En el recinto abrasado por el sol había una carpa de circo roja y azul junto con varias carpas más pequeñas y una gran cantidad de caravanas.
La carpa más grande, salpicada por estrellas doradas, tenía un gran rótulo de color rojo intenso donde se podía leer: CIRCO DE LOS HERMANOS
LLOYD, PROPIETARIO: OLIVER LLOYD. Además de unos cuantos elefantes atados, (TN) vio una llama, un camello, varias jaulas enormes con animales y toda clase de gente de mal vivir, entre la que incluyó a algunos hombres bastante sucios. A la mayoría de ellos parecían faltarle los dientes delanteros.
—No es exactamente el mejor circo de Londres.
—Eso ya lo veo —repuso ella débilmente.
—Los Hermanos Lloyd es uno de los circos que se conocen como circos de barro.
—¿Por qué dice eso?
—Pronto lo averiguarás —la respuesta sonó ligeramente diabólica.
Su marido aparcó la camioneta al lado de las demás, apagó el motor y salió. Para cuando ella bajó, él ya había sacado las maletas de la parte trasera y había echado a andar cargando con ellas.
Los altos tacones de (TN) se hundieron en el terreno arenoso y se tambaleó mientras seguía a Harry. Todos dejaron lo que estaban haciendo y clavaron los ojos en ella. La rodilla le asomaba por el ancho agujero de las medias, la chamuscada chaqueta de raso se le caía de un hombro y los zapatos se hundían en algo demasiado blando. Afligida, (TN) bajó la mirada para asegurarse de que había pisado justo lo que se temía.
—¡Señor Styles!
El chillido de la joven tenía un deje de histeria, pero él pareció no oírla y siguió caminando hacia la hilera de caravanas. Ella restregó la suela
del zapato por la arena, llenándoselo de polvo durante el proceso. Con una exclamación ahogada, (TN) echó a andar de nuevo.
Harry se acercó a dos vehículos que estaban aparcados uno al lado del otro. El más cercano era una moderna caravana plateada con una antena
parabólica. Al lado había otra caravana abollada y oxidada que parecía haber sido verde en otra vida.
«Por favor, que sea la caravana de la parabólica en vez de la otra. Por favor...»
Él se paró ante la fea caravana verde, abrió la puerta y desapareció en el interior. (TN) gimió, luego se dio cuenta de que estaba tan entumecida
emocionalmente que ni siquiera era capaz de sorprenderse.
Harry reapareció en la puerta un momento después y observó cómo se acercaba tambaleándose hacia él.
Cuando al fin llegó al combado peldaño de metal, él le ofreció una sonrisa cínica.
—Hogar, dulce hogar, cara de ángel. ¿Quieres que te coja en brazos para cruzar el umbral?
A pesar del sarcástico comentario, ella eligió ese momento en particular para recordar que nunca la habían cogido en brazos para cruzar un umbral y que a pesar de las circunstancias,éste era el día de su boda.
Quizá poner un toque sentimental los ayudaría a los dos a sacar algo positivo de esa terrible experiencia.
—Sí, gracias.
—¿Estás de broma?
—¿Quiere o no quiere hacerlo?
—No quiero.
Ella intentó disimular la decepción.
—Vale.
—Es una puta caravana.
—Ya lo veo.
—Ni siquiera creo que las caravanas tengan umbrales.
—Si hay una puerta, hay un umbral. Incluso un iglú tiene umbral.
Por el rabillo del ojo, ella vio que comenzaba a formarse una multitud a su alrededor. Harry también se dio cuenta.
—Vamos, entra.
—Es usted quien se ha ofrecido.
—Estaba siendo sarcástico.
—Ya me he fijado que lo hace mucho. Y por si nadie se lo ha dicho nunca, es una costumbre molesta.
—Entra, (TN).
De alguna manera se había trazado una línea y lo que había comenzado como un impulso se había convertido en un duelo de voluntades.
Ella permaneció en el escalón, con las rodillas temblorosas, pero intentando mantenerse firme.
—Le agradecería que por lo menos tuviera la decencia de cumplir esa tradición.
—Por el amor de Dios. —Él bajó de un salto, la levantó en brazos y la llevó al interior, cerrando la puerta de una patada. Al momento la dejó bruscamente en pie.
Antes de poder decidir si había ganado o perdido esa batalla en particular, (TN) fue consciente de lo que la rodeaba y se olvidó de todo lo demás.
—¡Ay, Dios!
—Herirás mis sentimientos si me dices que no te gusta.
—Es horrible.
El interior era incluso peor que el exterior. Estrecho y desordenado, olía a moho, a viejo y a comida rancia. Delante de ella había una cocina en miniatura, el mostrador de fórmica color azul desvaído estaba astillado. Los platos sucios estaban amontonados en el diminuto fregadero y había una cacerola con una gruesa costra sobre el fogón, justo encima de la puerta del horno, que estaba sujeta por un trozo de cordel.
La raída alfombra había sido dorada en otro tiempo, pero ahora tenía tantas manchas que su color sólo podía describirse recurriendo a alguna función corporal. A la derecha de la cocina, la descolorida tapicería a cuadros del pequeño sofá apenas era visible debajo de la pila de libros, periódicos y ropa masculina. Vio una nevera descascarillada, armarios con el laminado astillado y una cama revuelta.
(TN) miró rápidamente a su alrededor.
—¿Dónde están el resto de las camas?
Él la miró sin expresión, luego pasó junto a las maletas que había dejado en medio del suelo.
—Esto es una caravana, cariño, no una suite cinco estrellas. Es todo lo que hay.
—Pero... —(TN) cerró la boca. Tenía la garganta seca y un vacío en el estómago.
La cama ocupaba la mayor parte del fondo de la caravana y estaba separada del resto por un alambre que sostenía una descolorida cortina
color café que en ese momento estaba recogida contra la pared. Sobre las sábanas había algunas ropas enredadas, una toalla y algo que
parecía ser un pesado cinturón negro.
—El colchón está limpio y es cómodo —dijo él.
—Estaré más cómoda en el sofá.
—Como quieras.

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¿Odio o amor?
Fanfic(TN) es una chica que toda su vida ha vivido rodeada de lujos, cuando es obligada a casarse con el misterioso Harry Styles por un plazo de 6 meses su vida da un vuelco de 180°. ¿Podrá soportar siquiera una semana viviendo de esa manera?