necesitamos su colaboración mientras Hazza intenta hacer el último corte al pequeño rollo de papel que su mujer sujeta entre los labios. Necesita silencio absoluto. Les recuerdo que el látigo pasará tan cerca de la cara de la joven que la más mínima equivocación por parte de su marido podría marcarla de por vida.
(TN) gimió. Se clavó las uñas en las palmas de las manos con tanta fuerza que temió haberse hecho sangre.
El chasquido resonó en sus oídos cuando el látigo cortó la última sección del rollito que sostenía en la boca.
El público estalló en vítores. (TN) abrió los ojos, sintiéndose tan mareada que temió desmayarse. Harry le hizo indicaciones con la mano, señalándole lo que iba a hacer a continuación. Lo único que ella pudo hacer fue alzar la barbilla.
Cuando levantó la cabeza, la punta del látigo voló hacia ella y la roja flor que llevaba entre los pechos explotó en un despliegue de frágiles pétalos de papel.
Ella dio un respingo y dejó escapar un siseo que el público acalló con sus aplausos. Harry hizo otro gesto, indicándole que levantara las manos y cruzara las muñecas. Temblando, ella siguió sus indicaciones.
El látigo restalló de nuevo y la multitud soltó un grito ahogado cuando el látigo se enroscó alrededor de las muñecas de (TN). Él esperó un momento, luego la liberó. Un murmullo indescifrable surgió de las gradas. Harry la miró con el ceño fruncido y ella recordó que debía sonreír. Consiguió curvar los labios y mostrar las muñecas para que vieran que estaba ilesa. Mientras hacía eso, él volvió a chasquear el látigo.
(TN) dio un respingo. Miró hacia abajo y vio que el látigo le rodeaba los tobillos. Harry no había hecho eso antes y ella le dirigió una mirada preocupada. La liberó y arqueó una ceja indicándole que saludara. Ella le dirigió al público otra sonrisa falsa. A continuación Harry le indicó que levantase los brazos. Con una sensación de fatalidad, (TN) hizo lo que le ordenaba.
«¡Zas!»
A (TN) se le escapó un gritito cuando el látigo se curvó en torno a su cintura. Ella esperaba que él aliviara la presión de la cuerda, pero Harry se limitó a tirar con fuerza del látigo, obligándola a acercarse a él. Sólo cuando la falda del vestido rozó los muslos de Harry, él sustituyó el látigo por sus brazos para darle un beso arrebatador que habría hecho justicia a la portada de un libro romántico.
La multitud soltó una ovación.
(TN) se sentía mareada, y aunque estaba enfadada con Harry, no pudo evitar sentirse feliz. Su marido silbó y Misha resolló con furia al volver a la arena. Harry la soltó sólo un momento y montó a lomos del caballo de un salto mientras el equino trotaba por la pista. Un escalofrío de inquietud se deslizó por la espalda de (TN). Sin duda alguna él no iba a...
(TN) sintió que sus pies dejaban de tocar el suelo cuando Harry se inclinó sobre el lateral del caballo para subirla en sus brazos. Antes de saber qué sucedía, estaba sentada en su regazo.
Se apagaron las luces, dejando la pista sumida en la oscuridad. Los aplausos fueron ensordecedores. Harry aflojó uno de los brazos mientras ella se agarraba frenéticamente a su cintura. Un momento después, sonó una explosión y el gran látigo de fuego danzó por encima de sus cabezas.


(TN) cruzó la estrecha carretera asfaltada que separaba el aparcamiento donde estaba instalado el circo de la playa vacía. A la izquierda las luces multicolores de la feria, en el paseo marítimo de Jersey Shore, destellaban en el caos de la noche: la noria, los coches de choque, los tiovivos y los puestos de chucherías.
El debut de (TN) había tenido lugar en la primera representación del circo en ese pequeño pueblo costero y ahora estaba demasiado excitada para dormir. El público de la segunda función había reaccionado con más entusiasmo aún y una maravillosa sensación de realización le impedía sentirse cansada. Incluso Brady Pepper había abandonado su acostumbrado silencio para brindarle una gélida inclinación de cabeza.
Inhaló el olor del mar y comenzó a pasear por la arena, que había perdido el calor del día y le enfriaba los pies al metérsele en las sandalias. Le encantaba estar junto al océano y se alegraba de que el circo fuera a permanecer allí más de una noche.
—¿(TN)? —Se volvió y vio a Harry en lo alto de las escaleras, una alta y delgada silueta recortada contra el tenue resplandor de la noche. La brisa le revolvía el pelo y le pegaba la camisa al cuerpo. —¿Te importa si paseo contigo o prefieres estar sola?
—¿Vas armado?
—Ya he guardado los látigos por esta noche.
—Entonces ven. —(TN) sonrió y le tendió la mano.
Harry vaciló un momento y ella se preguntó si el gesto habría sido demasiado personal para él. Decía mucho de su relación el hecho de que cogerse de la mano fuera más íntimo que mantener relaciones sexuales. Aun así, no bajó el brazo. Aquello sólo era un reto más que ella debía vencer.
Las botas de Harry resonaron en los escalones de madera cuando se acercó. Le cogió la mano y las callosidades de su palma le recordaron a (TN) que era un hombre acostumbrado al trabajo duro. Aquella cálida y firme mano envolvió la suya.
La playa estaba desierta, pero aún quedaban restos que había dejado la gente que había acudido al lugar adelantándose a la temporada veraniega: latas vacías, plásticos, la tapa rota de un vaso térmico. Se dirigieron hacia el mar.
—Al público le ha gustado el número.
—Estaba tan asustada que me temblaban las rodillas. Si no hubiera sido por el giro que Jack le dio a la historia, mi actuación hubiera resultado un desastre. Cuando intenté agradecérselo me dijo que había sido idea tuya.
—Conozco de primera mano tus creencias morales, cariño.
(TN) no lo negó.
Pasearon durante un rato en un cómodo silencio. La brisa agitaba el cabello de (TN) y el vaivén de las olas acallaba los lejanos ruidos de la feria, al otro lado de la carretera, dándoles la sensación de que estaban solos en el mundo. (TN) esperaba que él le soltara la mano en cualquier momento, pero seguía manteniéndola agarrada.
—Has hecho un buen trabajo esta noche, (TN). Trabajas duro.
—¿De veras? ¿De verdad crees que trabajo duro?
—Claro.
—Gracias. Nunca me habían dicho eso. —Soltó una risita irónica. —Y si lo hubiesen hecho, seguramente no me lo habría creído.
—Pero a mí me crees.
—No eres un hombre que diga las cosas a la ligera.
—¿Estoy oyendo un cumplido?
—No estoy segura.
—No es justo.
—¿Qué?
—Te he dicho algo agradable. Al menos podrías decir una cosa buena de mí.
—Por supuesto que puedo. Haces un chile de muerte. Para sorpresa de (TN), él frunció el ceño.
—Estupendo. Olvídalo.
Atónita, (TN) se dio cuenta de que, sin querer, había herido los sentimientos de su marido. Pensaba que él estaba bromeando, pero tratándose de Harry debería saber que eso no era posible. Aun así era toda una sorpresa que a él le importara su opinión.

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora