CAPÍTULO 78:

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  Heather terminó los tacos que Caroline había preparado y se limpió los dedos en la servilleta de papel.
—¿Quieres saber lo que me dijo mi padre ayer por la noche?
Caroline la miró desde el fregadero.
—Claro.
Heather sonrió ampliamente, luego resopló.
—Me dijo: «Bueno, Heather, saca tus cosas del sofá. Que te quiera tanto no significa que quiera mancharme el culo de maquillaje.»
Caroline se rio.
—Tu padre sabe cómo engatusar a la gente.
—Caroline, aquel día en el aeropuerto... —Heather parpadeó. —Mi padre tenía los ojos llenos de lágrimas.
—Te quiere mucho.
—Supongo que sí. —Su sonrisa se desvaneció. —Me siento culpable de ser tan feliz cuando (TN) está tan jodida. Ayer dije «joder» delante de ella y ni siquiera se inmutó.
Caroline pasó un paño por la encimera de la cocina.
—No hacéis más que hablar de ella. Me pone enferma.
—Eso es porque no la soportas. No entiendo por qué. Quiero decir que sé que Harry y tú estuvisteis saliendo y todo eso, pero a ti ya no te interesa él y (TN) está muy deprimida. ¿Qué es lo que tienes contra ella?
—Lo que pasa es que Caroline no puede aguantar que haya alguien que no la considere el ombligo del mundo. —Brady estaba al lado de la puerta, aunque ninguna de las dos lo había oído entrar.
Caroline se volvió hacia él hecha una furia.
—¿No sabes llamar a la puerta?
Heather suspiró.
—¿Vais a empezar a discutir otra vez?
—Yo no discuto —dijo Brady. —Es ella.
—¡Ja! Se cree que puede decirme lo que tengo que hacer y no pienso consentirlo.
—Eso es lo que él dice de ti —señaló Heather con paciencia. Y luego, aunque pensaba que gastaba saliva inútilmente añadió: —Si os casarais de una vez por todas estaríais tan ocupados dándoos órdenes mutuamente que nos dejaríais en paz a todos los demás.
—¡No me casaría con él por nada del mundo!
—¡No me casaría con ella aunque fuera la última mujer de la tierra!
—Entonces no deberíais acostaros juntos. —Heather imitó lo mejor que supo a (TN) Styles. —Papá, sé que sales a hurtadillas todas las noches para dormir con ella, pero mantener relaciones sexuales con otra persona sin estar enamorado de ella es inmoral.
Caroline se puso roja. Su padre abrió y cerró la boca un par de veces como si fuera una carpa dorada, luego comenzó a farfullar.
—No sabes lo que dices, señorita. Caroline y yo sólo somos amigos, eso es todo. Tuvo problemas con el depósito de agua y yo...
Heather puso los ojos en blanco.
—No soy imbécil, papá.
—Escúchame...
—¿Qué clase de ejemplo crees que me estás dando? Ayer mismo leí algo sobre madurez psicológica en mis deberes, y parece que tengo dos cosas en mi contra.
—¿Cuáles?
—Perdí a mi madre y soy producto de una familia desestructurada. Eso y lo que veo que hacen los dos adultos más influyentes de mi vida hace que tenga muchas posibilidades de acabar embarazada antes de cumplir los veinte años.
Brady arqueó las cejas hasta que prácticamente se perdieron en el nacimiento del pelo, y Heather llegó a pensar que perdería control. Aunque Brady ya no le daba el mismo miedo que antes, no era estúpida.
—Me piro. Nos vemos, chicos.
Cerró de un portazo al salir de la caravana.
—¡Qué cabrita!
—Siéntate —dijo Caroline. —Sólo intenta decirnos algo.
—¿Qué?
—Que deberíamos casarnos. —Caroline se llevó un trozo de carne a la boca. —Lo que demuestra lo poco que sabe de la vida.
—No la has entendido bien.
—Aún no se ha dado cuenta de lo incompatibles que somos.
—Excepto ahí dentro. —Brady señaló con la cabeza el dormitorio de la parte de atrás.
—Bueno, lo cierto es... —Una astuta sonrisa se extendió por la cara de Caroline— que parece que los chicos de las clases bajas tenéis vuestra utilidad.
—Pues claro que la tenemos. —La tomó entre sus brazos y ella se apretó contra él. Comenzó a besarla, pero se apartó porque los dos tenían cosas que hacer y una vez que empezaban no habría nada que los detuviera.
Brady notó la preocupación en los ojos de Caroline.
—La temporada termina —dijo ella. —En un par de semanas estaremos en Liverpool.
—Nos veremos en invierno.
—¿Quién ha dicho que quiera verte?
Caroline mentía y los dos lo sabían. Estaban muy a gusto juntos, pero Brady tenía el presentimiento de que ella quería algo que él no podía darle.
Enterró los labios en el pelo de Caroline.
—Caroline, tengo que protegerme de ti. Creo que te amo, pero no puedo casarme contigo. Soy un hombre orgulloso y tú siempre estás pisoteando mi orgullo.
Ella se tensó y se alejó de él, lanzándole una mirada tan desdeñosa que Brady se sintió como una cucaracha.
—Creo que nadie ha hablado de matrimonio.
Brady no sabía expresarse bien, pero había algo importante que quería decirle desde hacía tiempo.
—Me gustaría casarme contigo, pero me resultaría imposible estar casado con alguien que disfruta humillándome todo el tiempo.
—¿Qué dices? Tú también me humillas.
—Sí, pero yo lo hago sin querer y tú no. Hay una gran diferencia. Lo cierto es que te crees mejor que los demás. Piensas que eres perfecta.
—Nunca he dicho eso.
—Entonces cuéntame algo malo de ti.
—Ya no soy tan buena trapecista como antes.
—No hablo de eso. Hablo de algo que tengas dentro, algo que no sea como debería ser. A todos nos pasa.
—No me pasa nada malo, no sé de qué me hablas.
Brady negó tristemente con la cabeza.
—Te conozco, nena. Y hasta que no resuelvas eso, no hay esperanza para nosotros.
La soltó y se dio la vuelta para marcharse, pero antes de que él llegara a la puerta, Caroline comenzó a gritar:
—¡No sabes nada de mí! Que sea dura no quiere decir que sea una mala persona. ¡No lo soy, maldita sea! ¡Soy buena!
—Además, eres una esnob —repuso él, mirándola. —Sólo te importa lo que tú sientes. Hieres a los demás. Estás obsesionada con el pasado y eres la persona más engreída que he conocido nunca.
Por un momento Caroline se quedó atontada, pero luego volvió a gritar:
—¡Mentiroso! ¡Soy buena! ¡Lo soy!
El grito furioso de Caroline hizo que Brady se estremeciera. Supo que ella le atacaría y logró salir antes de que estrellara el plato de tacos contra la puerta.


Mientras daba vueltas esa noche por el recinto, (TN) se dio cuenta de que hubiera preferido seguir actuando con Harry. Al menos hubiera estado ocupada. Cuando le había dicho que no iba a volver a la pista con él, no sintió ni alegría ni decepción. Le dio igual. En las últimas semanas había descubierto un dolor mucho más profundo que cualquiera que pudiera provocarle con el látigo.
Observó el bullicio de la multitud al otro lado del recinto. Los niños cansados se aferraban a sus madres y los padres llevaban en brazos a los más pequeños con manchas de manzana de caramelo en las bocas. Antes, ver a esos padres hubiera hecho que los ojos se le llenasen de lágrimas de emoción, pues imaginaba a Harry llevando en brazos a su hijo. Pero ahora tenía los ojos secos. Junto con todo lo demás, había perdido la capacidad de llorar.
Como el circo permanecería allí esa noche, los empleados tenían la urde libre y se habían dirigido al pueblo en busca de comida y alcohol. El recinto se fue quedando en silencio. Mientras Harry se ocupaba de Misha, ella se puso una de las viejas sudaderas de su marido y se movió entre los elefantes dormidos hasta llegar a Tater. Se arrodilló y se acurrucó entre las patas delanteras del animal y dejó que le apoyase la trompa en las rodillas.
