CAPÍTULO 52:

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  Tras decir eso se giró y se marchó, con un paso tan regio que hizo que sus ropas desarregladas parecieran dignas de una reina.
(TN) se sintió despreciable.
—Tiene razón, Harry. No valgo para nada.
—Tonterías. —Harry enrolló los látigos y los apoyó sobre el hombro. —Caroline considera la tradición del circo tan sagrada como la religión. No le hagas caso.
(TN) miró la bolsa con los rollos de periódico. Se acercó y sacó uno con decisión.
—¿Qué haces?
—Dar la talla como mujer Styles.
—Por el amor de Dios, suelta eso. Te he dicho que pases de ella. Caroline siempre ha tenido una visión distorsionada de la historia de los Styles.
—Te agradezco que intentes que me sienta mejor, pero no puedo ignorar lo que ha dicho. —Caminó hacia el lugar donde habían estado practicando antes y se puso de perfil. —Estoy cansada de ser siempre la peor.
Se puso el rollito en los labios; las rodillas le temblaban más que nunca. Si Harry fallaba, le golpearía en la cara y, quizá, dejaría una cicatriz en su piel y en su alma.
—Déjalo, (TN). —Ella cerró los ojos. —(TN)...
Ella se sacó el rollito de la boca para hablar, pero no le miró.
—Por favor, Harry, hazlo de una vez. Cuanto más me hagas esperar, más difícil será para mí.
—¿Estás segura?
No estaba segura en absoluto, pero se puso de nuevo el rollito en la boca y cerró los ojos, rezando por no dar un brinco.
(TN) gritó cuando oyó el chasquido del látigo y sintió una corriente de aire en la cara. El sonido retumbó en sus oídos. Tater abrió la boca y soltó un barrito.
—¿Te he dado? ¡Maldita sea, sé que no te he dado!
—No..., no..., estoy bien. Es sólo... —Respiró hondo y recogió el rollito que había dejado caer, observando que Harry había sesgado un trocito del extremo. —Es sólo que estoy un poco nerviosa.
—(TN), no tienes por qué...
Ella se colocó el blanco de nuevo en la boca y cerró los ojos.
«¡Zas!»
(TN) gritó otra vez.
—Si sigues gritando comenzaré a ponerme nervioso —dijo Harry en tono seco.
—¡No gritaré! Pero por Dios, no pierdas los nervios. —Cogió el rollito, era mucho más corto de lo que había sido en un principio.
—¿Cuántas veces más?
—Dos.
—¿¿Dos??—chilló.
—Dos.
Esta vez colocó el rollito justo en el borde de los labios.
—Estás haciendo trampa.
El sudor corría entre los pechos de (TN) cuando volvió a colocarlo. Respiró hondo.
«¡Zas!» Otra corriente de aire le agitó un mechón de pelo contra la mejilla. Casi se desmayó, pero de alguna manera logró contener el grito. Sólo una vez más. Una vez más.
«¡Zas!» La joven abrió lentamente los ojos.
—Ya está, (TN), se acabó. Ahora sólo tendrías que saludar al público.
Estaba viva y sin marcas. Atontada, lo miró y habló con un ronco susurro.
—Lo he hecho.
Él sonrió y soltó el látigo.
—Pues claro que sí. Estoy orgulloso de ti.
Con un gran grito de alegría, corrió hacia él y se arrojó a sus brazos. Harry la atrapó automáticamente. Cuando la estrechó contra su cuerpo, una lenta oleada de calor recorrió el cuerpo de (TN). Él debió de sentir lo mismo porque se echó atrás y la dejó en el suelo.
(TN) sabía que Harry no aceptaba que se hubiera negado a hacer el amor con él desde aquella tarde de sudor y sexo que la había perturbado tan profundamente. Su período le había dado una excusa perfecta durante unos días, pero había terminado hacía media semana. Le había pedido un poco de tiempo para aclararse las ideas y, aunque Harry había estado de acuerdo, no le había gustado nada.
—Sólo un truco más —dijo él— y luego terminamos.
—Quizá deberíamos dejarlo para mañana. —Es el truco más fácil. Venga, vamos a hacerlo antes de que pierdas el valor. Ponte dónde estabas.
—Harry...
—Venga. No te dolerá. Te lo prometo.
A regañadientes, (TN) regresó al lugar donde había estado antes.
Harry cogió el látigo más largo y lo sostuvo entre los dedos.
—Colócate frente a mí y cierra los ojos.
—No.
—Confía en mí, cariño. Esta vez tienes que tener los ojos cerrados.  

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora