(TN) no estaba en la camioneta.
(TN) no estaba en la caravana.
Harry atravesó el recinto buscándola frenéticamente. ¿Que habría hecho esta vez? ¿Dónde se habría metido? ¡Maldita sea, todo eso era culpa suya! Sabía de sobra lo loca que estaba; debería haberla acompañado a la camioneta y, ya puestos, atado al volante.
Harry siempre se había sentido orgulloso de mantener la cabeza fría ante una crisis, pero ahora no podía pensar. La tormenta amainó después de que aseguraran la carpa y pasaron unos cuantos minutos revisando los daños superficiales; el cristal delantero de uno de los camiones estaba salpicado de escombros y uno de los puestos había volcado por el viento. La lona del circo tenía algún desgarrón, pero no parecía haber sufrido daños serios. Tras asegurarse de que todo estaba en orden decidió ir a buscar a (TN). Sin embargo, cuando llegó a la camioneta, y vio que no estaba allí, sintió cómo el pánico le atenazaba las entrañas.
¿Por qué no la había vigilado de cerca? Era demasiado frágil, demasiado confiada. «Dios mío, que no le haya ocurrido nada.»Vio un destello de luz al otro lado del recinto, pero uno de los remolques le bloqueaba la vista. Mientras corría hacia allí, oyó la voz de (TN) y se le aflojaron los músculos de puro alivio. Rodeó el vehículo con rapidez y pensó que nunca había visto nada más hermoso que (TN) sosteniendo una linterna y dirigiendo a dos de los empleados para que cargaran la jaula de Sinjun en la parte trasera del camión que transportaba a las fieras.
Quiso sacudirla por haberle hecho pasar tanto miedo, pero se contuvo. No era culpa suya que él se hubiera convertido en un debilucho y un cobarde.
Cuando lo vio, (TN) esbozó una sonrisa tan llena de felicidad que hizo que el calor alcanzara los dedos de los pies de Harry.
—¡Estás bien! Estaba tan preocupada por ti.
Él se aclaró la garganta y tomó aliento para tranquilizarse.
—¿Necesitas que te eche una mano?
—Creo que ya estamos acabando —dijo (TN), subiéndose al camión.
Aunque Harry quería llevarla a la caravana y amarla hasta la mañana siguiente, la conocía lo suficiente como para saber que ninguna baladronada por su parte la apartaría del camión hasta que estuviera totalmente segura de que los animales a su cargo estaban bien resguardados. Si se lo permitía, incluso les habría leído un cuento antes de arroparlos.
(TN) salió por fin y, sin ninguna vacilación, estiró los brazos y se dejó caer desde la parte superior de la rampa hacia él. Cuando Harry la estrechó contra su pecho, decidió que eso era lo que más le gustaba de ella: nunca dudaba de él. (TN) había sabido que la atraparía entre sus brazos costara lo que costase.
—¿Te quedaste en la camioneta durante la tormenta como te dije? —le preguntó plantándole un beso duro y desesperado sobre el pelo mojado.
—Mmm... estuve a salvo, te lo aseguro.
—Bien. Volvamos a la caravana. Los dos necesitamos una ducha caliente.
—Antes necesito...
—Saber cómo está Tater. Iré contigo.
—Pero no vuelvas a mirarlo con cara de pocos amigos.
—Nunca lo miro con cara de pocos amigos.
—La última vez que lo miraste así heriste sus sentimientos.
—No tiene...
—Por supuesto que tiene sentimientos.
—Lo mimas demasiado.
—Es cariñoso, no mimado. Hay una gran diferencia.
Harry le dirigió una mirada significativa.
—Créeme, conozco la diferencia entre cariñoso y mimado.
—¿Estás insinuando...?
—Ha sido un cumplido.
—No ha sonado así.
Discutió con ella hasta que llegaron al remolque donde se encontraba el elefante, pero Harry no le soltó la mano en ningún momento. Ni se le borró la estúpida sonrisa de la cara.Durante los meses de junio y julio, el circo de los Hermanos Lloyd pasó el ecuador de la gira mientras se dirigía hacia el oeste a través de pueblos de Pensilvania y Ohio. Algunas veces seguían el curso de un río: Allegheny, Monongahela, Hocking, Scioto y Maumee. Actuaron en pueblos pequeños que habían sido olvidados por los circos grandes, pueblos mineros con las minas cerradas, pueblos con molinos abandonados, pueblos con fábricas clausuradas. Los circos más famosos podían haber olvidado a la gente común de Pensilvania y Ohio, pero el de los Hermanos Lloyd la recordaba y la función continuaba.
La primera semana de agosto, el circo llegó a Indiana y (TN) nunca había sido más feliz en su vida. Cada día era una aventura. Se sentía como si fuera una persona diferente: fuerte, confiada y capaz de defenderse por sí misma.
Desde la fuga de Sinjun se había ganado el respeto de los demás y ya no la trataban como a una paria. Las showgirls intercambiaban chismes con ella y los payasos le pedían opinión sobre los trucos nuevos.
Brady la buscaba para hablar de política y la ayudaba en mejorar el tono muscular con las pesas. Y Heather pasaba un rato con ella todos los días salvo que estuviera Harry estuviera cerca.
—¿Has estudiado psicología? —le preguntó Heather una tarde a principios de agosto cuando estaban almorzando en el McDonald's de un pueblo donde estaban actuando, al este de Indiana.
—Durante unos meses. Tuve que abandonar el colegio antes de terminar el curso. —(TN) cogió una patata frita, la mordisqueó y luego la dejó donde estaba. La comida frita no le sentaba bien últimamente. Se puso la mano sobre el vientre y se obligó a concentrarse en lo que Heather decía.
—Creo que estudiaré psicología. Lo digo porque, después de todo lo que he pasado, creo que podría ayudar a bastantes niños.
—Seguro que sí.
Heather parecía preocupada, algo raro en ella. Sin embargo, la menuda adolescente se mostraba animada cuando estaba con ella.
Aunque (TN) sabía que el tema del dinero robado le pesaba en la conciencia, la joven jamás lo había mencionado.
—¿Te ha dicho Harry algo de...? ¿Se ha reído de lo tonta que fui y todo eso?
—No, Heather. Te aseguro que ni siquiera ha vuelto a pensar en ello.
—Cada vez que me acuerdo de lo que hice me muero de vergüenza.
—Harry está acostumbrado a que las mujeres se le echen encima. Si te digo la verdad, no creo que se acuerde siquiera.
—¿De veras? Creo que sólo lo dices para que me sienta mejor.
—Le caes genial, Heather. Y te aseguro que no cree que seas tonta.
—Parecías muy cabreada cuando nos encontraste juntos.
(TN) contuvo una sonrisa.
—No es muy agradable para una mujer mayor ver como una chica va detrás de su hombre.
Heather asintió con aire de entendida.
—Sí. Pero, (TN), no creo que Harry le echara un polvo a nadie que no fueras tú. Te lo juro. Les he oído comentar a Danielle y a Madeline que ni siquiera las mira cuando toman el sol en biquini. Creo que les jode mucho.
—Heather...
—Lo siento, les fastidia mucho. —Desmigó distraídamente la corteza del pan. —¿Puedo preguntarte una cosa? Es sobre... bueno..., sobre cuando se mantienen relaciones sexuales y todo eso. Lo que quiero decir es, ¿no se siente vergüenza?
(TN) se dio cuenta de que Heather se había estado mordiendo las uñas y supo que no era porque le preocupara el tema del sexo, sino porque sentía remordimientos de conciencia.
—Cuando es correcto, no da vergüenza.
—Pero ¿cómo sabes cuándo es correcto?
—Hay que dar tiempo al tiempo y conocer bien a la otra persona. Heather, deberías esperar hasta estar casada.
Heather puso los ojos en blanco.
—Ahora nadie espera hasta estar casado.
—Yo lo hice.
—Sí, pero tú estás algo...
—¿Algo zumbada?
—Sí, pero eres muy maja. —Heather abrió los ojos como platos y mostró el primer signo de animación en semanas. Dejó su refresco sobre la mesa. —¡Oh, Dios! ¡No mires!
—¿Mirar qué?
—La puerta. Acaba de entrar aquel chico que estuvo hablando conmigo ayer. Oh, Dios... qué bueno está...
—¿Quién es?
—El que está en la caja. ¡No mires! Lleva un chaleco negro y pantalones cortos. Vale, mira deprisa, pero que no te pille haciéndolo.
(TN) observó el área de las cajas con el mayor disimulo que pudo. Vio a un adolescente estudiando el menú. Era de la edad de Heather, con un espeso cabello castaño y una expresión adorablemente bobalicona en la cara. (TN) estaba contenta de que, por fin, Heather actuara como una adolescente normal y no como si cargara el peso del mundo sobre sus hombros.
—¡Ay, Dios! ¡Me va a ver! —gimió Heather. —¡Oh, joder! Mi pelo...
—No digas palabrotas. Y estás estupenda.
Heather hundió la cabeza y (TN) supo que el chico se estaba acercando.
—Hola...
Heather ganó tiempo revolviendo el hielo de la Coca-Cola antes de levantar la vista.
—Hola...
Los dos se ruborizaron a la vez y (TN) supo que ambos estaban pensando algo brillante que decir. Fue el chico quien habló primero.
—¿Qué hay de nuevo?
—Nada.
—¿Estarás hoy por aquí? Digo..., me refiero, en el circo.
—Sí.
—Vale, entonces iré a verte.
Otra larga pausa, esta vez rota por Heather.
—Ésta es (TN). Puede que la recuerdes de la función. Es mi mejor amiga. (TN), éste es Kevin.
—Hola, Kevin.
—Hola. Me..., esto..., me gustaste en la función.
—Gracias.
Habiendo agotado ese tema de conversación, Kevin se volvió hacia Heather.
—Jeff y yo, no lo conoces, pero es un buen tipo..., pensábamos pasarnos por allí.
—Vale.
—Quizá nos veamos.
—Sí. Estaría genial.
Silencio
—Vale, hasta luego.
—Hasta luego.
Cuando el chico se fue, una expresión soñadora apareció en la cara de Heather, seguida casi de inmediato por una de incertidumbre.
—¿Crees que le gusto?
—Es evidente.
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¿Odio o amor?
Fanfiction(TN) es una chica que toda su vida ha vivido rodeada de lujos, cuando es obligada a casarse con el misterioso Harry Styles por un plazo de 6 meses su vida da un vuelco de 180°. ¿Podrá soportar siquiera una semana viviendo de esa manera?