Se arrebujó dentro de la sudadera de Harry. La suave prenda olía a él, a esa particular combinación de jabón, sol y cuero que ella habría reconocido en cualquier parte. ¿Llegaría a perder todo lo que amaba?
Oyó unos pasos. Tater se incorporó sobre los cuartos traseros y (TN) vio un par de piernas enfundadas en vaqueros que no tuvo ninguna dificultad en reconocer.
Harry se puso en cuclillas a su lado y apoyó los codos en las rodillas, dejando colgar las manos entre ellas. Parecía tan triste que por una fracción de segundo quiso consolarlo.
—Por favor, sal de ahí —susurró él. —Te necesito tanto.
(TN) apoyó la mejilla contra la arrugada piel del pecho de Tater.
—Creo que me quedaré aquí un rato más.
Harry hundió los hombros y pasó un dedo por el suelo.
—Mi casa... es grande. Hay una habitación de invitados con una buena vista del bosque que hay al sur.
(TN) soltó el aliento con un suave suspiro.
—Hace frío esta noche. Va a nevar.
—He pensado que podríamos convertirla en una habitación infantil. Es una estancia agradable, soleada, con un gran ventanal. Tal vez podríamos tener allí una mecedora.
—Siempre me ha gustado la nieve.
Los animales se movieron y uno de ellos bufó en sueños. Tater levantó la trompa de la rodilla de (TN) y la pasó por los hombros de Harry. El tono suave de Harry no disimuló su amargura.
—¿No vas a perdonarme nunca? —Ella no dijo nada. —Te amo, (TN). Te amo tanto.
Ella oyó el sufrimiento en su voz, vio la vulnerabilidad en su cara y, si bien sabía que era debido a lo culpable que se sentía, (TN) había sufrido demasiado dolor para encontrar placer en infligírselo a otro, en especial a alguien que era tan importante para ella.
—Tú no sabes cómo amar, Harry.
—Puede que eso fuera cierto antes, pero ya no lo es.
Tal vez fuera por lo cómoda que se sentía bajo el corazón de Tater, o tal vez fuera el dolor de Harry, pero (TN) sintió que la gélida barrera que rodeaba su corazón comenzaba a agrietarse. A pesar de todo, todavía lo amaba. Se había mentido a sí misma cuando se dijo que no lo hacía. Él era su alma gemela y su corazón siempre le pertenecería. Con esa certeza llegó un conocimiento más profundo y amargo. Si volvía a caer víctima del amor que sentía por él, podría acabar destruida y, por el bien del bebé, no podía permitir que eso ocurriera.
—¿Es que no lo ves? Sólo te sientes culpable.
—Eso no es cierto.
—Eres un hombre orgulloso. Has violado tu código del honor e intentas arreglarlo. Lo entiendo, pero no voy a dejar que mi vida se base en unas palabras que no sientes de verdad. Este bebé es demasiado importante para mí.
—El bebé también es importante para mí.
Ella hizo una mueca de dolor.
—No digas eso, por favor.
—Te probaría mi amor si pudiera, pero no sé cómo hacerlo.
—Tienes que dejarme ir. Sé que eso heriría tu orgullo y lo siento, pero vivir contigo así es demasiado duro para mí.
Él no dijo nada. Ella cerró los ojos e intentó ocultarse tras la helada barrera que la había mantenido en pie hasta entonces, pero Harry había provocado demasiadas grietas.
—Por favor, Harry—susurró entrecortadamente. —Por favor, deja que me vaya.
La voz de Harry apenas era un susurro.
—¿Es eso lo que quieres de verdad?
(TN) asintió con la cabeza.
Jamás había pensado que lo vería tan derrotado, pero en ese momento la chispa que ardía en el interior de Harry pareció apagarse.
—Vale —dijo con voz ronca. —Que sea como tú quieras.
Si eso era lo que quería, ¿por qué le dolía tanto?
A su lado se movió una sombra, pero los dos estaban demasiado absortos en su sufrimiento para darse cuenta de que alguien más había escuchado la conversación.  

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora